La idea de construir una universidad flexible debe responder también a las necesidades de los aprendices digitales del siglo XXI.
Alrededor del 43 % de las instituciones educativas se resistían a la transformación digital para 2019, según un informe de IDC auspiciado por Microsoft. Sin embargo, con la pandemia, la obligada transición a la virtualidad aceleró este proceso de digitalización de la educación superior, situándola en el siglo xxi. “Ya no se puede pensar en educación superior sin la tecnología, y ahí tenemos que ver una oportunidad de cambio, de transformación y de mejora, de analizar institucionalmente cómo nos adaptamos a la nueva realidad, de buscar nuevas estructuras y nuevos sistemas de enseñanza”, explica Josep M. Duart, catedrático de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). A lo que añade: “Estamos empezando a hablar de universidad híbrida, es decir, una nueva dinámica fruto de la transformación digital, pero también es el resultado del análisis de la realidad en la que cada institución se encuentra, y, a partir del mismo, se deben implementar las estrategias y planes de acción específicos.”