En estos tiempos estamos teniendo un “brote” especialmente extraño de una enfermedad que, si bien es cierto, no es infecciosa, se está comportando como tal, al tener una serie inusual de casos y con una distribución muy variada en nuestro territorio, afirma el médico intensivista Guillermo Contreras. Los orígenes de esta enfermedad aún son desconocidas, existen algunos factores de riesgo asociados dentro de ellos infecciosos como los enterovirus, los virus relacionados al herpes o la influenza. Pero esto no sucede en todos los casos.
Hablamos del Guillain Barré una enfermedad inflamatoria mediada por respuestas inadecuadas de nuestro sistema inmunitario. En esta respuesta inusual se destruyen las cubiertas o envolturas de los nervios periféricos del cuerpo. Estas envolturas de mielina diseñadas para protegerlos se destruyen y exponen a los nervios periféricos, afectando funciones motoras (movilización), sensitivas, llegando inclusive a poder afectar la capacidad del diafragma y otros músculos respiratorios por tanto afectando potencialmente la vida de los pacientes al no poder respirar adecuadamente.
Por tanto, en esta enfermedad tan difícil y desconocida existen algunos tratamientos que han demostrado alguna efectividad, muchos pacientes pueden llegar a necesitar ventiladores mecánicos para respirar y tener que ingresar a unidades de cuidados intensivos.
Un pilar esencial en el tratamiento del Guillain Barre es saber alimentar a estos pacientes. En la medida de lo posible deben alimentarse por vía oral, con alimentos lo más fácilmente digeribles posibles. Se tiene que velar en todo momento en prevenir que el paciente pueda aspirarse los alimentos y esto puede pasar porque el Guillain Barre puede afectar a los nervios que trabajan con los músculos que se encargan de deglutir (tragar) los alimentos.
En estos casos, los pacientes deben alimentarse por sondas nasogástricas, que deben evitarse lo más posible pero como ya se dijo sin exponer al paciente al riesgo de la aspiración. La alimentación debe darse con fórmulas especializadas y que permitan dependiendo del estado nutricional de cada paciente darle entre 15 a 25 calorías por kilo de peso al paciente durante los primeros 5 días de enfermedad. Este aporte de calorías tiene que estar constituida por un aporte de proteínas de por lo menos 1 gr a 1.2 gramos de proteína por kilo de peso ideal.
Como se mencionó estos pacientes pueden pasar a UCI y permanecer durante muchísimo tiempo, dependiendo de las respuestas que los pacientes puedan presentar a las terapias diseñadas para luchar contra este mal.
Es por ello que, desde el punto de vista del soporte nutricional, tienen que recibir a partir del día 5 en UCI entre 25 a 40 calorías por kilo con un aporte proteico de por lo menos 1.2 a 2 gramos de proteína por kilo de peso.