luis salgado 2Luis Alberto Salgado T.

Los peruanos estamos recibiendo señales excepcionales de desgobierno y de sometimiento del régimen de Ollanta Humala a poderes fácticos. Abusivo y represor contra pueblos y comunidades que resisten la agresión y el contubernio oficial  con empresas prepotentes destructoras del medioambiente, pero pusilánime y obsecuente con esas empresas transnacionales que sienten que tienen en el “gobierno peruano” a un atento y seguro servidor. Mientras ello sucede, siguen muriendo compatriotas en Islay, Arequipa,  ante el empecinamiento gubernamental en un proyecto minero denominado Tía María que ya es inviable social y políticamente. Como llegaron a ser inviables el proyecto Conga en Cajamarca y el de Bagua en Amazonas. Los gobiernos de Humala y García no aprendieron nada.

 

Por otro lado, dentro del gobierno, funcionarios dogmáticos y extremistas que defienden intereses poderosos de grupos transnacionales con pleno conocimiento de Humala,  pretenden privatizar, a toda costa, una de las pocas empresas públicas más importantes que nos quedan: Petroperú.

Esto sucede mientras la corrupción instalada en el Estado desde hace años no ceja y, por el contrario, parece consolidarse. La seguridad ciudadana está seriamente amenazada y agredida ya por la delincuencia común y el crimen organizado (notoriamente el narcotráfico), que necesitan, precisamente, de un Estado y de políticos corruptos para avanzar. Como consecuencia de ello, las bandas de sicarios y narcotraficantes siguen tomando paulatinamente el control de sectores claves del Estado en una pesadilla colectiva que empezó visiblemente durante el régimen de Alberto Fujimori, tuvo una ligera merma durante el primer año de Toledo para empezar a recuperarse en ese mismo régimen, y se ha intensificado, “perfeccionándose” en algunos casos, bajo el gobierno anterior  (excarcelando ilícitamente a narcotraficantes) y el actual.    

El Frente Amplio hacia el 2016
El Perú necesita con urgencia un cambio sustantivo - en democracia y con energía - en el rumbo de desastre al que lo están llevando conjuntamente la corrupción política, el crimen organizado y el narcotráfico. Estructuras perniciosas e instituciones descompuestas deben  ser cambiadas drásticamente, sin violencia traumática pero con decisión sustentada en ideas y claridad de objetivos, y en un proyecto nacional integral. Pues bajo estas condiciones de oprobio e ignominia en que se encuentra nuestra nación, no es posible esperar políticas de justicia social de pan y libertad, de desarrollo humano y  mejora real de los niveles y calidad de la salud y educación de los peruanos. O de desarrollo sostenible. Bajo gobiernos como el actual o los anteriores, que siguen servilmente el libreto ultraneoliberal,  no es posible neutralizar la voracidad de un Estado que arremete contra las pequeñas y medianas empresas con un sistema tributario abusivo e injusto mientras estimula y protege la codicia de entidades bancarias que esquilman a los ciudadanos con tasas de interés de usura muy por encima del promedio regional latinoamericano, e inclusive de las existentes en los Estados Unidos y Canadá.

No habrá relanzamiento de la economía sin una justiciera reforma tributaria en beneficio de los micro y pequeños empresarios e industriales peruanos.

Por ello, el Frente Único del Pueblo, seguidores del pensamiento y del poderoso mensaje ético de Víctor Raúl Haya de la Torre,  viene coadyuvando en la construcción del Frente Amplio con miras a las elecciones generales del 2016 (un gran Frente Amplio democrático, nacional y progresista que incluya a la inmensa mayoría de peruanos y peruanas). Estamos en este gran esfuerzo democrático  con un número importante de organizaciones políticas, entre ellas, Tierra y Libertad, Movimiento Sembrando, Dignidad y Democracia, Mov. Por la Gran Transformación, Pueblo Unido, y otras organizaciones como las de los jóvenes que derrotaron el intento reaccionario contra la dignidad de los trabajadores y de recortar, aún más, los derechos laborales a través de la fracasada “ley Pulpín”. Las organizaciones sociales así como gremios, sindicatos y federaciones han de unirse en este gran esfuerzo nacional.

Tenemos la convicción que con Marco Arana, Verónica Mendoza, Pedro Francke, Jorge Rimarachín y muchos otros peruanos honestos podemos constituir, en conjunción con las clases medias, con nuestros compatriotas quechuas y aymaras y nuestros pueblos originarios de la Amazonía una alternativa nacional de gobierno serio, expresión auténtica de la soberanía popular y de nuestra dignidad nacional.

Lima, 25 de mayo, 2015