Raul WienerHerbert Mujica Rojas

Entre 3.59 y 4.02 de esta madrugada aparecen llamadas desde el celular de Raúl Wiener. De inmediato supe que algo había ocurrido y luego constaté que el querido amigo periodista, entrañable reportero, cronista, analista y reilón eterno, Raúl Wiener Fresco, había partido. Esta nota en su homenaje y recuerdo.

 

Podíase discrepar -y algunos lo hacían con artera fruición- de Raúl. No obstante la lectura de sus textos, en constante ascenso redactor, le ganaron el sitial de genuino exégeta del Perú de las últimas décadas. Su versión periodística era importante.  

Escribió ensayos, libros, artículos y textos, algunos de los cuales no llevaban su nombre sino el de otros, innumerables. Alguna vez, en sesión permanente de intercambios de toda índole, Raúl me dijo, casi reprochándome: "eres el único que a veces me ha superado escribiendo diariamente". Exageración que acompañaba con su risa de niño grande, ruidosa y alegre.

Del ámbito periodístico sin duda que se generarán mil y un opiniones de hoy en adelante. Reconocer la producción de Raúl deviene lógico en disimilitud de opiniones o asentimiento solidario. Y no pocas veces ideológico como pueden reconocerlo y afirmarlo sus correligionarios.

Pero deseo retratarle en su lado humano. Esposo, padre, hijo, hermano, primo, peruano por sobre todas las cosas, Raúl hizo cuanto le fue posible por ayudar a las causas por la justicia en el país. Nos tocó superar juicios comunes y enemigos delincuentes del mismo jaez. Y son miles las anécdotas que podría contar, sólo deseo recordar, en trance de pena, que siempre nos dimos aliento y solíamos compartir enjuiciamientos jurídicos bajo nuestra desopilante tesis que "no hay pierde, si sirve para ti, también para mí". Por lo menos, ya no gastaba en asesoría jurídica.

Raúl se nos adelanta y se va con el aprecio y cariño de quienes le tratamos con intensidad amistosa y aprecio cordial. El periodismo pierde a un grande. A su familia, soporte de indudable valentía y límpida estela, mi saludo y el homenaje a Raúl Wiener Fresco.

¡Descansa en paz Raúl!