Rómulo León vuelve a lanzar mensajes desde las sombras

El prófugo ex ministro de Pesquería, Rómulo León Alegría, volvió a burlarse de las autoridades al lanzar nuevos mensajes desde su escondite

León Alegría transmitió sus mensajes a través de una carta leída en CPN Radio. En ella aseveró estar dispuesto a entregarse a la justicia para responder por su presunta participación en el negociado de concesión dee cinco lotes petroleros a favor de la empresa noruega Discover Petroleum International.


"Tranquilos, voy a ponerme a disposición de la justicia. Soy el primer interesado en que la verdad se abra paso por sí misma", indicó León Alegría en su carta de fecha del 11 de noviembre.

Agregó que espera que el poder judicial cautele su "elemental derecho a la libertad". De igual manera, dirigiéndose al presidente del Consejo de Ministros, Yehude Simon, le solicita que no le pida sacrificar su libertad con la finalidad de "tranquilizar su desesperación".

Como se sabe, Simon había manifestado sentirse “desesperado” por su imposibilidad de capturar a León Alegría.
Para más mofa, calificó como "patético" el ofrecimiento del poder ejecutivo sw ofrecer una recompensa de 100 mil soles a quien brinde información que conduzca a la captura.

León Alegría se encuentra escondido desde la difusión de los audios de la petromafia, el 5 de octubre de este año.
En la carta se leen estos párrafos escritos por el prófugo de puño y letra:

Diré que, en efecto me protegen personas poderosas pero no porque tengan posición o dinero, no, son humildes compañeros de provincias que creen en mi inocencia. Son poderosos porque tienen el valor de la fe.

He sostenido y sostengo que en esto de los petroaudios no hay delito solo hay escándalo. Hoy debo añadir que como consecuencia del escándalo se ha fabricado un culpable. Ahora se sienten obligados a encontrar un delito. Por eso tanta infamia, tanta absurda especulación, tanta cacería de brujas que no llevará a resultados. Sí ya fabricamos el culpable ahora fabriquemos el delito, parece ser la consigna. Un absurdo jurídico, una irresponsabilidad política, peor aún, una inmoralidad.

Durante los 36 días trascurridos desde la delictuosa difusión de audios editados que reproducen comunicaciones privadas, estamos asistiendo a la presentación desesperada de telenovelas, de infamias descartables.

Ministro Simon no me pida sacrificar mi libertad para tranquilizar la (su) desesperación. Desesperado podría estar yo. Pende sobre mí orden de captura sin que se den los requisitos indispensables para adoptar tal medida. He sido estigmatizado ante todo el país y se ha llegado a sostener públicamente la falsa disyuntiva entre el delito de corrupción y delito de interceptación. Qué ejemplo, ¿es que el fin justifica los medios? ¿es la moral que se predica?

Felizmente, el cardenal Juan Luis Cipriani nos acaba de decir. No debemos aceptarlo, no podemos relativizar el mal según los resultados. Téngase en cuenta además que en mi caso, la corrupción es presunta, en cambio el delito de interceptación es evidente.

Quizá la desesperación que siente el gobierno sea por su incapacidad manifiesta para resolver los problemas de la gente. Solo así se especifica el patético ofrecimiento de dinero por mi captura. Tranquilos, voy a ponerme a disposición de la justicia. Soy el primer interesado en que la verdad se abra paso por sí misma. Pero solo espero que el Poder Judicial cautele mi elemental derecho a la libertad.

Diré que en efecto me protegen personas poderosas pero no porque tengan posición o dinero, no. Son humildes compañeros de provincias que creen en mi inocencia. Son poderosos porque tienen el valor de la fe aunque se conduelen del abuso y la calumnia. Poderosos porque tienen generosidad.

Finalmente reiteró que mi actividad profesional la he desarrollado con honestidad y eficiencia limitándome a intermediar para facilitar la presentación y acercamiento de una empresa privada extranjera ante las dependencias del Estado, sin intervención alguna ni interés de obtener beneficios o causar perjuicios indebidos para las entidades publicas o privadas.