Herbert Mujica Rojas

Cuando el Estado vía su gobierno militariza con el envío de tropas un problema medio-ambiental referido a la minería, el caso específico de Tía María en Islay, es que traspasó su ínsita mediocridad y convocó a las puertas de la violencia: Estado y gobiernos gendarmes de la empresa Southern, escribirán de ahora en adelante páginas de verguenza y ¡contra el mismo pueblo que masivamente le otorgó los votos años atrás!

tropa

 

Los rábulas y cipayos, tan eficientes las quincenas y los fines de mes para cobrar sus emolumentos mercenarios, se huelgan de su talante pro-minero. En su lógica siniestra todos los que cuestionan el daño ecológico y el prontuario de la empresa, demostrado por décadas de fallas continuas y adrede, son antimineros. A tenor de las hazañas de los pro, corrompiendo conciencias con ofertas de dinero y con el uso de abogángsteres de la peor laya, no constituye ningún orgullo cargar con las discutibles banderas de las firmas mineras.

Y la prensa "nacional", tan pagada de sí y de las cotizaciones publicitarias que sufragan a los alfiles, los "enemigos del desarrollo" tienen que ser pulverizados, borrados de la faz de la tierra y nada mejor que la remisión de tropas para que abran fuego cuando así se les ordene. ¿Para qué otra cosa están en Islay? En buen castellano: el Estado y gobiernos gendarmes siguen, al pie de la letra, el guión escrito por los esquiroles del status quo, por los "productores" de riqueza por miles de millones de dólares. Ni la riqueza la ve la mayoría del pueblo peruano y las ganancias pingues van a parar a bolsillos de las transnacionales. No quedan aquí en forma de hospitales, universidades, carreteras o ferrocarriles. ¡Y encima se contamina el medio ambiente y se destruye toda agricultura!

Advertimos pocos días atrás de las amenazas que viene recibiendo el valiente colega arequipeño de varias radioemisoras y canales de televisión, Alberto Núñez Borja, quien no hesita para denunciar, con pelos y señales los abusos de Southern. Y estas bravatas podrían, en cualquier momento, tornarse realidad dura y física. Sobre este delicado caso en que hay en juego la vida de personas consagradas a la misión informativa ¡no hay una sola voz atenta o de solidaridad de los señorones, analistas o exégetas ilustres que se pasean por diarios, radioemisoras y canales de televisión. ¿Es que hay que dejar en soledad a Núñez Borja? ¡Pamplinas y nuestra solidaridad de siempre!

No pocos estudios sindican a Southern y su trayectoria plagada de insolencias y abusos como el principal obstáculo para el proyecto Tía María. La gente del lugar desconfía de aquella. ¿Será la metralla, la coerción, la violencia tropera las que los haga cambiar de opinión? Se equivoca el que comanda al Estado y gobierno gendarmes. El pueblo es más sabio que todos los sabios, decía en sus notas, no pocas veces, Simón Bolívar.

La minería no genera empleo masivo. Además sus prácticas inmorales han infestado el Perú, gracias a la complicidad de manadas de sicarios que alquilaron sus conciencias para convertir la farsa y el sainete, en "desarrollo y progreso". ¿Acaso no hemos visto que en Cajamarca hasta las piedras están compradas por la minera principal que allí saca oro?  

Quien deduzca mercenariamente que entonces la conclusión es oponerse a la minería, se equivoca adrede. Pero hay que compatibilizar todas las circunstancias y lograr el consenso con las poblaciones que tienen que estar bien informadas de los pro y los contra. ¿Usted le creería a Vladimiro Montesinos haciendo promesas de moral acrisolada cuando su hoja de vida es un fango de actos delictivos? ¿Y qué hacen las mineras?: sobornan funcionarios, compran abogaditos, rentan turroneros que se hacen llamar periodistas, alquilan "formadores de opinión" y los homenajean con miles de dólares y los fletan para que desde la televisión, radio y diarios, "condenen" a los "antimineros", los apostrofren como "antipatriotas" y "terroristas". ¿Quiénes son los terroristas? Me atrevo a decir que la respuesta es obvia.

La verdad genuina es que la reparación de estructuras nocivas o planes desdeñosos del medio ambiente, cuestan mayor inversión y eso no está dispuesta a hacer la gran mayoría de empresas mineras. Si eso ocurriera, la escalerita hacia abajo repercute en el gerentito que está de paso por el Perú con su familia, o el inversionista ve "lesionada" su alto ratio de ganancia y por la que ha pagado con la corrupción de presidentes, parlamentarios, alcaldes, gobernadores, comisarios y demás comprables. Azúcar caro y cholo barato.

La violencia sólo produce más violencia, así se cubra bajo el dudoso como ilegítimo manto protector que les da un Estado y gobiernos gendarmes. No hay excusa ni asidero posible para justificar la militarización de una parte del país, salvo que sea parte inicial del plan que dé al trasto con los calendarios electorales y se vuelva al pasado vergonzante de golpes, imposiciones y abusos de los mandones de turno. Aunque la mona se vista de seda, mona se queda.

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