Por Jorge Rendón Vásquez
En mi carta abierta del 20/10/2011 a los actuales dirigentes de la CGTP los emplazaba para que respondieran por qué habían “consensuado” en el proyecto de Ley General del Trabajo, salido del Consejo Nacional del Trabajo, la incorporación de innumerables artículos que convalidarían las normas lesivas a los trabajadores expedidas por el gobierno de Fujimori. Cité específicamente esos artículos.
Nunca respondieron a esta interpelación pública.
Mientras tanto, en muchas bases sindicales emergía la indignación y la protesta contra esa conducta. El resultado fue que el proyecto de Ley General del Trabajo, solicitado por los dirigentes de la CGTP, fue encarpetado.
Parece que los dirigentes de la CGTP se habían comprometido a continuar en su campaña por la aprobación de ese proyecto, enriquecido con nuevos artículos letales para los trabajadores, como la desaparición de la estabilidad laboral (art. 129) y el mantenimiento de los regímenes especiales con menores derechos (art. X), por citar sólo dos. Es el proyecto de los “expertos”, presentado por el congresista Dammert para su tramitación en el Congreso de la República.
He llamado la atención contra este peligro y formulado propuestas concretas de cambios normativos. Y de nuevo muchas bases sindicales se han movilizado, a las que se han añadido varios grupos de jóvenes que se habían reunido en zonas para combatir la “Ley Pulpín”. El esclarecimiento de la situación y la necesidad de unirse en una gran campaña por la defensa de los derechos laborales adquiridos y la recuperación de los derechos arrebatados en los períodos de Fujimori, Toledo, García y Humala ha crecido de manera incontenible. Ahora un número mayor de dirigentes sindicales percibe lo que ocurre. En cada sesión, foro o reunión la verdad se abre paso en la conciencia de los asistentes, despierta su indignación y sus deseos de unirse para conjurar el peligro.
¿Cuál ha sido la respuesta de los dirigentes de la CGTP a las críticas de las bases sindicales y los juristas que los apoyamos? Un comunicado arrancado a su VIII Asamblea Nacional de Delegados, celebrada el 28/2/2015, cuyos dos acuerdos son los siguientes:
“Rechazar y combatir de manera específica la acción antiunitaria y anticegetepista que desarrolla el abogado Jorge Rendón Vásquez” (Omitieron llamarme doctor, pensando tal vez en atribuir este grado a alguien a quien admiran en secreto).
“Rechazar y combatir la posición sectaria y anticegetepista de algunos grupos políticos, como el autodenominado «Partido Socialista de los Trabajadores»”.
Por supuesto, prescindieron de aludir al contenido del proyecto de Ley General de Trabajo que adoran. Por lo menos hubieran dicho en esa asamblea por qué lo patrocinan. Y, como era de esperar, guardaron un silencio pétreo de Marcahuasi ante mi pliego interpelatorio.
Rubricando sus intenciones, declararon su propósito de “combatir en todos los espacios, marcando a fuego, de manera contundente todos los intentos personales y de grupo por dividir el movimiento sindical de base”.
Los esclavos eran marcados a fuego por sus propietarios, como se marca aún al ganado mayor. La operación consiste en aplicar un hierro candente con la marca del propietario sobre la piel de una persona o de una res. No parece ser esta una metáfora. A los actuales dirigentes de la CGTP y de los partidos que están detrás no les veo ninguna ilustración literaria. Están pensando realmente en eso.
Creen que la CGTP es una célula de su partido y que pueden emplear la terminología usual del estalinismo cuando tenía el poder en ciertos Estados y organizaciones. El Partido Socialista de los Trabajadores es de inspiración trotskista y, por lo tanto, para esos dirigentes, sus miembros carecen del derecho de organizarse políticamente. Desde su punto de vista de tribunal de la Inquisición es un aquelarre de diablos a los que se debe exterminar. (Pienso en los asesinatos, de 1936 y 1937, disfrazados como los procesos de Moscú, de más de la mitad de los camaradas de Lenin en la Revolución de Octubre, acusados de ser trotskistas, en los asesinatos de Andrés Nin en España, en 1937, y de León Trotsky en México, en 1940.)
El enfrentamiento de las bases sindicales es, en primer término, contra los grupos empresariales favorecidos por la legislación adversa a los trabajadores, reproducida en el Proyecto de Ley General del Trabajo. Pero es también ahora contra los dirigentes de la CGTP y otras organizaciones que auspician ese proyecto. Es una contradicción dialéctica en el seno de las clases trabajadoras, y no es la primera vez que sucede en la historia sindical.
Las bases opuestas al proyecto de Ley General del Trabajo no condenan a la CGTP como organización, como persona sindical o jurídica. Están en contra de sus actuales dirigentes y, por vía de repercusión, desaprueban a los partidos políticos que podrían haberlos comisionado para empeñarse en convertir en ley un proyecto tan perverso para los trabajadores.
Si a alguien habría que condenar por alguna división en el interior de la CGTP es a sus actuales dirigentes. Apoyando un proyecto de Ley General del Trabajo proempresarial son los divisionistas más connotados. Allá ellos en sus partidos políticos. Si se marcan a fuego es su problema. Pero habría que advertirles que hacerlo sería un atentado inmoral e ilegal contra el derecho a la integridad de la persona.
Les recuerdo además que las organizaciones sindicales en el Perú deben ser por la ley ajenas a la práctica de la política partidaria, y que son por definición legal asociaciones para la defensa y la promoción de los intereses y derechos de los trabajadores. En sus filas caben trabajadores de múltiples tendencias políticas con tal de que manifiesten su acuerdo por esos fines, algo que los actuales dirigentes de la CGTP parecen haber encerrado en las mazmorras del pensamiento.
Hasta antes de la década del noventa los dirigentes de la CGTP eran diferentes. Actuaban con pundonor, honrando su responsabilidad de dirigir la central creada por José Carlos Mariátegui. Con su acción, sacrificio y acierto en sus decisiones prestigiaron a esta central hasta convertirla en la más importante del Perú.
Unas palabras finales: agradezco a los numerosos trabajadores, jóvenes, abogados y directores de periódicos informáticos que han condenado el ataque del que he sido víctima por los dirigentes de la CGTP. Es un gesto de solidaridad y simpatía que me enorgullece.
15.03.2015