Germán Gorraiz López*

Europa atraviesa un período muy convulso pues la crisis financiera está poniendo todavía más difícil el proceso de construcción europea (imprescindible para que pueda competir como potencia mundial) y el estancamiento económico que se está haciendo visible en los países periféricos y emergentes y la aparición de brotes deflacionistas en el seno de la UE ha provocado el desapego afectivo europeo y la aparición de fuerzas centrífugas que podrían provocar la desmembración de la actual Unión Europea y el retorno a escenarios ya olvidados de proteccionismo económico y de compartimentos estancos en el horizonte del 2019. Así, según un sondeo realizado en 8 estados miembros de la UE por Pew Research Center, se constató que la desafección hacia la UE había aumentado 15 puntos porcentuales en el último año, pasando del 30% al 45%, con especial incidencia en Francia, Gran Bretaña y Alemania.

Putin Merkel

 La crisis de la Eurozona

Según señala Joel Kotkin en la revista Forbes, durante décadas, los países del Norte (Alemania, Noruega, Suecia, Dinamarca, Holanda, Finlandia y Reino Unido) han compensado las muy bajas tasas de fecundidad y la disminución de la demanda interna con la llegada de inmigrantes y la creación de economías de orientación exportadora altamente productivas; y, por el contrario, los países periféricos europeos no han desarrollado unas fuertes economías que compensen su desvanecimiento demográfico al basar su economía en la llamada “dieta mediterránea”, cuyos ingredientes principales eran el boom urbanístico, el turismo y el consumo interno que creaba excelentes platos minimalistas, de apariencia altamente sugestiva y precio desorbitado pero vacíos de contenido culinario y con fecha de caducidad impresa (2008), provocado por el estallido de la burbuja inmobiliaria y el hundimiento del castillo de naipes económicos de los países PIIGS (despectiva abreviatura anglosajona** que englobaría a España, Portugal, Italia, Irlanda, y Grecia) y por mimetismo de Chipre, Malta y Eslovenia.

Las reformas estructurales y fiscales que ha impuesto la Troika a países como Irlanda, Grecia, Portugal, España, Italia, Chipre, Malta y Eslovenia para modernizar la Administración pública y la sanidad, mejorar el mercado laboral y adaptar la presión fiscal a las circunstancias son principios genéricos que se han traducido en sucesivas subidas de impuestos, reducción de funcionarios, supresión de organismos públicos, recortes salariales y máxima flexibilidad en el mercado laboral aunado con una sensible pérdida de jirones de la primigenia Carta Social Europea (CSE) o Carta de Turín de 1961.

Por ello, el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha urgido a las autoridades de Alemania a que implementen políticas para «estimular el crecimiento de la demanda interna», ya que, en su opinión, esto tendría«importantes efectos beneficiosos de contagio» tanto en la eurozona como a nivel global, pues el crecimiento del consumo interno alemán, además de estimular el crecimiento económico europeo, podría debilitar al euro facilitando la competitividad de todos los países europeos, con lo que el consumo interno podría ser el salvavidas alemán frente a la recesión.

El ministro alemán de Economía, Philipp Rösler, afirmó en declaraciones al Rheinischen Post que "la compra de deuda no puede ser una solución duradera porque alimenta los peligros de inflación", aunque Portugal, Italia, España e Irlanda podrían estar presionando al BCE para que active su programa de compra de bonos con el fin de poder financiarse en condiciones normales el año que viene. Recordar que según Goldman-Sachs, la banca alemana tendría 11 900 millones de exposición a Grecia (7300), Portugal (3500) e Irlanda (1100), pero la cifra crece hasta los 65.200 millones si se incorpora la deuda española (18 300) e italiana (34 900) en sus manos, en datos del 2011.

Por su parte, Charles Dumas (Lombard Street Research London) sostiene “que la pertenencia al euro ha alentado a Alemania hacia una costosa estrategia mercantilista a expensas del consumo interno y la productividad de la economía”. Así, el estancamiento de los salarios reales, los ajustes fiscales y las tasas de interés reales relativamente altas limitaron fuertemente el consumo interno alemán, pero ahora, la cura necesaria para los males de la eurozona impondrá una mayor inflación en Alemania, prolongadas recesiones deflacionarias en los países periféricos de la eurozona, y continuas transferencias de recursos oficiales hacia sus socios.

Dumas concluye en que “volver a un apreciado marco alemán exprimiría ganancias, aumentaría la productividad y elevaría los ingresos reales de los consumidores, pues en lugar de prestar los superávits del ahorro a los países periféricos, los alemanes podrían disfrutar de mejores niveles de vida en su país“ y además, según una encuesta realizada por TNS-Emnid para la revista semanal Focus, el 26 por ciento de los alemanes consideraría respaldar a un partido que desee sacar a Alemania del euro, de lo que sería paradigma el nuevo movimiento "euroescéptico" "Alternativa para Alemania" (AfD), formado principalmente por académicos y empresarios y que se habría quedado a escasas décimas de irrumpir en el Bundestag en las recientes elecciones federales de septiembre.

Hacia el Eje Berlín-París

El affaire “Spyon” de la NSA habría dejado a los países de la Unión Europea( especialmente Francia y Alemania) infectados por un virus metastásico de desconfianza hacia EE. UU. como responsable último y hacia Gran Bretaña como colaborador necesario, lo que finalmente podría provocar el desapego afectivo de París y Berlín respecto al eje anglosajón (EE. UU.-Gran Bretaña) y el robustecimiento del Eje Berlín-París , fruto de la reafirmación de las soberanías nacionales francesa y alemana como estrategia defensiva ante la deriva del otrora “socio americano”, (reviviendo el Tratado del Elíseo entre De Gaulle y Adenauer (1963). Dicho Eje procederá a un acercamiento político a Rusia (rememorando el viaje de De Gaulle a Moscú,1966) que se plasmaría en la Ratificación de la Política de Buena Vecindad con la Rusia de Putin mediante la firma de acuerdos preferenciales para asegurarse el suministro de gas y petróleo rusos e incrementar los intercambios comerciales, debido a la rusodependencia energética europea (el 21% de las importaciones de petróleo y 40% de gas proceden de Rusia) y a que el 40% del comercio exterior ruso se realiza con la UE.

Así, asistiremos a la reconversión de la actual Eurozona en la Europa de los Nueve (Alemania, Francia, Bélgica, Holanda, Italia, Dinamarca, Suecia, Luxemburgo y Austria), quedando el resto de países europeos periféricos (Portugal, España, Irlanda, Grecia, Eslovenia, Malta y Chipre), gravitando en sus anillos orbitales y viéndose obligados a retornar a sus monedas nacionales, sufrir la subsiguiente depreciación de las mismas, regresión a niveles de renta propias de la década de los 70 e inicio del éxodo al medio rural de una población urbana afectada por la asfixia económica, embargo de viviendas e ingreso en las listas del paro, con la consiguiente revitalización de extensas zonas rurales y rejuvenecimiento de su población.

Así, en la cadena Fox News, Peter Morici, economista y profesor de la Universidad de Maryland, dijo que “la necesidad de una unión fiscal en la zona euro y de que el BCE adopte un papel similar al llevado a cabo por la Reserva Federal de EE. UU., no llegarán a tiempo para salvar a los países periféricos y consideró la posibilidad de que “dichos países abandonen el euro para poder así imprimir su propio dinero y resolver sus problemas como lo hizo Estados Unidos a raíz de la crisis financiera".

Además, el retroceso de las exportaciones debido la contracción del consumo interno de la UE por la recesión económica (los intercambios comerciales entre los Estados miembros de la UE alcanzan el 60% del volumen total de su comercio) y a un euro artificialmente revalorizado que encarece los productos europeos y reduce su competitividad frente a los países del resto del mundo,(con especial incidencia en países tradicionalmente exportadores como Finlandia) podría provocar que dicho país abandone la Eurozona y proceda a la constitución de una Federación Escandinava (integrada por Noruega, Finlandia, Letonia, Estonia y Lituania) que pivotaría en la ambivalencia comercial ruso-europea.

El resto de países del centro y este de Europa (integrantes de la llamada Europa emergente) sufrirán con especial crudeza los efectos de la tormenta económica al no contar con el paraguas protector del euro y se verán obligados a depreciar sucesivamente sus monedas, aumentar espectacularmente su deuda externa y sufrir alarmantes problemas de liquidez. Asimismo, deberán retornar a economías autárquicas tras sufrir masivas migraciones interiores, al descartar la CE la modificación de las reglas para la adopción del euro en la Unión Europea y así poder acelerar la adhesión de los Estados miembros del centro y este de Europa y deberán proceder a la reapertura de abandonadas minas de carbón y obsoletas centrales nucleares para evitar depender energéticamente de una Rusia que, conjugando hábilmente el chantaje energético y la desestabilización de gobiernos vecinos "non gratos", irá fagocitando a la mayoría de estos países abandonados a su suerte por la Unión Europea en aras de asegurarse el abastecimiento energético de gas y petróleo rusos.

Mención especial merece el caso del Reino Unido en el que convergen una mayor exposición a los activos tóxicos (hipotecas subprime), a los activos inmobiliarios y una libra revalorizada que ha estancado sus exportaciones, por lo que se verá obligado a realizar sucesivas bajadas de tipos de interés, implementar medidas cuantitativas (quantitative easing) para incrementar la base monetaria, depreciar repetidamente su moneda para estimular sus exportaciones y a aplicar medidas proteccionistas. Además, tras retornar al poder los conservadores liderados por David Cameron y fieles a su política euroescéptica (nula voluntad británica de embarcarse en un proyecto en decadencia en el que la soberanía británica estaría supeditada a los mandatos de Bruselas), incluyeron en su programa electoral de 2015 la convocatoria de un referéndum sobre la salida de la UE para 2017, con lo que Cameron tranquilizó a las bases más radicales de su partido al tiempo que arrebató la bandera al partido en alza de los euroescépticos (UKIP) que consideran que el Reino Unido no necesita de Europa ya que podría convertirse en la Singapur de Occidente desde su atalaya financiera de la City londinense al tiempo que metrópolis del comercio de Ultramar al pilotar la nave capitana de una renacida Commonwealth, siguiendo la filosofía de Winston Churchill: “Estamos en Europa, pero no en ella”.

¿Crisis en la OTAN?

Según explicaba Brzezinski en la revista National Interest en el año 2000, “los europeos estarán más inmediatamente expuestos al riesgo en caso de que un imperialismo chauvinista anime nuevamente la política exterior rusa”, con lo que esbozó un plan que pasaría por la expansión de la OTAN hasta límites insospechados en la década de los 90 y la implementación del nuevo sistema europeo de defensa antimisiles (European Phased Adaptative Approach (EPAA)). Dicho sistema en realidad se trata de un escudo antimisil global en el que los misiles interceptores emplazados en plataformas móviles pueden abatir blancos en un espacio común (a base de datos transmitidos por todos los radares y sistemas de reconocimiento optoelectrónico), con el fin maquiavélico de tras un primer ataque sorpresa de EE. UU., que destruiría el potencial nuclear ruso en su propio territorio, neutralizar posteriormente la réplica rusa por medio de los misiles estacionados en Polonia. En un principio, Rusia y la OTAN acordaron cooperar en la creación del escudo antimisiles para Europa en noviembre de 2010 en la Cumbre Bilateral de Lisboa, pues para Moscú era vital que la OTAN ofreciera garantías reales de que ese sistema no apuntaría a Rusia y disponer de un documento jurídicamente vinculante al respecto; pero la Administración Obama, siguiendo la inercia mimética de la Administración Bush de ningunear a Rusia, ha rehusado hasta el momento ofrecer dichas garantías por escrito.

Por otra parte, en la prevista Cumbre de la NATO a celebrar en Gales (4 y 5 de septiembre), se espera la asunción por la OTAN de la nueva doctrina 'Smart Defense” ('Defensa Inteligente'), nuevo concepto operativo que implicará la cesión parcial de la soberanía de los países miembros a la coordinación de defensa con la OTAN, lo que aunado con la previsible implementación por EE. UU. de la cuarta fase del Escudo Antimisiles dentro del nuevo escenario de Guerra Fría EE. UU,-Rusia (reviviendo el proyecto Partnership entre los EE. UU. y Europa para proveer al Reino Unido de misiles Polaris de julio de 1962), podría traducirse en una salida provisional de Francia de las estructuras militares de la OTAN (emulando el desmantelamiento de treinta bases estadounidenses en suelo francés por De Gaulle (1966)), teniendo de nuevo a la Force de Frappe como columna vertebral de su futura doctrina defensiva y no siendo descartable la instalación por EE. UU. en el Pirineo navarro de una bases de radares (Gorramendi) para escuchar los susurros del Elíseo.

¿Hacia la Europa de los Pueblos?

En el supuesto de desaparecer la UE y desaparecer su centrípeto paraguas protector, asistiremos al auge de movimientos independentistas en el nuevo escenario europeo del que Escocia sería paradigma de dicho movimiento y alumno aventajado, pues debe realizar en octubre de 2014 una consulta sobre la permanencia o no de dicha nación en Gran Bretaña y cuyos resultados deberán acatar los Gobiernos de Londres y Edimburgo. El profesor James Mitchell, responsable de la Escuela de Gobierno y Política Pública de la Universidad de Strathclyde (Glasgow, Escocia), explica que las razones de un pueblo para querer su independencia "radican en el fracaso de sus respectivos Estados, pues las naciones subestatales se sienten ninguneadas".

Sin embargo, según la actual doctrina imperante en Bruselas, “un Estado resultante de un movimiento secesionista perdería su condición de miembro de pleno derecho de la zona euro y habría de comenzar el proceso de readmisión”, lo que en la práctica imposibilita la secesión, por lo que habrá que esperar a la disolución de la actual UE como ente político para que asistamos a la declaración unilateral de independencia de las actuales naciones subestatales europeas (Escocia, Flandes, Bretaña, Alsacia, Córcega, Cataluña, País Vasco, Galicia, Padania, Tirol del Sur, Irlanda del Norte, Cornualles e Isla de Man), y a la aparición de un nuevo mapa geopolítico europeo en el horizonte del 2020.

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* Analista.

** La sigla PIIGS es semejante a la palabra inglesa pigs ('chanchos'). [Nota de Con nuestro Perú.]

 

Rebelión.org, 12-05-2014

http://www.rebelion.org/noticias/2014/5/184458.pdf

 

 

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