hemicicloPor Herbert Mujica Rojas

No pocos cientos de miles se hacen esta pregunta desde que amanece hasta que el día termina y las respuestas son siempre desconsoladoras. Los noticieros y sus entregas sangrientas por toneladas puntualizan que somos un país con lobos que atacan a gorilas y chacales a plena luz del día.

Nuestros políticos en su inmensa mayoría son piltrafas ayunas de intelecto y visión geopolítica, pocas veces la Nación tuvo a sus sentinas como representantes y a tarados como gonfaloneros de lo que debía ser un proyecto para cien o doscientos años.
 
Periodistas e intelectuales por manadas emiten señales de baja estofa y según quien pague el envión. Casi nadie cuestiona el status quo, a todos alegra ser considerados "formadores de opinión", aunque aquello sea garrulería de la más palurda que pueda haber registrado la historia patria de los últimos casi 200 años.
 
¿Alguna vez la corrupción dejó de ser la constante porfiada y tenaz que acompaña a todas las dinámicas aquí emprendidas y a las inercias respetadas? Nunca se recuerda que en el trío expoliador que llegó desde España estaban Francisco Pizarro, Diego de Almagro y el cura Hernando de Luque. La codicia, la crueldad y la mentira de la mano por estas tierras.
 
Basta con ver el rostro del hombre y mujer común por dónde uno pase y obtendrá la gráfica triste de seres resignados, incapaces por ignorantes de cuáles son sus derechos y patrimonios. La desolación camina por calles y plazas de todo el país, de norte a sur, de este a oeste. En épocas contemporáneas hasta la primavera demora su entrada triunfal cediendo su puesto al grisáceo tradicional de una capital informe, monstruosa, horrenda, mucho peor que el Chicago o el Nueva York de los años 20 y 30.
 
Si se habla con jóvenes hay la comprobación que sólo les preocupa tener un buen puesto de trabajo, tarjetas de crédito, ir a Miami o Europa y su divorcio con la historia o el pasado es clamoroso. No parece fácil para ellos establecer trabazón con un país en que abundan ladrones de cuello y corbata, gorilas politicantes que aspiran a ser presidentes cada vez que pueden y que en lugar de ser ejemplo constituyen aberraciones ambulantes.
 
¿Se ha preguntado, amable lector, si fue ejercicio limpio y democrático que se otorgara prescripción al expresidente Alan García Pérez y que todas las asimetrías de que le acusaron por su desgobierno entre 1985-1990, fueran legalmente finiquitadas? Este baldón vergonzoso ¡ni se enuncia!
 
¿Por causa de qué se atribuye a un presidente peruano, que manda poco y administra peor, poderes imperiales de que carece y peor aún si gasta el dinero del pueblo en campañas políticas para su esposa? Que la prensa tributaria y mediocre barnice el asunto no quita veracidad a lo que todos ven.
 
Los partidos políticos son tan solo clubes electorales que cumplen la sagrada misión de entronizar a vividores de la cansada ubre del Estado cada cierto tiempo, y los más pícaros hacen negociados urbi et orbi y despiertan pobres pero anochecen enriquecidos de mala manera.
 
Aquí hemos tenido unos zafarranchos que en cualquier país civilizado causarían carcajadas de burla y mohínes de lástima. Un diplomático, célebre por haber pasado el 1.80 mts. de estatura y cociente intelectual por debajo de los 80 puntos, fue ministro de Defensa durante el segundo gobierno de García Pérez y el pobre no diferenciaba el maullido de un gato de una ráfaga de metralleta. Para variar en los días de crisis que corren, el jefe de Estado Humala asignó la cartera de Interior a un vanidoso productor de letanías que nunca obtuvo respaldo del Congreso para ser Defensor del Pueblo de manera legítima.
 
Repetir con González Prada que el Congreso es un lugar del que hasta el caballo de Calígula se avergonzaria de formar parte, no es más que moneda común que a todos consta menos, ciertamente, a los precarios 130 inquilinos que no se dan por enterados. ¡Por favor, los fines de mes y los cheques son fundamentales en el esquema de estos personajes!
 
Es pertinente preguntar y hacerlo con firmeza:
 
¿Es Perú un país posible?

19-11-2013

http://www.voltairenet.org/article181040.html?var_mode=recalcul

 

Ladrones y asesinos matan empleo

"Los intereses y objetivos de los capitales chilenos en el Perú son incompatibles con los de las empresas peruanas, el estado peruano y el pueblo peruano. El crecimiento y prosperidad de las empresas chilenas en el Perú se hace en desmedro de las empresas peruanas. Pequeños y medianos negocios de peruanos desaparecen o se debilitan para dar paso a la competencia de empresarios chilenos, que una vez instalados implantan una política laboral que perjudica a los trabajadores peruanos."

 

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