Ante la propaganda de los grupos homosexuales, que buscan legalizar sus uniones, algunas ONG que reciben millones (las cuales nunca declararan en detalle en qué gastan) para presuntamente defiender los derechos humanos, mueven sus contactos en el gobierno y han obtenido una opinión favorable del ministro de Justicia Daniel Figallo para este fin.
Estos progagandistas aducen que la homosexualidad y su expresión pública en uniones civiles es un “derecho humano”. Eso no está señalado en la Constitución, no existe tal “derecho humano”. Los homosexuales nunca dejan de ser hombres o mujeres y como tales tienen los mismos derechos.
¿La homosexualidad es un tercer sexo o es una conducta?
La homosexualidad no es un sexo. Incluso, si un hombre se opera para remedar el cuerpo de una mujer y ser un llamado “transexual”, absolutamente todas sus células continuarán con su marca genética que lo identifican como hombre y viceversa para las mujeres.
La homosexualidad es solo una conducta desviada que puede ser sostenida o cambiada a voluntad de la persona, como lo son el adulterio, la zoofilia, la promiscuidad sexual, la bigamia, la poligamia, la poliandria, el intercambio sexual de parejas, etc. Este tipo de conductas son censuradas por los códigos morales de la mayoría de peruanos, que probadamente son católicos, evangélicos, judíos o musulmanes. Incluso muchos ateos decentes rechazan estas desviaciones sexuales.
Como vemos, sólo hay una conducta sexual aceptable y es la que se ejerce en respeto a la sociedad, en calidad de hombres o mujeres, que se unen para formar una familia, consigan o no tener hijos. La vida sexual de la pareja está protegida por las leyes, así como su intimidad, que también protege a las parejas homosexuales, pues nadie tiene derecho a exponer públicamente lo que sucede en la intimidad.
El matrimonio y la unión de hecho entre un hombre y una mujer son protegidos porque se reconoce su papel primordial como familia y células básicas de la sociedad. Cuanto mejor hagan su papel, tanto más progresará un país, por ello, no se puede socavar la institución del matrimonio o unión de hombre y mujer permitiendo su irrespeto con remedos paralelos, como las uniones civiles entre homosexuales.
Incluso el sexo heterosexual tiene límites y sus desviaciones se castigan
Incluso el sexo entre hombres y mujeres tiene límites y desviaciones, como el adulterio, la promiscuidad o graves depravaciones que son castigadas por la ley, como la violación de adultos o menores, el exhibicionismo genital público, sean o no casados, la bigamia, la poligamia, el incesto y la prostitución ilegal (pues ciertos países la consideran legal con límites).
Una batalla desigual
Por milenios la sociedad ha construido códigos y límites que la ley natural, la convivencia decente y el respeto, en especial por los menores, han señalado ser obvios y necesarios. Esos milenios de desarrollo social pretenden ser destruidos por decretos promovidos por organizaciones millonarias dirigidas por pocos, las cuales con su fortuna dispersan en todo el mundo, a través de los medios de comunicación e internet y canales de los cuales se sirven, como el arte, las letras, la moda, la psicología (donde se han infiltrado porque no es totalmente ciencia), el derecho, la política.
Para los que tienen creencias religiosas, como católicos, evangélicos, protestantes, musulmanes o judíos, estas corrientes que promueven la homosexualidad tienen un claro origen: la oposición a las leyes de Dios, atizadas por la sugestión demoniaca, aceptada por los humanos.
Mientras la promoción de la homosexualidad gasta millones, la promoción de la heterosexualidad no invierte en su defensa, espera confiada en la buena voluntad de los seres humanos y así se produce una lucha desigual, pues los menores están saturados de propaganda homosexual contra cero propaganda heterosexual. Por ello, paìses como Rusia han prohibido la propaganda homosexual, que en el Perú se está enquistando. La historia está llena de ejemplos del avance de las estructuras del mal (llamadas estructuras de pecado por la Iglesia Católica) cuando han encontrado pasividad por parte de la gente de bien, como fue el nazismo y otros males.
Patrimonio
Si de Constitución se habla, tenemos que:
- en su Artículo 2.º estbalece que toda persona tiene derecho: “1. A la vida, a su identidad, a su integridad moral, psíquica y física y a su libre desarrollo y bienestar”. La homosexualidad, si es pública, agrede la integridad moral, en especial de los menores.
- en su capítulo, De los Derechos Sociales y Económicos, artículo 5.º, se indica: “La unión estable de un varón y una mujer, libres de impedimento matrimonial, que forman un hogar de hecho, da lugar a una comunidad de bienes sujeta al régimen de la sociedad de gananciales en cuanto sea aplicable”.
Uno de los pretextos esgrimidos por los homosexuales para justificar el “matrimonio” o “unión civil”, son los problemas de bienes y herencia. No quieren reconocer que para hacer como les plazca con sus bienes tienen las leyes existentes, pues pueden formar asociaciones en las que dispongan como deseen con su patrimonio, donándolo a terceros, prestándolo, etc. En vida pueden hacer un testamento nombrando como herederos a quienes deseen, no hay impedimento.
No obstante, como la homosexualidad es una conducta, los promotores de la homosexualidad se resisten a hablar de lo que sucederá cuando cese la conducta homosexual. Todo lo que han construido dejará de tener base cuando uno de los homosexuales de una pareja se arrepienta y decida no actuar como tal. Se trata, por tanto, de uniones sin cimiento estable, porque están basadas en conductas temporales, no en realidades biológicas, como es el caso de hombres y mujeres normales.
Por eso, así como las asociaciones se conforman hasta cuando la voluntad de los participantes lo defina, lo más viable será que los homosexuales recurran a las formas de asociación para organizar sus patrimonio, así lo harán sin escandalizar a la sociedad, pues si se unen dos, tres o más, los demás no tienen por qué enterarse de lo que suceda en su intimidad. No hay necesidad de publicar la intimidad homosexual en una asociación de dos o más personas. ¿Por qué ese afán de proclamar la homosexualidad?
Además, un homosexual no practica la homosexualidad solo, sino que busca a alguien más y será un peligro cuando ese alguien más sea un menor. De modo que de alguna manera, un homosexual ha escandalizado por lo menos a una persona con la finalidad de satisfacer sus apetitos sexuales. No es cierto que el homosexual viva su vida sin meterse con nadie, porque siempre convence o engatusa a otra persona.
Beneficios sociales
Es un exceso pretender que una o más parejas de un homosexual sean mantenidos en costos sociales como los de EsSalud o jubilación, pues el homosexual, al hacer pública su elección sexual, decidió escandalizar a la sociedad y debería reparar ese daño, por lo cual no debe ser premiado. Además, nunca sabremos si el homosexual dejó su conducta y si su pareja podría estar gozando de un derecho en realidad extinto, si su pareja dejó la conducta homosexual. No sólo eso, abrir esta puerta será pretexo para que futuras desviaciones pretendan abusar de los beneficios sociales, como la poligamia, el adulterio, la poliandria, la zoofilia, etc.
Ya sea por referendo o por otra vía, la sociedad debe ser más activa para hacer frente a la propaganda homosexual. La pasividad sólo conducirá al triunfo de una estructura del mal financiada por millones de dólares, que comodinamente es utilizada por políticos como cortinas de humo cuando les conviene, para tapar problemas de corrupción y hasta de traición a la patria.
Nuestros amigos homosexuales, si no aceptan poner fin a su conducta, por lo menos deberían esforzarse en mantener la discreción y dejar las expresiones de su vida sexual para el ámbito estrictamente íntimo.
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