Gloria Montenegro 3El ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP) lo es sólo de nombre para las personas vulnerables, pues el trabajo que realizan en favor de estas poblaciones es casi nulo, se reduce a esporádicas apariciones para la foto.

En esta pandemia, cuando la necesidad es mayor para muchos de estas poblaciones, los teléfonos de este ministerio no atienden para reportar casos de personas vulnerables, manifiestan que sólo están atendiendo casos de violencia contra la mujer.

Ante la ausencia de trabajo de la ministra Gloria Montenegro, titular de ese despacho, en Lima el alcalde Jorge Muñoz se hizo cargo de muchos indigentes que dormían en la calle, la mayoría ancianos y discapacitados y los acogió en la Plaza de Acho y ahora está en marcha la construcción de un albergue para trasladarlos.

Pero lo que hizo el alcalde Muñoz es insuficiente y día a día hay casos de estas personas vulnerables en necesidad sin que el MIMP haga algo por ellos.

Entre muchos, dos casos llamaron la atención en las últimas 24 horas. Uno es el de un anciano abandonado en San Martín de Porres con síntomas de COVID-19, ni el Minsa ni el SAMU lo atendieron, mucho menos el MIMP. Otro el de Marco Juan Zuleta Gómez, el joven alabado a principios de este año por su valerosa defensa de una mujer para salvarla de ser quemada por su pareja. Zuleta después quedó paralítico a causa de un accidente y ya no puede ganarse la vida limpiando vehículos como antes y yace en un colchón en una calle de Barrios Altos.

Pero nada hace la ministra por ellos ni por otros muchos. No vemos que haya abierto ningún local para albergar a discapacitados indigentes o ancianos.

De igual manera, tampoco hace nada con los niños que son usados por sujetos inescrupulosos para mendigar. Debido al estado de semiabandono, estos menores deberían ser recogidos de la calle, separados de sus desnaturalizados padres, como se hace en otros países, y puestos al cuidado y educación del Estado.

Desde su creación este ministerio fue un cupo de componenda para la repartija de poder. La primera ministra fue Susana Villarán, quien nada hizo por la mujer y más bien derrochó el presupuesto en asesorías inútiles para dar de ganar a su argolla de parásitos. Sobre sus dotes basta ver cómo una bien merecida prisión la adorna.

Siguieron otras similares como Anel Townsend, puesta al descubierto en el escándalo de corrupción de Odebrecht con Villarán. Todas figuras decorativas que ocuparon el cargo para compartir el poder y que el gobierno de turno tenga aliados frente a la oposición, como es la actual ministra Montenegro, quien tiene mucha burocracia indolente, pero más trabaja para las fotos que para quienes debiera proteger.

En cambio, la planilla dorada de burócratas de este ministerio tiene su sustento asegurado. En cuanto a la mujer, es muy poco lo que han hecho, no hay suficientes albergues para mujeres víctimas de violencia, no hay centros de reeducación para mujeres víctimas de trata sexual ni hay seguimiento en la Fiscalía y en el Poder Judicial para asegurar que los proxenetas cumplan una condena de prisión.

Por inútil, debería replantearse la existencia de este ministerio y sus funciones podrían ser asumidas por direcciones de otros ministerios.

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