Por Tamer Sarkis Fernández
“Occidente” y darwinismo
Hasta la irrupción de Rusia en la escena internacional, y con ello en la escena ideológica mundial (o lucha de cosmovisiones), “Occidente” ha venido monopolizando el discurso sobre la modernidad, al tiempo que ha producido una modernidad ligada fundamentalmente al darwinismo. Sentencia el darwinismo, que es derrocado —o no pervive—, todo aquello rebasado o superado sucesivamente por nuevos usos, instituciones o relaciones de poder siempre dotadas de un grado superior de avance o de “actualidad”. Tal concepción significa, y no es difícil darse cuenta de ello, el summum de conservadurismo para todo lo relativo a “Occidente” (“lo existente es aquello que tiene que existir por actual”) y el summum de “revolucionarismo” para todo lo relativo al no-“Occidente”. El no-“Occidente” (todavía) debería superar su falta de actualidad histórica a base de incorporar aquello funcional en “Occidente”; territorio generador de la plus-evolución, esto es, generador de cuota tras cuota adicional evolutiva.