La ideología de la inferioridad latinoamericana: Componentes religiosos y raciales (Parte 2)

Puede autogobernarse una América Latina poblada de mestizos, negros y católicos?

Escribe: César Vásquez Bazán

Las élites dominantes de los Estados Unidos creyeron encontrar la explicación de la inferioridad de América Latina en las condiciones políticas, culturales y económicas imperantes en nuestra región.

 

Desde principios del siglo XIX, resultaba claro para las clases dirigentes de Estados Unidos que lo que ellas consideraban la ignorancia de los pueblos latinoamericanos, la falta de visión de sus líderes, y la influencia de la Iglesia Católica, afectarían negativamente la capacidad de autogobierno que podría desarrollar la región.

En 1811, en una carta dirigida a Alexander von Humboldt, el tercer presidente de los Estados Unidos –Thomas Jefferson– hizo explícita su opinión inicial sobre el tema. Escribió al respecto: “¿Qué clase de gobierno establecerán [los latinoamericanos]? ¿De cuánta libertad pueden gozar sin que se intoxiquen con ella? ¿Están sus líderes suficientemente iluminados como para formar gobiernos bien establecidos? ¿Está su gente preparada para supervigilar a los líderes? ¿Han colocado a sus indios [asimilados a la sociedad criolla] en pie de igualdad con los blancos?... A menos que la educación pueda transmitirse entre los indígenas con mayor rapidez que lo que demuestra la experiencia, las sociedades latinoamericanas se verán afectadas por el despotismo antes que estén listas para defender los avances que hubieran obtenido” (Whitman 1945, 271).

Siete años después, en 1818, las preocupaciones originales de Jefferson dieron paso a una visión aún más pesimista sobre las perspectivas de autogobierno de los países de América Latina. Refiriéndose a los latinoamericanos, Jefferson explicó: “El enemigo peligroso [que tienen] está dentro de ellos mismos. Sometidos al despotismo religioso y militar, la ignorancia y la superstición encadenarán sus mentes y sus cuerpos. Creo que sería mejor para ellos obtener la libertad sólo en forma gradual. Progresivamente obtendrían el conocimiento y la información [que necesitan], para hacerse cargo de sí mismos con la comprensión debida; con mayor seguridad si, paralelamente, se ejerce sobre ellos sólo el control que resulte necesario para mantenerlos en paz unos con otros” (Cappon 1959, 524).

No fue sino hasta 1821, año en que el Perú alcanzó la independencia política de España, que el presidente Jefferson llegó a su conclusión final. Sentenció que América Latina era una región incapaz de vivir en democracia. Jefferson escribió: “Desde un principio temí que estas gentes no estuvieran suficientemente iluminadas para practicar el autogobierno y que, después de experimentar hechos de sangre y masacres, terminaran viviendo bajo tiranías militares, más o menos numerosas” (Cappon 1959, 570).
 
Otros líderes de la independencia de Estados Unidos compartieron opiniones similares con respecto a América Latina. Lleno de dudas, John Adams, egundo presidente de los Estados Unidos, escribió: “[Los latinoamericanos] serán independientes de España. Sin embargo, ¿podrán tener gobiernos libres? ¿Puede coexistir un gobierno libre y la religión católica romana?” (Cappon 1959, 523).

Los dirigentes estadounidenses asumieron que siguiendo su ejemplo, la América Latina independiente establecería una federación de estados, conformada por democracias prósperas. Sin embargo, observaron que esta posibilidad se vería obstaculizada por la sucesión de movimientos revolucionarios, crisis fiscales y brotes de corrupción gubernamental. En un ensayo publicado en The Forum, en 1894, el futuro presidente Teodoro Roosevelt percibió esta realidad y la atribuyó a las discordias existentes entre las naciones de América Latina: “El espíritu de patriotismo provincial y la incapacidad para asumir el compromiso de adhesión a lapatria grande ha sido la causa principal que ha producido semejante anarquía en los estados de América del Sur. Esto ha dado lugar a que se presente ante nosotros, no una gran federación de naciones hispanoamericanas –que se extienda desde el Río Grande hasta el Cabo de Hornos– sino una multitud conflictiva de estados, plagados de revoluciones, ninguno de los cuales ha llegado a adquirir, siquiera, el rango de una potencia de segunda importancia” (DiNunzio 1994, 167).

Por otra parte, los políticos estadounidenses racionalizaron el atraso y la pobreza de América Latina como el resultado natural de su incapacidad para mantener una economía de mercado debidamente estructurada. Partieron de la observación que las cajas fiscales de América Latina usualmente se encuentran en bancarrota. Dada su incapacidad para recaudar impuestos, la región mantiene una abultada deuda y, a pesar de los incumplimientos en su pago, siempre está solicitando nuevos préstamos. Debido a la existencia de este círculo vicioso de endeudameinto, durante el siglo XIX los hombres de negocios estadounidenses “no vieron futuro [en América Latina], salvo la continuación indefinida del régimen hispanoamericano de revoluciones, repudio de la deuda, devaluación monetaria y bancarrota... No puede esperarse buen gobierno ni buena fe de mestizos ni negros (Adee 1969, 322).
 
Obras citadas
 
Adee, Alvey A. 1969. “Secretary of State Frelinghuysen’s Analysis of Expansion into Latin America”, pp. 322-323 en The Shaping of American Diplomacy: Readings and Documents in American Foreign Relations. 2 vols. Vol. I, 1750-1914, editado y con un comentario de William Appleman Williams. Chicago: Rand McNally & Company.
 
Berlet, Chip, y Margaret Quigley. 1995. “Theocracy & White Supremacy: Behind the Culture War to Restore Traditional Values”, pp. 15-43 en Eyes Right! Challenging the Right Wing Backlash, editado por Chip Berlet. Boston: South End Press, citando el artículo de Patrick Buchanan “Immigration Reform or Racial Purity”.
 
Cappon, Lester J., editor. 1959. The Adams-Jefferson Letters: The Complete Correspondence Between Thomas Jefferson and Abigail and John Adams. 2 vols. Vol. II, 1812-1826. Chapel Hill: The University of North Carolina Press.
 
DiNunzio, Mario R. ed. 1994. Theodore Roosevelt. An American Mind. A Selection from His Writings. New York: St. Martin’s Press.
 
Taft, William Howard. 1973. “Taft’s Veto of Literacy Test for Immigrants”, pp. 77-78 in Documents of American History. 9a. ed. 2 vols. Vol. II, Since 1898, editado por Henry Steele Commager. New York: Appleton-Century-Crofts.
 
Whitman, Willson, editor. 1945. Jefferson’s Letters. Eau Claire, Wisconsin: E. M. Hale and Company.

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