Javier Valle-Riestra
Divagaré. Empiezo declarando que soy heterosexual convicto y confeso. Estoy casado con Rosario hace casi veinte años y con su predecesora, lo estuve dieciocho. Ese es mi salvoconducto para tocar este espinoso tema. ¿Es posible institucionalizar la unión de hecho de dos personas del mismo sexo aplicándoles las características del matrimonio?; es decir, gananciales, alimentos, herencia, divorcio, etc. No soy un opositor radical a que esto pueda suceder.
Soy católico y debería seguir las instrucciones del cardenal Cipriani. Pero, aquí estoy reflexionando como escritor. Creo que el amorío entre dos mujeres o entre dos hombres es fruto de una pasión frenética superior a lo normal por el propio hecho de su anormalidad. Estas uniones son atractivas por su prohibición y porque la opinión pública las condena. Me llevo la impresión de que este tipo de enlaces es efímero por ser fruto precisamente de una pasión no convencional.
Ahí tenemos el caso de lord Alfred Douglas y Oscar Wilde. Gran romance. Gran escándalo. Cárcel. Y a las finales, Wilde se quedó solo. No hay necesidad de crear un pseudo matrimonio. Si dos mujeres o dos hombres están dispuestos a concubinar, no tienen mejor solución que tener una casa donde vivir y celebrar un contrato donde se señale cuales son los bienes propios y cuales los comunes; pueden incluirse cláusulas hereditarias y la obligación de socorrerse vía alimentaria, si es el caso.
En esa forma, don Juan y don Pedro, doña María y doña Jesús, pueden vivir unidos sin fabricarles una institución ad hoc. No se es más revolucionario ni más progresista apoyando el texto de ley propuesto por Bruce, Mulder y otros. Aprobar una ley no va a modificar los prejuicios en los próximos tiempos.
El proyecto dice en su artículo primero que se entiende por unión civil no matrimonial a la unión voluntaria conformada por dos personas del mismo sexo con el fin de establecer y garantizar deberes y derechos del uno para con el otro. Para eso no se necesita aprobar una ley. ¿Qué hacer? Los que estén en esa situación pueden ir a cualquier notaria y declarar que forman una comunidad de bienes y pedir que se inscriba en el Registro Personal de los Registros Públicos.
¿Cuánto durará? Excepcionalmente, toda la vida; y en los más de los casos, sumarísimamente. Mientras dure la pasión. Por tanto, no necesitamos ese texto. Una ley para romances.
Expreso, Lima 03-06-2014
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