mano cuchillloCasos de la vida real. Aprenda y cuídese.

A raíz de la crisis venezolana, el gobierno peruano cumple órdenes serviles de ejecutar algunas acciones que contribuyan con la caída del gobierno de Venezuela, por ejemplo, hacer que sea notoria la migración de venezolanos que salen de su país, con los cuales estamos cargando por el solo hecho de ser opositores a Maduro, abriéndoles la frontera en forma indiscriminada y, aunque no se puede generalizar, muchos de ellos son delincuentes o gente de mal vivir.

Que sean o no opositores no es de nuestra incumbencia, debemos dejar que ellos resuelvan sus problemas. Lo que nos debe interesar es que la lacra social venezolana sea echada de nuestro país, que es pobre y no atiende bien a los peruanos necesitados, quienes deben ser la prioridad. Pero tenemos a los medios presentando historias de pena de venezolanos, instando a ayudarlos, apelando al buen corazón de los peruanos que los socorren, pero muchos de ellos son verdaderos parásitos de rapiña dispuestos a robar y asesinar a quien les tendió la mano. No por gusto fueron expulsados a golpe y fuego de Brasil. El Perú carga con unos 700 mil venezolanos mientras los Estados Unidos no quiere recibir 5 mil centroamericanos. Si a los EE. UU. tanto le interesa arrinconar a Maduro, que reciba a los millones de venezolanos que dejan su país, no nosotros.

No sólo eso, parte de esta gente primitiva realiza prácticas asquerosas de santería, que es brujería africana que arrastran desde la época de la esclavitud, muy común en Cuba, Venezuela y otros países centroamericanos, torturando y degollando aves para realizar ritos con su sangre, en la creencia de que así conseguirán bienes, marido y lo que deseen.

Los casos presentados son en parte conocidos a través de la prensa y otros recopilados por Con Nuestro Perú:

Caso 1

Leonel Manuel Sandoval Segura (32), tenía una carpintería en El Porvenir, La Libertad. Conmovido por los dramas de pena sobre venezolanos (algunos falsos) con que la prensa mermelera bombardea al público, dio trabajo de ayudantes a dos venezolanos. En sólo 10 días los venezolanos estudiaron los movimientos de Sandoval y aprovecharon una oportunidad para asesinarlo a combazos y huir tras robarle S/ 10,000.

Caso 2

Dos venezolanos, Néstor Antonio Duarte Casanova y su hijo Kayler, alquilaron una habitación en Ate. Los sujetos no pagaban el alquiler que debían, pese a los reclamos de la propietaria. Cansada, les reclamó por la falta de pago y estos la atacaron. El hijo la estrangulaba mientras el padre acuchillaba. No contentos con ello, le robaron 12 mil soles y la dejaron desangrándose creyéndola muerta. Gracias a Dios la víctima vivió para denunciarlos.

Caso 3

Cañete. Decenas de venezolanos han invadido esta localidad. De día mendigan y de noche se emborrachan, causando gran malestar entre los lugareños.

Caso 4

Limeña, de cincuenta años. Tras años de esfuerzo y atención esmerada había logrado tener una exitosa peluquería. Contrató a dos venezolanas de ayudantes, las cuales aprendían el oficio. Poco después, la propietaria cayó enferma de cáncer, lo cual no le permitía atender a tiempo completo su negocio. Tras ausentarse por su tratamiento, regresó y encontró que las viles mujeres habían robado sus productos. Sólo habían dejado las cajas vacías de champú, tintes, etc. Como si eso fuese poco, abrieron una peluquería para hacerle la competencia robando la cartera de clientes que tantos años de trabajo le costó formar y con descaro alquilaron un local a sólo unos metros, en la misma galería. Pero la peruana pudo recuperarse: Viendo que sus clientas iban donde las ladronas, comenzó a llamarlas una a una hasta recuperarlas a todas. Las rateras venezolanas tuvieron que cerrar su negocio.

Pese a todo, muchos medios, al informar sobre actos delictivos perpetrados por venezolanos, evitan decir “venezolanos” en sus titultares y dicen “extranjeros”. Temen ser tildados de xenófobos y perder la millonaria publicidad estatal.


Artículo relacionado

¡Cuidado! Lacra social venezolana invade el Perú en complicidad con el gobierno y prensa mermelera (I)