Por Hernán de la Cruz Enciso (*)
El Perú es uno de los países más ricos del mundo, pero ¿qué perversidades humanas nos arrastraron a esta situación de indigencia? Ya lo dijo Bolívar: “Nos dominan más por la ignorancia que por la fuerza”. Yo diría: “Por la ignorancia y por la fuerza”. Porque los que defienden con las armas y con la vida a este sistema no son sino los mismos hombres embrutecidos de estas tierras llamados policías y militares. Si ellos tuvieran que usar una mínima porción de su inteligencia en pensar en la Patria de sus padres y de sus hijos, cambiaríamos todo en un solo día.
Pues, bien. Coincidiendo con el paro de la macrorregión sur, los profesores de Apurímac se encuentran en las calles porque han entendido que uno de los problemas centrales de nuestra lamentable situación es la educación. ¿Con qué elementos humanos contamos para garantizar la continuidad de la Patria, es decir, con qué tipo de arcilla para elaborar el casco del cohete espacial que soportará las altas temperaturas del difícil trayecto de los próximos años y siglos, principalmente para no sucumbir igual que el Africa? El peruano, por su herencia andina, es esencialmente laborioso, estudioso, con tendencia hacia el arte y, sobre todo, valiente (sin confundir valentía con agresividad). Aquí ya no hay nada que descubrir. Los pueblos que han avanzado en el concierto mundial, principalmente los inkas (hace quinientos años fuimos una de las civilizaciones más avanzadas del mundo, el centro del universo latinoamericano) tuvieron mucho cuidado en un detalle: la formación de los individuos. Desde el punto de vista psicométrico, un niño peruano nace con 100 de coeficiente intelectual, según la Escala Wechsler. En la actualidad, a ese individuo le damos una pésima alimentación en los primeros años (el Perú es el país que consume menos leche en el mundo) y su coeficiente se reduce a 95. Le damos después una pésima formación educativa (2 a 3% del PBI en educación), y su coeficiente decrece en algunos casos a 90 y en otros a 85. Resultado: un país de perdedores. Los periodistas César Aquije y Félix Dávila, en el artículo “Perú año 2000, generación de tarados”, advertían que “están convirtiendo a la mayoría de peruanos en mutantes al revés, en seres que estarán incapacitados para sobrevivir en un mundo altamente tecnificado, como no sea en la humillante condición de semovientes (burros y caballos), de virtual ganado industrial”.
Si hace quinientos años en la zona andina los niños se alimentaban con quinua, kiwicha, frejol, papa y maíz (de adultos vivían hasta los 90 años), y ahora esos niños, siguiendo la influencia mediática mañosamente elaborada, se alimentan de gaseosa, chizitos y canchita (posiblemente vivan solo hasta los 60 años), nos encontramos, en realidad, ante un caso de involución de la especie humana, preparada con cálculo por aquellos que han convertido en una chacra a todo un país. Con individuos desnutridos seremos los perdedores de siempre porque los actuales y los venideros tiempos son y serán de muchísima competencia. Incluso ya nos quieren convencer que los peruanos somos intelectualmente limitados, incapaces de elegir nuestro destino, a tal punto que nuestros gobernantes, o deben prepararse fuera del país o ser descendientes de algún transnacional (PPK, Keiko, Alan, Toledo, Humala), y para probar nuestra incapacidad histórica lanzan teorías que dicen que no fuimos nosotros los constructores de Machu Picchu y Sacsayhuaman. (Qué va, dicen: estos indios no son capaces de tal cosa; esas perfecciones arquitectónicas fueron levantadas por hombrecitos con antenas provenientes de lejanos planetas).
¿Dónde está el problema? Primero en la alimentación, luego en la educación, finalmente en la salud. Lo advertí en mi libro “Allin Kawsay y el poder en el Perú”: “En lo educativo seguimos siendo un apéndice del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial, cuyas fórmulas ‘educativas’ tienen como fin formar personas para la dependencia y no para la libertad. El FMI dice en la carta de intención que firmó con Fujimori (el que, mientras bailaba huainitos para la tribuna, intentó desaparecer a los ‘indios’ mediante el ‘control de natalidad’) que sólo debemos destinar alrededor del 3% de nuestro Producto Bruto Interno (PBI) a la Educación, un mísero presupuesto, igual que en el sector Salud. Los siguientes gobiernos también se sometieron a ese designio: 2,8% (2010), 2,7% (2011), 2,9% (2012) y 3,3% (2013). Eso es condenarnos a la eterna miseria, política impulsada por los dueños del FMI (EE UU 17% de votos, con poder de veto; Japón 6,1%, Alemania 6%, Francia 5%, Gran Bretaña 5%, Italia 3,3%, Arabia Saudí 3,2% y Canadá 2,9%, los únicos que tienen asiento propio y exclusivo) para asegurarse materias primas baratas. (Es falso que el Perú sea vendedor de materias primas; los que sacan las materias primas de los cerros son las transnacionales; estas empresas son las que exportan las piedras, y dejan al Perú solo tres soles de cada cien soles que ganan). No quieren que nos industrialicemos porque con materias primas propias en pocos años les quitaríamos el mercado mundial. Sin una buena educación, no podremos hacer nada en esta, así llamada, ‘Era del Conocimiento’. Y lo peor es que seguimos pagando la ‘deuda externa’ (¿eterna?) al FMI. No hay justificación jurídica ni moral para seguir pagando una deuda fraudulenta que ya se ha pagado múltiples veces. Estamos pagando puntualmente las moras de las moras, los intereses de los intereses, condenando a las actuales y futuras generaciones a la miseria completa. ¿Reforma de la Educación con el 3% de nuestro PBI? ¿Reforma en la Salud? Imposible. Los profesores no se capacitan porque tienen que trabajar en dos o tres sitios para llevar un pan más a su casa. Los colegios no tienen buenas carpetas, ni libros, ni laboratorios. Ni hay investigación científica (en las universidades)”.
Los profesores de Apurímac ya no hablan de lucha de clases. Esta vez vienen pidiendo, por primera vez, mayor presupuesto para la educación (6% del PBI, tal y como indica la Constitución), aunque eso es todavía poco. Inglaterra, para ser potencia mundial, destina más de 6%, Suecia 7%, Tailandia y China cerca de 8%, Israel aproximadamente 6% y Bolivia, con un presidente campesino, el 8% de su PBI (porque su interés es superar en unos veinte años a todos los países de Latinoamérica). El Perú, para salir de su realidad de semoviente, debe destinar más del 10% de su PBI a la educación. (O llenamos las casas, los colegios y las universidades de libros y laboratorios, o hipnotizamos con “Esto es guerra” a nuestra juventud, esa es la cuestión). Pero para eso, en vez de matarnos entre peruanos, precisamos de un horizonte claro en el concierto mundial denominado Proyecto Histórico, para asegurar primero la supervivencia como Nación, luego caminar hacia el poderío continental, que para eso tenemos todo. (Compartir y circular este artículo porque van a querer ocultarlo)
(*) Tankar Rau-Rau Amaru. Escritor y periodista.