Minas: la venganza de los corruptos

En Puno las causas de la situación de violencia son las mismas que encontramos en otros lugares del Perú; campesinos dedicados a la agricultura  y a la ganadería se oponen a la actividad minera porque esta contamina tierras y aguas. Estas personas no aceptan la política de hechos consumados; y tampoco les conviene la consulta previa, instancia en que miembros del gobierno y de las empresas propician el divisionismo y corrompen para que no haya una oposición unida.

 

El Perú es un país muy extenso, y aunque no les guste a los mineros y a sus bien pagados defensores, la población humana se concentra siempre cerca de las fuentes de agua (manantiales, ríos, lagunas, lagos). Como la minería también necesita agua, inevitablemente se produce un conflicto; y entonces el poder y el dinero de los empresarios entran en acción.

Campaña de medios de comunicación

Como ocurre con frecuencia en nuestro país, las cosas se resuelven en tratos ocultos. Los empresarios mineros y de hidrocarburos coimean a políticos (congresistas y dirigentes de los partidos) y a periodistas y comunicadores de la prensa escrita, radio y televisión. Un elemento que sirve para toda la campaña de despojo es el hecho de que más del 70% del territorio nacional está lotizado para ofrecerlo a las transnacionales de minas, hidrocarburos y de cultivos agroindustriales1. En este contexto, los indígenas y campesinos son un estorbo; y el más grande anhelo de los gobernantes y empresarios es provocar su traslado forzoso a otros lugares2 para que dejen el campo libre a las empresas transnacionales.

Una vez que un proyecto minero va tomando forma, los políticos y periodistas sobornados empiezan a hablar bien de la futura explotación: dicen que el país va a progresar, que va a haber ingreso de divisas, que se van a crear fuentes de trabajo, etc. En otras palabras, los políticos y periodistas corruptos presentan al proyecto de minas o hidrocarburos como si fuese beneficioso para el país y la población, cuando en realidad es bueno solamente para los empresarios y para los mencionados corruptos.

Siguiendo el desarrollo de los acontecimientos, cuando se dan señales de resistencia de los campesinos, entonces la aceitada de los empresarios surte efectos: los periodistas —hombres y mujeres cuyos conocidos rostros corruptos son familiares en las pantallas de televisión— empiezan  a denunciar la “barbarie” de los campesinos, su “intransigencia”, la quiebra del principio de autoridad, etc., lo cual prepara el ambiente para la intervención de la policía y del ejército.

La publicidad e información que dan los periodistas rateros y aceitados de la prensa escrita, radio y televisión pronto empieza a introducir datos de infiltración terrorista o de intervención de extranjeros (bolivianos o venezolanos) en los acontecimientos, por lo cual los campesinos que caen muertos defendiendo su tierra y su agua bien merecido lo tienen; son muertes que no se lamentan.

Objetivos y venganza

Los políticos y periodistas corruptos actúan teniendo en cuenta periodos quinquenales (lo que dura un gobierno elegido), un horizonte en el cual se acomodan con el gobierno de turno y con los empresarios que trabajan con el gobierno.  Cada cinco años los ladrones de la política y el periodismo dicen “¡Ahora o nunca!” y embisten con brío para defender los intereses de los empresarios.

En todo proyecto de explotación de minas e hidrocarburos se persiguen dos objetivos muy importantes para los corruptos:

1) Despojar de sus tierras a los campesinos o nativos;

2) Provocar el traslado de los desplazados a las ciudades, donde de propietarios se convertirán en menesterosos obligados a trabajar a cambio de salarios miserables y por temporadas gratis (“periodo de prueba”).

Este segundo punto es muy importante, porque la masa de gente pobre que llega a las ciudades es componente indispensable para las diversas industrias que para ser competitivas necesitan trabajar con bajos costos laborales (“cholo barato”).

Siendo así el panorama, es frustrante y doloroso para los rateros de la política y del periodismo ver que en determinada parte del país los campesinos o nativos tengan el atrevimiento de mantenerse firmes en defensa de sus tierras y aguas; porque ante los empresarios que les pagan esa resistencia los presenta como coimeros que no pueden cumplir sus objetivos. Frente a esta situación, los corruptos se juegan el todo por el todo y arrecian su campaña de prensa con imágenes de incendios, violencia y muerte; y al mismo tiempo los políticos de la aceitada hacen valer su condición de miembros del partido de gobierno y se aseguran de que la represión produzca muertos  para ver que la gente se asuste o —si triunfa la resistencia— para que al menos sirva de ejemplo y advertencia para otros pueblos que intenten defender su tierra.

1 Sobre la inconveniencia de cultivos de biocombustibles, leer Aimaras rechazan concesiones y venta de gas a Chile.

2 Leer García y los sirvientones del desalojo de indígenas.