Por Vicky Peláez
“No juegues con el fuego”, decía mi padre / “No tires piedras al agua”, decía mi madre (Rasul Gamzatov, 1923-2003)
Los últimos acontecimientos en Ucrania, siguiendo al pie de la letra el guión escrito por Washington con la cooperación de Bruselas, dieron nueva esperanza a la vieja Organización del Tratado de Atlántico Norte (OTAN), la que después de la desintegración de la Unión Soviética en 1991 estaba buscando desesperadamente un enemigo para justificar su existencia. Por eso, no es de extrañar la belicosidad del Secretario General de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen amenazando a Rusia por supuestamente ser responsable de lo que se está pasando en Ucrania y, en especial por su “anexión” de Crimea. Hace poco Rasmussen declaró que “tendremos más aviones en el aire, más buques de guerra en el mar y estaremos mejor preparados en tierra”, refiriéndose a una posible intervención militar de Rusia en Ucrania. También exigió las sanciones económicas más severas contra el país de Vladimir Putin.