Miguel Ángel Rodríguez Mackay*
La invasión rusa de Crimea contraviene el principio de no intervención prescrito en la Carta de las Naciones Unidas de 1945. El presupuesto de la Carta es un impedimento para incursiones colectivas o unilaterales en un Estado, salvo los casos previstos por el derecho internacional que no es el caso de Ucrania, por supuesto.
La soberanía de los Estados es pétrea y nada ni nadie puede violentarla. Al final de la Guerra de los Treinta Años en Europa, los Estados tomaron conciencia internacional del respeto incólume de las fronteras estatales; sin embargo, Rusia, conforme las viejas prácticas de Stalin y Cruschev en el siglo XX, recientemente ha involucionado subordinando el derecho al poder. Por ello, la crisis de Ucrania hace rato que ya no puede ser entendida únicamente desde el derecho que tiene sus límites. Sí, en cambio, desde la dinámica de las Relaciones Internacionales pues aparecen otras variables que son las políticas, económicas, militares, etc.
Ahora bien, es bueno precisar que no estamos en el escenario de una nueva guerra fría. No. Aquí no se trata de los intereses de dos superpotencias sino, en cambio, del propósito de no perder influencias geopolíticas y geoestratégicas. Rusia no es ninguna superpotencia económica ni política pero sí conserva su calidad de potencia militar regional y Estados Unidos que sí es una superpotencia militar global ha hecho crisis en su poder político y económico universal. Washington, junto con ser el mayor acreedor, es también el mayor deudor del planeta.
La prueba de la nueva circunstancia estadounidense estuvo en su incapacidad para conseguir convencer a los demás miembros del Consejo de Seguridad para atacar Siria. En efecto, Rusia y China se opusieron porque desde una visión conjunta jamás iban a permitir que Estados Unidos siga sumando espacios para lograr el control del Medio Oriente.
Estados Unidos tampoco está dispuesto a perder solo o a través de la Unión Europea, un lugar expectante en plena órbita rusa y hiere a Moscú por el lado más vulnerable: el económico. Recordemos que el fracasado modelo comunista de la ex-Unión Soviética precipitó su colapso y desmembramiento, quedando así y desde entonces una Rusia debilitada. Su otrora verticalismo lo ha llevado tercamente a no querer perder su espacio de influencia sobre los estados periféricos reunidos en el Pacto de Varsovia. Eso es lo que no quiere perder y por eso decide en un santiamén la invasión de Crimea aprovechando la crisis ucraniana por el derrocamiento de Yanucovich para luego, seguramente, buscar una futura escisión de la península del país por medio de un referéndum cantado a su favor por la mayoría prorrusa de sus habitantes y será tan fácil lograrlo como la propia invasión militar de Crimea.
Aquí están en juego hegemonismos regionales. Rusia no dejará caer a Ucrania en manos de Occidente (EE. UU. y UE) porque no está dispuesta a perder el control de todo el gas que cruzando Ucrania va hacia Europa, como tampoco Estados Unidos cederá tan fácil sobre todo cuando ha sido la mayoritaria población ucraniana la que ha decidido democráticamente su relacionamiento internacional y que está, por cierto, en dirección opuesta y distante de Rusia. Ya no estamos en un momento de la historia donde los problemas se resuelven mediante los conflictos. La coacción o uso de la fuerza no es una regla en el derecho internacional.
Ya mismo Rusia ha aceptado la propuesta de la Canciller Merkel y John Kerry ha viajado a Kiev promoviendo respaldo y equilibrio y con ellos, la OTAN que ha preferido el eclecticismo. Es probable que haya más tensión, es parte de la dinámica de las relaciones interestatales e incluso es probable también que Estados Unidos quiera enviar su flota cerca del Mar Negro pero más allá de la tensión a gran escala, en estos tiempos de interdependencia económica principalmente, las salidas negociadas constituyen la única solución a los problemas sino basta mirar el caso de las dos Coreas que ha oscilado en los últimos años entre la tensión y ahora la negociación.
* Internacionalista. Decano de la Facultad de Derecho, Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Tecnológica del Perú (UTP)
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