Nora Olivé
Afrontar la revisión crítica de un gran artista es un reto ambicioso, especialmente si se trata de una figura tan vinculada a los tópicos como el arquitecto español Antoni Gaudí.
Con este objetivo presenta el Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC) una muestra de 650 piezas de arquitectura, diseño y mobiliario, así como fotografías y documentos, que invitan a redibujar el retrato del célebre ideólogo de la Sagrada Familia de Barcelona.
"Lo que intentamos explicar en esta exposición es que Gaudí no es un personaje aislado, como lo presenta su mito, sino un protagonista de primera línea en su época", cuenta en una entrevista con la agencia Sputnik el comisario, Juan José Lahuerta.
Como historiador, arquitecto y director de la Cátedra Gaudí de la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC), Lahuerta trabaja desde hace años "intentando ofrecer una visión que no sea la más tradicional" sobre el mundialmente reconocido artista.
A través de la muestra, que estará en el MNAC hasta el 6 de marzo, Lahuerta propone dejar atrás el mito de Gaudí como genio incomprendido convertido en ícono turístico para demostrar que su obra respondió a un contexto específico de estrategias políticas e ideológicas.
DERRIBANDO TÓPICOS
Si las creaciones de Antoni Gaudí (1852-1926) perduran en el tiempo es por la capacidad que tuvo de encajar dentro de su obra la complejidad de una época, no precisamente por haberse apartado de esta.
Es la tesis que defiende Lahuerta en el MNAC, cuya exhibición comienza enmarcando las famosas creaciones del artista dentro de su compromiso con una Barcelona que se encontraba "desgarrada por la lucha de clases".
Gaudí llegó en 1968 a una ciudad plagada de desequilibrios sociales y en plena expansión tras el derribo de sus murallas, que dio paso a la construcción del Ensanche, la cuadrícula de calles donde se ubicó la alta burguesía y que sigue hoy en pie.
De origen artesano, Gaudí se formó en la Escuela de Arquitectura y comenzó trabajando en las obras de otros arquitectos hasta que recibió sus primeros encargos de las familias más reconocidas de la ciudad, de donde salieron los edificios Güell, Milà o Batlló.
En 1910, tras exhibir una muestra de sus creaciones en París, pasó a dedicarse exclusivamente al proyecto de la Sagrada Familia, el templo expiatorio pensado para redimir a Barcelona de sus pecados.
Según Lahuerta, la imagen de Gaudí como "personaje aislado del mundo" se fue construyendo durante esos años, cuando se le presentaba como "alguien que vivía encerrado en su taller, que no tenía ningún contacto con el mundo exterior, con una obra salida de su propia imaginación e inspiración".
Esta visión, tan "típica del artista bohemio del siglo XIX", no refleja la realidad del que realmente fue un protagonista dentro de unos contextos complejos.
No llegó a ser el arquitecto predilecto de los burgueses de Barcelona por casualidad: Gaudí era un gran conocedor de las tendencias intelectuales y artísticas de la época, y convirtió sus casas en aparadores de un lujo basado en la novedad constante.
"Era bien consciente de las teorías que se habían desarrollado en Europa a finales del siglo XIX, y en uno más local, el de Barcelona, de la gran dificultad y complejidad política y social", asegura el comisario.
EXPLORANDO A OTRO GAUDÍ
La muestra explora esta tesis a través de la exhibición de importantes piezas de Gaudí, históricamente olvidadas, colocadas junto a obras de artistas contemporáneos.
El recibidor del piso principal de la Casa Milà, los yesos que modelaron las esculturas de la Sagrada Familia o las fotografías del Park Güell para la exposición de París acompañan las creaciones de Auguste Rodin, Geoffroy-Dechaume, Violet-le-Duc, Thomas Jeckyll o William Morris.
"Vemos muchas piezas de mobiliario, manuscritos, dibujos de Gaudí, fotografías de época, colocados al lado de obras de arquitectos que son contemporáneos suyos, con lo cual se puede establecer de manera visual una dialéctica con ellos", dice Lahuerta.
El recorrido pone especial énfasis en el importante papel que jugó la Sagrada Familia en la redención de la ciudad "de las bombas", inmersa en una ola de violencia, que todavía tiene en este templo su principal símbolo.
Tras su estancia en Barcelona, la exposición, en la que colaboraron 74 instituciones de todo el mundo, viajará al Musée d'Orsay de París en la primavera de 2022.
Aunque se espera una presencia importante de público barcelonés, por el fuerte peso de Gaudí en la imagen de la ciudad, Lahuerta cree que la muestra "va a llamar mucho la atención a los turistas" que comienzan a llenar las calles después de la pandemia.
"Ofrecemos la otra cara del mito de Gaudí, que no es solamente luz, color y alegría de las formas; sino un tanto más trágica, compleja y contradictoria, y por lo tanto mucho más rica, que satisfará la curiosidad de los que visiten", concluye el comisario.
Con información de Sputnik