Ollanta Humala 121Raul Wiener

El inesperado discurso de Ollanta Humala, en la Avenida Brasil, haciendo de preámbulo al desfile militar, me hace pensar dos cosas (a) que en lo que queda de su gobierno, el presidente robará ocasiones para seguir la polémica que sólo él cree que existe, entre la inclusión social y sus programas, versus los politiqueros que no tienen propuestas; (b) que en vez de ser el “último discurso” de un gobierno de salida el de fiestas patrias inaugura una especie de nuevo tipo de pelea cuyos alcances veremos en los siguientes meses.



De acuerdo a la vieja usanza, después del recio apanado político-periodístico contra Nadine, podría haberse esperado que la presentación presidencial, recogiera algo del tono de los meses anteriores, como en 1990 le hicieron el vacío a Alan García o en el 2000 cuando Anel Townsend colocó una canasta vacía en el centro del hemiciclo para simbolizar el hambre bajo Fujimori. Pero lo que vimos fue a una oposición supereducada, dispuesta a seguir el rollo del recuento de obras, como si eso fuera el centro del debate nacional.

Tampoco Humala levantó la pierna o subió el tema de voz sobre ningún asunto. Como si lo que tuviera al frente fuera una oposición dócil y adaptada como la de los primeros años. Había desaparecido el defensor de Nadine, y sus críticos. ¿Por qué? Presumo que porque cada uno no quería aparecer rompiendo palitos. Nueva Mesa Directiva, sí, ¿pero cómo se manejará un escenario. Cabe recordar que Antero Flores fue presidente de “oposición” 2005-2006, tan sólo para bajar el nivel de las aguas y aparecer como un gran apaciguador, casi en provecho exclusivo de su propia imagen.

¿Será para eso que han pasado las cosas que hemos visto en estos meses? Me imagino a la señora Condori inflando pecho luego de conseguir con votos fujimoristas llegar a la primera vicepresidencia del Congreso, donde, según dice, sus compañeros jamás la habrían promovido. El empobrecimiento de la política nacional, la certeza de que todos son números transables en una negociación y que los cargos se consiguen con presión.

En fin, volviendo al principio, Humala ha inventado para él la condición de “segundo libertador”. Ya que según dice el colonialismo actual se expresa en las desigualdades y el olvido de mucha gente. Así que Cunamás, Samu, Beca 18, Pensión 65, se han convertido en el camino para reducir las diferencias sociales. Puede que muchas personas beneficiarias de esos programas, se sientan agradecidas y mejoradas por lo que el gobierno les ofrece. Pero dudo que alguno de ellos suponga que esta es una ruta hacia una igualdad social, sólida e irreversible.

Pero qué le vamos a hacer si el presidente ha cubierto de tecnócratas el Estado para que avancen sus programas. Estoy seguro que de esto oiremos bastante los siguientes meses.

29.07.15
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