Estimuladores del apetito para niños no tienen efectos comprobados y pueden ser nocivos a la salud
Inapetencia puede ser consecuencia de alguna enfermedad física.
Se debe consultar al médico y proporcionar una alimentación adecuada.
Los padres de familia y los responsables del cuidado de niños suelen alarmarse cuando los menores de la casa no desean comer, bajan de peso o tienen un crecimiento de estatura lento y, ante esta situación, suelen darles “estimuladores del apetito”, sin saber que estos productos no tienen efectos comprobados y pueden poner en peligro la salud de los infantes.
Así lo informó el director general de la Dirección General de Medicamentos, Insumos y Drogas (Digemid), Víctor Dongo Zegarra, tras explicar que la falta de apetito en los menores es un signo de alerta que debe ser tomado en cuenta para descartar alguna patología de cuidado que puede ser fisiológica (enfermedad) o psicológica (trastorno).
“Muchas veces la falta de apetito puede ser consecuencia de alguna patología fisiológica, como la anemia por déficit de hierro, parasitosis intestinal, infección de las vías urinarias, alteración hormonal, entre otras. También puede ser motivada por algún trastorno psicológico generado por problemas escolares o afectivos o por el entorno y el ambiente que rodea al menor. En ambos casos, el niño debe ser evaluado por especialistas”, destacó.
Efectos nocivos
Dongo explicó que los productos que se ofertan como “estimuladores del apetito” generalmente son medicamentos indicados para controlar algún tipo de enfermedad, sin embargo, algunos médicos le adjudican una supuesta cualidad de aumentar la masa corporal a pesar de que no existe evidencia científica que señale que estos productos tengan efecto alguno sobre la falta de apetito.
Dio como ejemplo la prescripción de la Ciproheptadina -utilizado como antialérgico por su acción antihistamínica- la cual se suele recomendar a pesar de que este fármaco puede producir efectos nocivos en los niños, como sequedad en la boca, retención urinaria, dilatación de las pupilas de los ojos, sedación, taquicardia, palpitaciones, insomnio y erupciones cutáneas.
“La Ciproheptadina produce como afecto secundario un aumento de peso transitorio que no se mantiene a largo plazo. Además no es reconocida por la Organización Mundial de la Salud (OMS)”, detalló el experto.
El director de la Digemid agregó que en el mercado existen productos que se comercializan como estimuladores del apetito pero que no surten efecto, pues solo cumplen la función de placebo para controlar la preocupación de los padres.
“Muchos padres se preocupan cuando sus niños no comen mucho o no suben de peso, sin pensar que los pequeños pueden estar consumiendo la cantidad de comida que requiere su organismo e incurren en el error de recurrir a estimuladores del apetito, cuando lo indicado es que consulten a un médico para que determine las razones de este comportamiento y determine si está o no alimentándose apropiadamente y si asimila adecuadamente lo que come”, concluyó.