Enviado por Raúl Allain
El lema del programa más perverso de control mental reza: “¿podemos tomar el control de la mente de un individuo y dominar su voluntad?”
Tras la droga, se investigó con la electrónica, las telecomunicaciones y el injerto de un chip.
Violaciones y satanismo son algunas de las vertientes de MK Ultra.
Foto izquierda: Henry Kissinger fue uno de los ideólogos del proyecto Mind Kontrol Ultra (MK Ultra).
A finales del siglo XIX nacen las ciencias de la psicología y la psiquiatría y los medios de comunicación de masas. Las investigaciones en ambas disciplinas irían en paralelo y profundizarían mucho antes de que la radio y la televisión se popularizaran, por un lado, y las terapias psicológicas estuvieran al alcance de todo el mundo, por otro. Nuestro cerebro y los medios de comunicación (radio, TV, teléfono) tienen algo en común: todos funcionan por ondas.
Las investigaciones secretas iniciadas a finales del siglo XIX por los primeros psicólogos y psiquiatras han llegado hace tiempo a conclusiones que desasosegarán a muchos: enfermedades como la esquizofrenia o la paranoia tienen una longitud de onda en hertzios. Es decir, que se pueden programar mediante ondas. Por el otro lado, la curación de nuestros órganos a través de la vibración se conoce como medicina cuántica y se basa en que somos un organismo electromagnético.
Como en muchas otras cosas, los científicos alemanes destacaron en estos campos. Está documentado que gran parte de los experimentos realizados por los científicos nazis tenían por objetivo doblegar la voluntad del individuo… o de una colectividad. No es por casualidad que el régimen nazi fuera el primero en utilizar la radio y el cine como medio de propaganda, es decir, de adoctrinamiento de las masas. Más sorprenderá conocer que el propio Adolf Hitler, miembro de la sociedad de Thule, realizó cursos de formación en Inglaterra sobre técnicas de oratoria en el Instituto Tavistock de Relaciones Sociales. Estas técnicas, hoy usadas por todos los partidos políticos, fueron la base de su éxito.
Nada más terminar la Segunda Guerra Mundial se produjo una feroz lucha entre la URSS y EEUU para fichar a los mejores científicos nazis, los mismos que habían cometido estas barbaridades (y otros, en el campo aeroespacial). Uno de los ojeadores se llamaba Henry Kissinger, y fue uno de los ideólogos del Proyecto Mind Kontrol Ultra (MK Ultra). Su meta, como apareció en un documento del programa MK Ultra, de 1952, suena todavía hoy a ciencia ficción: “podemos tomar control de un individuo, al punto donde éste hará nuestra voluntad, contra la suya propia, y aún contra las propias leyes fundamentales de la naturaleza y la autoconservación”.
De acuerdo a datos oficiales, el Proyecto MK Ultra se extendió entre los años 1952 a 1965, con un presupuesto de mil quinientos millones de pesetas, e involucró a 185 sabios que en estricto secreto llevaron a cabo 149 investigaciones diferentes en 44 universidades e institutos, 15 fundaciones y laboratorios, 12 hospitales y tres penitenciarías. Sacados a la luz en los años setenta en el curso de una investigación del Congreso de los Estados Unidos, la mayor parte de los documentos que prueban la existencia de este programa fueron destruidos por Richard Helms, ex jefe de la CIA, cuando abandonó el cargo, en 1973. Aún así, algunos pudieron ser rescatados por la Comisión presidida por Richard Church. En Internet se pueden encontrar los originales que no fueron destruidos: la comisión Church constató que los voluntarios no habían dado su pleno consentimiento para participar en esos ensayos, aunque exculpó a la CIA de haberlos llevado a cabo. A consecuencia de ello, el presidente Gerald Ford llegó a prohibir expresamente la experimentación con drogas sin el consentimiento expreso del paciente.
Oficialmente, la comisión Church de 1974 acabó con estas prácticas pero todavía en los años noventa, Bill Clinton pidió perdón por su existencia: “miles de experimentos se llevaron a cabo en hospitales, universidades y bases militares en toda nuestra nación, inmorales, no solo para nuestros días sino para los estándares de cuando fueron realizados”. Sin embargo, estos experimentos han continuado con el proyecto DARPA, Defense Advanced Research Projects Agency (Agencia de investigación de proyectos avanzados de defensa). Sus instalaciones están a unos pocos centenares de metros de la Universidad de Virginia donde el coreano Cho mató a decenas de compañeros en 2006 sin motivo alguno. Para muchos, Cho fue un asesino teledirigido.
La experimentación con los medios de comunicación como arma de manipulación de las masas ha ido intrínsecamente unida a las de la psicología. Tanto es así que el Padre de la Manipulación mediática, el creador del término Relaciones Públicas, fue el sobrino de Sigmund Freud, Eduard Bernays. Conociendo sus escritos cuando todavía no se habían publicado en Estados Unidos (él mismo los publicaría) comenzó a asesorar a políticos y empresas en la manipulación de la Opinión Pública. Fue así como ayudó al presidente Woodrow Wilson a convencer a los norteamericanos de que debían entrar en la Primera Guerra Mundial en contra de los alemanes creando noticias falsas de la misma manera que un siglo después se haría con Sadam Hussein, Hugo Chávez o Mahmud Ahmedineyad. Un poco antes, Bernays había logrado su mejor éxito al convencer a las mujeres de que fumar era glamoroso, por cuenta de una tabacalera, claro. Las armas utilizadas serían las mismas que la publicidad y la televisión usarían en el siglo siguiente: sexo y violencia.
Los instintos irracionales del individuo
Este patrón individual se repite a nivel masivo, pudiendo programarse las mentes de colectividades mediante una adecuada dosis de sexo y violencia, que nublan la conciencia de la persona.
Los archivos sobre el programa Mind Kontrol Ultra desclasificados en 1975 indican que en los años cincuenta comenzaron los ensayos con drogas como el LSD o la mescalina para averiguar cómo tomar el control de la mente de un ser humano y poder crear así el supersoldado. La CIA no fue el único organismo norteamericano que utilizó este arma; el ejército norteamericano hizo lo propio y sometió –en principio, con su consentimiento- a varios espías a pruebas de la verdad tras haber ingerido LSD. El experimento trataba de comprobar si determinadas drogas podían hacer que los detenidos confesaran.
La cultura del ácido
Hoy es de dominio público la influencia que el LSD ejerció en el emerger de la llamada cultura psicodélica, de la mano, entre otros, del psicólogo Timothy Leary y el escritor Ken Kesey, pero es muy desconocido su uso en el control mental de la población. En 1957 el doctor suizo Albert Hoffman, descubridor del famoso ácido lisérgico, fue contactado por el profesor Roger Heim para sintetizar algunos de los hongos mexicanos más psicoactivos. A ellos se uniría James Moore, de la universidad de Delaware y agente de la CIA, así como el también agente CIA, Cord Meyer, implicado en el asesinato de Kennedy.
Este proyecto para acabar con el movimiento hippie cristalizó con la extensión del LSD entre toda una generación, conocida como Operación Caos, un auténtico ejercicio multitudinario de control mental que se unió a la infiltración de agentes, denominada Cointelpro.
Llega la electrónica
Después de la investigación con psicotrópicos, los esfuerzos de estos grupos de experimentadores al servicio del gobierno norteamericano se volcaron en la integración de la electrónica. En concreto, el doctor español José Delgado, neurofísico de la Universidad de Yale, trabajó en la introducción de una sonda en el cerebro, mediante la cual se podría insertar determinadas emociones en la mente por medio de ondas FM. El doctor Delgado concluyó en sus estudios que el cerebro trabajaba con ondas y que tanto las emociones como la conducta, se podían crear artificialmente.
Los vídeos de cómo una persona puede ser teledirigida se pueden ver hoy en Youtube así como un curioso experimento con un toro de lidia que escapa del capote rojo.
En 1974, el Dr. Scapitz, científico con fondos del Departamento de Defensa, tuvo una gran idea: combinar los estudios del MK Ultra con las nuevas tecnologías de microondas y la hipnosis. En un desliz, el Dr. Scapitz declaró públicamente que “se proyectará la palabra del hipnotista, mediante la energía electromagnética modulada, a las zonas subconscientes del cerebro del individuo”.
El Dr. Ross Adey, de la Universidad de California, dio un paso más allá al conseguir la miniaturización de los emisores insertados en el cerebro que, unidos a las microondas, podrían controlar las ondas cerebrales. Poco tiempo después, el Dr. Joseph Sharp, del Instituto de Investigaciones del Ejército, logró transmitir palabras a través de microondas. Ubicado dentro de un flujo de ondas electromagnéticas, Sharp fue capaz de entender claramente palabras transmitidas a él por un compañero. Recientemente, la compañía Verisign ha comenzado a implantar chips en niños de Brasil y México, con fines de seguridad: el chip proporcionaría su ubicación en caso de secuestro. Pero también algunas discotecas de Barcelona han comenzado a implantar chips a sus mejores clientes “para no tener que llevar dinero”; bastará con leer el código de barras del cliente. La última información que poseemos es que 500 hospitales de los
Estados Unidos han acordado implantar el verichip:
“el sistema de Identificación de Pacientes VeriMed, que consiste en un scanner de identificación de frecuencia de radio (RFID) operado a mano, un microchip RFID implantado, y una base de datos de pacientes segura, está siendo usado para ayudar a identificar rápidamente y proveer acceso a importantes informaciones sobre salud de pacientes participantes”.
Víctimas del control mental
A finales de los años noventa, las víctimas de los programas MK Ultra comenzaron a salir a la luz. A la cabeza de todas ellas, Cathy O’Brien, fundadora de la asociación de víctimas y autora del libro Trance-formation of America, reeditado en 14 ocasiones. Ayudada por su pareja, Mark Philips, ex agente de la CIA, Cathy ha revivido su pasado como víctima de abusos sexuales por su padre, obligada al porno infantil, esclava sexual de varios presidentes USA y víctima del control mental. Su testimonio aclara no una, sino muchas de las cuestiones actuales:
“cuando sufres abusos sexuales, se crea un trauma en tu mente. Para sobrellevarlo, la mente crea otra personalidad, de tal manera que se crea un desorden de identidad disociativo comúnmente llamado múltiple personalidad. Es en esa personalidad donde MK Ultra trabaja. A mi padre le sobornaron para que hiciera de mí una estrella del porno infantil y, más tarde, una esclava sexual de las altas esferas del poder durante la presidencia de Gerald Ford”.
Una vez liberada de su programa y gracias a su inusual acceso a instancias del poder oculto, O’Brien se ha convertido en una informadora de primer orden. “En una orgía en la Casa Blanca, escuché al por entonces presidente de Canadá, Brian Mulroney, decir que sólo podría haber paz si controlamos las mentes de toda la población. También se lo oí decir a George Bush y Henry Kissinger; el primero es uno de los jefes del Nuevo Orden Mundial y continuador de la obra de Hitler”. O’Brien afirma haber participado en ceremonias satánicas de la élite del poder en el soto de Bohemia (California).
No menos impresionante es el testimonio de Brice Taylor. Como O’Brien, fue víctima de abusos sexuales desde pequeña en ceremonias satánicas, esclava sexual de varios presidentes de los Estados Unidos (incluyendo Nixon, Ford, Kennedy y George Bush padre). Taylor fue secretaria personal del germano de origen, Henry Kissinger, durante varias décadas, y usada como correo y espía por parte de este personaje, quien parece ser uno de los cerebros de este tipo de prácticas.
El perfil de niño secuestrado, violado en su infancia e inducido a través de las drogas, se repite en todos los casos de MK Ultra. El de Duncan O’Finionan tiene todos los ingredientes para una película. Seleccionado por la CIA por su sangre cherokee-irlandesa, en la creencia de que estos pueblos tienen habilidades parapsíquicas, O’Finionan es el prototipo de supersoldado.
Secuestrado de niño, víctima de abusos sexuales y preparados para hacer de él un supersoldado, formó parte de un escuadrón de niños asesinos en la guerra de Vietnam y confiesa haber matado, como francotirador y con la personalidad que le crearon, a varias personalidades, entre ellas, a un alto cargo de la CIA. En varias ocasiones, aparecía en un lugar, sin recuerdo de cómo había llegado hasta allí.
Con unas constantes vitales de superatleta, la rapidez de un velocista olímpico y la fuerza de un luchador profesional (un trabajo que ha ejercido), su perfil es el de un Delta Force, en cuyas fuerzas ha trabajado también. O’ Finionan afirma poseer facultades paranormales.
Sectas satánicas
El Proyecto Monarca se especializó en el análisis de disciplinas como el vudú y el satanismo y en la creación de sectas, comenzando en 1966 con la iglesia de Satán. A su cargo, la CIA colocó al estudiante de criminología en San Francisco, ex miembro de la policía de esa ciudad y de la Interpol, Anthon Lavey. Su máximo colaborador en el círculo mágico que dirigía, era el agente de seguridad nacional (NSA), general Michael Aquino, especialista en guerra psicológica. En 1973, Aquino se convertiría en el máximo responsable de operaciones psicológicas especiales, declarando que la psicología es la victoria en la guerra de las mentes. El creía que las poblaciones podían ser dominadas por medio de un estado de terror psicológico y de provocar sensaciones de inminente destrucción. Al tanto de las investigaciones citadas antes, Aquino discutió las posibilidades del uso de ondas de baja frecuencia para el control de la mente “sin tener que utilizar una bala”, ya sea mediante emisores de radio, televisión o microondas, consiguiendo manipular los sentimientos y pensamientos de la población.
Posteriormente, Aquino se independizaría de Lavey, creando la iglesia de Set, influenciada por el nazi Himmler, del que Aquino es un fiel seguidor, llegando a efectuar ceremonias con el uniforme de las SS. Su nombre ha aparecido en juicios sobre pederastia (caso Larry King) y de tráfico de drogas relacionados con la contra nicaragüense. Su iglesia está dirigida por un consejo de nueve personas, dos de los cuales eran, en los años noventa, agentes de los servicios de inteligencia.
Hasta hace poco, Aquino ocupaba un alto cargo en la secretísima NSA, junto con el general Black y el general Hayden, ex director de la CIA. Cathy O’Brien acusa a Aquino de haber trabajado las mentes de al menos uno de los asesinos de Columbine (Klebold o Harris) por medio de drogas.
Un dato que se sostiene por la común afición de estos chicos a los cultos satánicos, al igual que otros legendarios asesinos en serie. La familia Manson estuvo asociada a la Iglesia del proceso, ligada a la CIA, en Utah, antes de mudarse a California y convertirse en la Fundación y desencadenar la célebre matanza en la vivienda del aficionado al satanismo, Roman Polanski.
En el juicio a la Iglesia del proceso del juicio final (escisión de la Cienciología), se relataron hasta 60 casos de abusos dentro de ceremonias satánicas. La información que los psicólogos obtuvieron en los diferentes niveles del inconsciente daba cuenta de un primer nivel de recuerdos como víctimas de abusos sexuales. 45 adultos admitieron haber visto o participado en sacrificios humanos.
Todos habían desarrollado problemas psicológicos como múltiples personalidades. En un segundo nivel, afloraron incestos. En un tercer nivel, aparecieron los recuerdos de ver a personas herir a otras personas o incluso matarlas. Algunos llegaron a ver niños asesinados e, incluso, en un nivel más profundo, algunos reconocían haber asesinado a sus propios bebés.
La iglesia de la Cienciología y la secta coreana, Moon o Iglesia de la Unificación, son otras de las sectas señaladas por los investigadores como conectados a estos programas secretos. Los creadores de ambos cultos (Ron Hubbard y Sun Myung Moon) fueron agentes de los servicios secretos norteamericanos y coreanos respectivamente.
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