Sobre la falta de articulación y coordinación entre las instituciones estatales.
Herberth Cuba García
El término anomia es el que mejor describe el estado de desorganización social. En nuestra sociedad las reglas sociales se han degradado o simplemente eliminado. La falta de coordinación y articulación entre las instituciones estatales, así como entre éstas y los ciudadanos, ha creado un caos en el tejido que sustenta nuestra nación. Los analistas señalan que el proceso de descentralización atraviesa por una grave crisis debido precisamente a la desarticulación de los tres niveles de gobierno y a la falta de mecanismos de coordinación entre ellos.
La lógica de la descentralización política, económica y administrativa busca eliminar el centralismo. Este proceso se logra transfiriendo funciones y competencias del nivel central o nacional a los niveles regional y local. Además es necesario acompañarlo de mecanismos de coordinación y articulación entre los 3 niveles de gobierno y los diversos sectores del Estado y la sociedad. Esta tarea no se ha realizado. Los principios de subsidiariedad y complementariedad, imprescindibles para los mecanismos de coordinación y articulación, han quedado en el olvido.
Por otra parte, hay actividades que se realizan simultáneamente en varios sectores cuya coordinación y articulación es imprescindible. Es necesario conseguir ayuda mutua, complementariedad y corresponsabilidad para evitar el derroche, la duplicidad de esfuerzos y la ineficiencia gubernamental. Con esta finalidad, la Ley Orgánica del Poder Ejecutivo ha normado el funcionamiento de los sistemas funcionales o administrativos necesarios para dicho fin, sin embargo no funcionan adecuadamente.
El proceso de descentralización ha transferido recursos, ha normado y distribuido funciones y competencias, sin embargo, ha quedado ausente la normativa del mecanismo de coordinación y articulación. Falta el engranaje que delimite las funciones y competencias de acuerdo a los principios de subsidiaridad y complementariedad, para que el Estado funcione como un todo integrado y unitario.
El lustro humalista ha perdido el paso a la descentralización y la ha puesto al borde de la crisis. Por eso algunos analistas hablan tanto del fracaso y plantean un retorno al centralismo. Otros más ponderados plantean retornar algunas funciones y competencias para salvar el Estado unitario y la eficacia gubernamental. Sin embargo, pocos señalan la necesidad de retomar la agenda abandonada y continuarla. Lo cierto es que el proceso de descentralización sufre desgaste y desprestigio.
El daño sufrido es enorme. Presidentes regionales presos, acusaciones de corrupción por doquier, proyectos de inversión paralizados, gobiernos regionales y locales en contradicción disfuncional con el gobierno central, incremento de las epidemias, desarticulación de la capacidad de respuesta del Estado ante las contingencias, en resumen: la anomia social.
Lo más grave es la falta asistencia técnica en la gestión administrativa de los gobiernos locales y regionales. La provisión de servicios de los gobiernos regionales a partir de las funciones y competencias transferidas es deficiente, tal como lo demuestran, por ejemplo, los malos indicadores sanitarios.
Sin lugar a dudas, el sector Salud es la expresión más clara de la anomia social por la que atraviesa el Perú. La llamada reforma de la salud evitó normar los mecanismos de coordinación y articulación, pero además, aumentó el aislamiento y la atomización de los diferentes componentes del sistema de salud. La epidemia de dengue en el norte y el oriente, que ya se ha llevado 34 vidas, ilustra dramáticamente esta situación.
La presidencia del Consejo de Ministros, a cargo del proceso de descentralización, debe repensar sin dilación el proceso y emprender de inmediato los arreglos estructurales y las medidas correctivas correspondientes.
ASOCIACION MEDICA PERUANA
3 de julio del 2015