Una visita indeseable: Errázuriz, traficante de la fe
Una de las más hediondas visitas que ha recibido en los últimos tiempos el Perú es la del arzobispo de Santiago, monseñor Francisco Javier Errázuriz. ¿Quién lo ha invitado a nuestro país? ¿Es el cardenal Cipriani el autor de semejante burla a la Iglesia Católica del Perú?
¿Qué es la iglesia católica de Chile?
Las iglesias católicas de cada país tienen como máxima autoridad al obispo de Roma o Papa, cargo ocupado hoy por Benedicto XVI. No obstante, en cada país tienen autoridades e historia propia. Por esta razón, la iglesia católica de Chile es una comunidad que incurre en grave pecado, veremos por qué.
La historia de la iglesia católica chilena está manchada con crímenes, en los cuales incurrió al azuzar la guerra de rapiña contra el Perú de 1879. Así como lo leen, esta iglesia ni siquiera permaneció en silencio, sino que participó activamente en la campaña por la rapiña alentándola vivamente.
En lugar de exigir de sus fieles un comportamiento conforme a su condición católica, la iglesia chilena se sumó al coro de la prensa y los políticos ávidos de asesinato y rapiña, que exigían saquear y destruir el Perú, para que no se levante en 100 años, como exigían.
Debe irse del Perú
Hemos visto que el Vaticano se ha disculpado por los actos anticristianos cometidos por la iglesia a través de la historia. En vista de que la Iglesia chilena no ha realizado examen de conciencia ni ha pedido perdón por incitar los asesinatos, saqueos, incendios, destrucción de medios de producción y violaciones cometidas por Chile contra el Perú, la iglesia chilena incurre en un pecado grave o mortal.
En vista de la incapacidad de pedir perdón, Errázuriz es un elemento indeseable en el Perú, pues lo que está haciendo es predicar la validez de la rapiña de Chile contra el Perú.
¿Para qué ha venido?
Este mercader de la fe ha venido para apoyar la trampa para que el Perú caiga en el engaño de la complementación e integración.
A Chile le sobran emisarios diplomáticos, culturales y comerciales ávidos de instalarse y continuar enquistados en nuestro país realizando labor de quintacolumnistas. Sin embargo, Errázuriz, en lugar de llegar pidiendo perdón, propone aumentar el intercambio comercial y cultural.
Con todo desparpajo, Errázuriz señaló que ambos países deben "tener un profundo intercambio religioso, cultural, de bienes... Y todo esto es expresión de que hay una gran fraternidad entre nuestros pueblos". Vaya caradura, antes de hablar de hermandad debe enseñar a sus paisanos a no robar territorios ni mares, como hace Chile.
Este agente chileno quiere aprovechar de la religiosidad del pueblo peruano para traer un nuevo engaño chileno: la integración y la complementación.
En lugar de servir de agente político de un país autor de tantos delitos, un verdadero arzobispo debería enseñar a su pueblo a arrepentirse de los actos criminales iniciados en 1879, comenzando por la destrucción de monumentos a sus asesinos y debería enseñar a los chilenos a sentir vergüenza y no venir a países a los cuales han agredido.
La Iglesia Católica no enseña a ser tan sinvergüenzas, por lo que los chilenos no deberían insistir en imponer su indeseable presencia en países a los cuales han agredido y siguen agrediendo y usurpando. Por lo tanto, Errázuriz no viene en nombre de la enseñanza católica, sino en nombre y defensa de la rapiña.
¿Por qué Errázuriz más bien no predica la devolución de los territorios robados? Eso traería paz.
No necesitamos integrarnos con Chile
El Perú no necesita nada de Chile, ni su mar, ni sus cielos ni de su producción. Es una gran farsa el cuento de la complementación. Chile sí puede necesitar del Perú: de sus recursos, de sus cielos, de su mar, etc.
Siendo Chile un país usurpador y delincuente, lo más prudente es estar alejados de ellos, pues están acechando para acercarse a nosotros, pero NUNCA para un fin sano, sino para corromper autoridades, para tratar de infiltrarse en círculos culturales como amigos y para espiar. Por eso se desesperan por mantener relaciones comerciales y diplomáticas con el Perú.
Estemos vigilantes de las propuestas de Cipriani respecto de Chile y los proyectos conjuntos que pretenden imponernos. Podremos ser muy católicos, pero precisamente por esa razón, como parte de la Iglesia debemos señalar cuando las autoridades eclesiásticas están burlándose de nuestro país traficando con algo tan respetable como la fe.