Votar por Keiko es ser inmoral

Por Carlos Miranda

Qué dramático ver cómo en mi país la prensa —la bananera y corrupta, o sea ella casi en su totalidad— es capaz de generar tanto pánico; sobre todo entre los supuestamente privilegiados: los bien alimentados y bien educados. Y lo más increíble es que estos son capaces de ahogarse en un mar de contradicciones e inconsistencias, sin titubeos ni vacilaciones. Cuestionemos pues, ese Amén que ha construido la derecha analfabeta —siempre mercantilista—, gracias a un arduo trabajo de criminalización digno de las mejores tradiciones goebbelsianas (y al diablo con la Ley de Godwin).

 

Se mastica en los billares que Humala busca perpetuarse en el poder, pero no se dice ni pío respecto a que Fujimori se encargó de ganar fraudulentamente la re-reelección y que si no fuera por Toledo y Olivera quizá aún seguiría en el poder. Se comenta en las universidades que Humala está con Chávez, aunque no se menciona nada de la foto del trencito, ni de que Fujimori mismo declaró que el presidente de Venezuela era su amigo personal y ni tan siquiera de que él fue el único que defendió su gobierno, en una reunión de la OEA en el 2000, cuando Fujimori trataba de conseguir la aprobación internacional de su dictadura.

Se rumorea que Humala es extremista, sin embargo, se obvia que Keiko prometió pena de muerte —presten atención— para los violadores —y no para los asesinos como su padre—. Es vox populi que Humala tiene pensado estatizar todas las empresas posibles (cuando en realidad lo que ha planteado es nacionalizar actividades estratégicas, como ocurre en muchísimos países y nadie se espanta), aunque es poco común recordar que Fujimori vendió las empresas nacionales a precios ridículos y que en su tiempo la única forma de hacer negocios era pasando por la salita del SIN.

También es frecuente oír que un eventual gobierno de Humala sería antidemocrático, pero no lo es tanto escuchar que Fujimori dio el último golpe de Estado de nuestra historia. Asimismo, se suele asegurar que Humala cambiaría la constitución (la del 93, por cierto), no obstante, él ha planteado revisar posibles cambios mediante vías democráticas (como Toledo y García), a diferencia de Fujimori que sin advertir nada cambió la del 79. Constantemente se afirma que Humala desataría el caos social, aunque se ignora que Fujimori trajo la cultura combi y los incontables tragamonedas con los que hoy goza cada ciudad.

Se especula que Humala llevaría a cabo una carrera armamentista, aunque muchas veces se desconoce que Fujimori compraba armamento chatarra para cutrear con él, que le vendió armas a las Farcs y que quiso inventar una guerra (revisar Plan Siberia). Generalmente crea suspicacia la propuesta (repito: propuesta, repito nuevamente: propuesta) de Humala de nacionalizar los medios (situación que ocurre en Chile, Estados Unidos y más países), pero no levanta dudas que en el gobierno de Fujimori el canal 2 y el 13 hayan estado secuestrados, los Crousillat hayan hecho de las suyas y, para no ir tan lejos, que hoy en día más de dos tercios de la prensa apoye descaradamente la campaña fujimorista. Se fantasea con que Humala traerá pobreza y miseria, pero no viene a la memoria que Fujimori dejó la economía en recesión los últimos cuatro años y se fue —cobardemente— dejando a un 54% de la población en pobreza.

Hay quienes acusan a Humala de totalitario y dictador en potencia, sin censurar que con Fujimori el poder judicial estaba maniatado al ejecutivo, y que en su gobierno se destruyó la independencia del Ministerio Público, se controló a los órganos electorales, se compró a congresistas de la oposición, se secuestró a la prensa (es decir, se instauró el modus operandi que más tarde fuera inspiración de regímenes como el venezolano, boliviano y ecuatoriano) e incluso se realizaron esterilizaciones forzadas. Algunos —más alcahuetes— optan por sugerir que Keiko no tiene nada que ver con su padre (esta me la salto, ¿no?), sin decir palabra alguna sobre la participación en mítines y viajes de campaña de la hija del criminal, quien incluso en Arequipa, fue protegida por los escudos de la dictadura de las pedradas de los iracundos arequipeños y que hoy por hoy no hay oportunidad en la que deje se ensalzar la figura de su encarcelado padre, siendo apoyada por los mismos sinvergüenzas que hace once años defendían a ultranza, desde el mismo partido, al gobernante más corrupto de nuestra historia.

Por otro lado, se resalta que el plan de gobierno nacionalista resulta cambiante e incoherente, dejando de lado que el plan de Keiko —en palabras de Rosa María Palacios— ¡no dice nada! (aparte de alabar al todo glorioso ladrón). Igual como se suele señalar que es inviable el proyecto “Pensión 65”, obviando que no lo es menos el demagógico “Mi primera chamba” de la princesita Yakuza. Es terrible escuchar que Humala carece de preparación académica (cosa que no es cierta, pues tiene estudios en la Sorbona de París y una maestría en Ciencias Políticas por la PUCP), cuando no se hacen referencias a que Keiko estudió en Boston (mientras su padre vivía en austeridad en el SIN y ganaba tres mil soles mensuales) con la plata que les repartía a ella y a sus corruptos hermanos Montesinos, cuando los peruanos estudiaban en esteras. Del mismo modo, se dice que Humala recibe apoyo económico de medios dudosos, sin embargo, se calla que hay testimonios probados y comprobados que el fujimorismo estuvo aliado con el narcotráfico. Por último (vamos con Bayly), es difícil no percatarse del constante recuerdo de Antauro y el "Andahuaylazo", con la respectiva amnesia sobre la peculiar forma de “eliminar” al terrorismo, creando escuadrones de la muerte, violando los derechos humanos, dejando escapar cuando convenía a Abimael Guzmán y diseñando atentados desde el SIN.

En este contexto, algunos más salvajes opinan que para votar por Humala hace falta ser ignorante. Yo, para no ofenderlos, me limitaré a sentenciar que para votar por Keiko hace falta tener poca memoria (y poca vergüenza).

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