Están contra los pobres, no contra la pobreza
Por Xavier Caño Tamayo*
Silvio Berlusconi ha afirmado que “reducir los inmigrantes clandestinos significa que habrá menos criminalidad”, equiparando inmigración y delincuencia. Su gobierno ha decretado que ser inmigrante sin permiso de residencia en Italia es un delito y los inmigrantes irregulares pueden ser retenidos hasta un año y medio. O condenados a penas de seis meses a cuatro años de cárcel.
Silvio Berlusconi ha afirmado que “reducir los inmigrantes clandestinos significa que habrá menos criminalidad”, equiparando inmigración y delincuencia. Su gobierno ha decretado que ser inmigrante sin permiso de residencia en Italia es un delito y los inmigrantes irregulares pueden ser retenidos hasta un año y medio. O condenados a penas de seis meses a cuatro años de cárcel.
El Berlusconi que equipara inmigración sin permiso de residencia con crimen es el mismo con varios procesos judiciales por diversos delitos en marcha en los últimos años. Procesos de los que se ha escapado y escapa reformando las leyes italianas con su mayoría absoluta para conseguir retrasos, prescripción, inmunidad, archivo precipitado de causas que deviene impunidad...
Es el mismo Berlusconi públicamente acusado de relaciones con la Mafia por el arrepentido Spatuzza. El mismo del que Massimo Ciancimino (hijo del ex-alcalde mafioso de Palermo, Vino Ciancimino) ha revelado ante los jueces cómo se benefició de que su padre y otros capos de la Mafia invirtieran dinero en su macro proyecto inmobiliario Milano 2, negocio con el que Berlusconi empezó a enriquecerse.
Ese Berlusconi que convierte en delincuentes a inmigrantes irregulares ignora los datos del Istat (instituto nacional italiano de estadística). Esos inmigrantes nunca han delinquido más que los nacionales, pero si hoy se les puede atribuir más delitos es porque no tener permiso de residencia se ha convertido en delito para el gobierno de Berlusconi, no porque esos inmigrantes cometan más robos, agresiones, homicidios, estafas u otros delitos contra las personas, contra la propiedad o el patrimonio.
En España, uno de los países de la Unión Europea que más inmigración ha recibido (hasta un 10% del total de población), ha cambiado la actitud sobre la inmigración de buena parte de ciudadanos. De un 8% que desconfiaba de los inmigrantes o sentía algún rechazo se ha pasado a un 32%. Por miedo. Miedo que la crisis favorece. Miedo atizado por políticos irresponsables y miserables.
Un estudio de 2008 de la Confederación de Cajas de Ahorro de España desmonta la falsedad sobre inmigración del incremento de delincuencia por aumento de inmigrantes. Entre 2002 y 2006, el número de delitos cometidos en España se redujo un 22%, pero en ese mismo período la población inmigrante creció un 85%. Por tanto es falso relacionar inmigración y delincuencia. Ahora, los poderosos irresponsables y codiciosos nos han precipitado en una grave crisis. Y las crisis aumentan la desigualdad, el desempleo y la pobreza. Empujan a la desesperación. Pero la indeseable situación de pobreza y desesperación, que puede generar delincuencia, no la sufren sólo los inmigrantes.
Josep Oliver, director del departamento de economía aplicada de la Universidad Autónoma de Barcelona, nos recuerda que tenemos que estar agradecidos a los inmigrantes, porque cuando un país no pare hijos suficientes necesita inmigrantes. O se consume. El profesor Oliver también nos recuerda que la balanza fiscal de la inmigración ha beneficiado a España, porque muchos inmigrantes son jóvenes, trabajan, cotizan y recurren poco al Estado. No tienen edad para cobrar pensiones y, por no ser ancianos, no suelen recurrir a la sanidad pública. Datos contra tópicos y lugares comunes falsos. La realidad.
Y no vale esa actitud xenófoba disimulada de quienes dicen que inmigrantes sí, pero con papeles, porque los ‘sin papeles’ son los ‘malos’. Los españoles (que han emigrado por millones durante todo el siglo XX hasta prácticamente los ochenta) dicen que ellos emigraban con papeles. Es falso. Los españoles emigraban a Suiza, Alemania u otros países europeos prósperos sin papeles ni contrato de trabajo, como turistas. Y, una vez allí, se buscaban la vida. Igual que tantos latinoamericanos, marroquíes, paquistaníes, chinos o africanos subsaharianos hoy. Porque la mayoría no ha llegado en pateras.
Un dato esclarecedor. Según el PNUD (departamento de desarrollo de Naciones Unidas) la envejecida Unión Europea necesita multiplicar por dos el número de inmigrantes que se calculaba hasta 2050. Muchos millones de inmigrantes. ¿Por qué ponerle entonces puertas al campo?
Los políticos como Berlusconi, que estigmatizan la inmigración y atizan miedos y bajos instintos, en el grado que sea, son dignos representantes de un sistema egoísta, miope y miserable que, como escribe Eduardo Galeano, está en guerra contra los pobres y no contra la pobreza.
*Periodista y escritor
Es el mismo Berlusconi públicamente acusado de relaciones con la Mafia por el arrepentido Spatuzza. El mismo del que Massimo Ciancimino (hijo del ex-alcalde mafioso de Palermo, Vino Ciancimino) ha revelado ante los jueces cómo se benefició de que su padre y otros capos de la Mafia invirtieran dinero en su macro proyecto inmobiliario Milano 2, negocio con el que Berlusconi empezó a enriquecerse.
Ese Berlusconi que convierte en delincuentes a inmigrantes irregulares ignora los datos del Istat (instituto nacional italiano de estadística). Esos inmigrantes nunca han delinquido más que los nacionales, pero si hoy se les puede atribuir más delitos es porque no tener permiso de residencia se ha convertido en delito para el gobierno de Berlusconi, no porque esos inmigrantes cometan más robos, agresiones, homicidios, estafas u otros delitos contra las personas, contra la propiedad o el patrimonio.
En España, uno de los países de la Unión Europea que más inmigración ha recibido (hasta un 10% del total de población), ha cambiado la actitud sobre la inmigración de buena parte de ciudadanos. De un 8% que desconfiaba de los inmigrantes o sentía algún rechazo se ha pasado a un 32%. Por miedo. Miedo que la crisis favorece. Miedo atizado por políticos irresponsables y miserables.
Un estudio de 2008 de la Confederación de Cajas de Ahorro de España desmonta la falsedad sobre inmigración del incremento de delincuencia por aumento de inmigrantes. Entre 2002 y 2006, el número de delitos cometidos en España se redujo un 22%, pero en ese mismo período la población inmigrante creció un 85%. Por tanto es falso relacionar inmigración y delincuencia. Ahora, los poderosos irresponsables y codiciosos nos han precipitado en una grave crisis. Y las crisis aumentan la desigualdad, el desempleo y la pobreza. Empujan a la desesperación. Pero la indeseable situación de pobreza y desesperación, que puede generar delincuencia, no la sufren sólo los inmigrantes.
Josep Oliver, director del departamento de economía aplicada de la Universidad Autónoma de Barcelona, nos recuerda que tenemos que estar agradecidos a los inmigrantes, porque cuando un país no pare hijos suficientes necesita inmigrantes. O se consume. El profesor Oliver también nos recuerda que la balanza fiscal de la inmigración ha beneficiado a España, porque muchos inmigrantes son jóvenes, trabajan, cotizan y recurren poco al Estado. No tienen edad para cobrar pensiones y, por no ser ancianos, no suelen recurrir a la sanidad pública. Datos contra tópicos y lugares comunes falsos. La realidad.
Y no vale esa actitud xenófoba disimulada de quienes dicen que inmigrantes sí, pero con papeles, porque los ‘sin papeles’ son los ‘malos’. Los españoles (que han emigrado por millones durante todo el siglo XX hasta prácticamente los ochenta) dicen que ellos emigraban con papeles. Es falso. Los españoles emigraban a Suiza, Alemania u otros países europeos prósperos sin papeles ni contrato de trabajo, como turistas. Y, una vez allí, se buscaban la vida. Igual que tantos latinoamericanos, marroquíes, paquistaníes, chinos o africanos subsaharianos hoy. Porque la mayoría no ha llegado en pateras.
Un dato esclarecedor. Según el PNUD (departamento de desarrollo de Naciones Unidas) la envejecida Unión Europea necesita multiplicar por dos el número de inmigrantes que se calculaba hasta 2050. Muchos millones de inmigrantes. ¿Por qué ponerle entonces puertas al campo?
Los políticos como Berlusconi, que estigmatizan la inmigración y atizan miedos y bajos instintos, en el grado que sea, son dignos representantes de un sistema egoísta, miope y miserable que, como escribe Eduardo Galeano, está en guerra contra los pobres y no contra la pobreza.
*Periodista y escritor