Ubaldo Tejada Guerrero*
Entender al Perú Actual, es comprender que el siglo XXI ha significado cambios profundos desde las grandes migraciones de los años 40´, donde las grandes ciudades costeñas han sido convertidas en grandes emporios de emprendedores provincianos, todavía marginales del Perú oficial y lejanos del compromiso político que hoy desgasta a una casta política cuyas expectativas están muy lejanas del poblador común en busca de democracia real y ciudadanía plena dentro de una variedad cultural.
El Perú republicano se hizo a espaldas del indio, hoy en el 2,015 ese 72% de la PEA informal, es esencialmente migrante andino y selvático, emprendedor y bastión de sobrevivencia al modelo neoliberal del capitalismo global, y tiene como ente productivo la familia. Ella es la nueva clase media emergente, que lo produce a su propio ritmo la informalidad, muy lejana de las políticas públicas y de un Estado de espaldas al pueblo.
El amauta José Carlos Mariátegui con sabia expresión decía: “La experiencia de los pueblos del oriente, el Japón, Turquía, la misma China, nos han probado como una sociedad autóctona, aun después de un largo colapso, puede encontrar por sus propios pasos, y en muy poco tiempo, la vía de la civilización moderna y traducir a su propia lengua, las lecciones de los pueblos del occidente” (“José Carlos Mariátegui en sus textos”-Tomo I-Biblioteca Peruana-1,973).
Lo cierto es que la América Latina, hasta ahora no resuelve el problema de la informalidad, que en el caso peruano encierra en el futuro, el problema central, donde seguimos ignorando como decía el recordado intelectual Matos Mar, que ha comenzado una revolución productiva, silenciosa y pacífica, frente a ensayos de modelos republicanos que nunca se han sostenidos en el tiempo para beneficiar al pueblo.
Según COMEX, las PYMES (micro y pequeñas empresas) representa el 81% de los empleos en el Perú, del cual, según el ministerio de trabajo, 2.4 millones de trabajadores son trabajadores informales que representa el 88% del total, y son esencialmente autogestionarias familiares. Ello significa entender que para los migrantes, desde los puestos autogestionarios familiares, desde los vendedores ambulantes en las calles, hasta la informalidad y la formalidad, finalmente le significan en las grandes ciudades la puerta de entrada al bienestar social.
La revolución tiene como eje la autogestión familiar como bien lo precisa Santiago Roca Tavela, experimentado profesor de ESAN: “Al parecer emerge como respuesta inicial, la búsqueda de una concepción y práctica de la autogestión original, que combinan los aspectos propiamente de la empresa y de democratización en el trabajo, con aquellos de la vida política y social de nuestros pueblos. Lo distintivo con otras corrientes, es que no analiza ambas partes aisladamente, sino las incorpora como parte del mismo fenómeno.
Mas aún incorpora en su seno, los aspectos estructurales, institucionales, subyacentes que dialécticamente interactúan en ésta problemática” (“La autogestión en América Latina y el Caribe”-Pág.6-IICA-Lima-Perú-1981).
El proceso de búsqueda de nuestra identidad, va lento pero seguro, pero con mas precisión a partir de los años 90´, donde se siente una mayor presión a cambios de nuevos escenarios, producto de lo que significa hasta ahora la migración, donde se amplían las perspectivas de ver al Perú como unidad dentro de la diversidad, que nos va involucrando a todos hacia espacios de defensa de la interculturalidad. ¿Lo entendemos así los ciudadanos?
La informalidad sigue firme y en ascenso en el Perú, en un mundo donde el narcotráfico y la delincuencia, especialmente en el más alto nivel, le sigue dando el mensaje al pueblo, que el ejercicio de la democracia real y la ciudadanía plena no va de la mano, especialmente la educación con el bienestar material, lo que hace urgente el fortalecimiento de la democracia participativa desde la sociedad civil. ¿Lo entiende así la tecnocracia del Estado?
Han pasado muchos años en el Perú desde las primeras migraciones del campo a la ciudad, luchando por obtener un espacio propio en el escenario cultural, social, político y económico, que a la vez significa hasta ahora una lucha porque el Estado comprenda que ya iniciaron el nuestro país un proceso que los va acercando mas a una identidad, que reconoce los aportes positivos a la sociedad y las culturas que hoy nos toca vivir y convivir con las unidad en la diversidad. ¿Lo entienden así los políticos?
El Papá Francisco en su primera visita a Latinoamérica 2,015, especialmente en la Encíclica “Laudato Si”, aboga por la identidad cultural, señalando que “La visión consumista del ser humano, alentada por los engranajes, de la actual economía globalizada, tiende a homogeneizar las culturas y a debilitar la inmensa variedad cultural, que es un tesoro de la humanidad” ¿Lo entendemos así en el Perú?
*Analista Global