Escribe: Wilder A. Sánchez Sánchez
La noche del 18 de abril remití el mensaje de correo “¿QUÉ PASARÁ MAÑANA?”, en el que decía que era muy posible que el imperialismo haya infiltrado francotiradores para asesinar a mansalva al día siguiente, culpar de ello al Gobierno y así “justificar” una intervención y ocupación militar en Venezuela con el argumento de una “crisis humanitaria”. No habían pasado dos horas desde el envío del mensaje, cuando el Presidente Nicolás Maduro anunció, a eso de las 11 de la noche, que luego de una requisa en 300 hoteles de Caracas se había capturado a un grupo armado de comando, de la oposición, que planeaba atacar a la movilización del 19 de abril; también dijo que uno de los cabecillas del complot militar que se estaba desmantelando desde hace tres semanas ya estaba preso y que se estaba rastreando a quienes fugaron a Colombia. Esa misma noche el Departamento de Estado yankee emitió una declaración muy injerencista y amenazante contra el Gobierno de Venezuela, acusándolo, entre otros cargos, de “represión criminal de la actividad democrática pacífica”, del “socavamiento de las instituciones y prácticas democráticas” y de “violaciones flagrantes de los derechos humanos”. Estos términos, este lenguaje acusador, revelaban, pues, la pauta de lo que declararía y haría el régimen imperialista de Estados Unidos si al día siguiente se desataba una masacre (que la iban a hacer, desde luego, sus propios agentes o mercenarios contratados). Felizmente que los cuerpos de seguridad de Venezuela desmantelaron a tiempo el macabro complot terrorista.
Marcha chavista