Consejos a las autoridades regionales y municipales
Vicente Sánchez Vásquez
La economía se desploma. Cuando el faraón consulta a José por sus sueños de las siete vacas gordas y las siete vacas flacas, y éste le previene que son siete años de abundancia y siete de carestía, Egipto pudo “guardar pan para mayo” cuando vino la escasez. Pero en el Perú los años de abundancia ya se fueron y estamos entrando de lleno a la crisis sin haber tomado las precauciones debidas en las épocas buenas.
El año pasado el país creció apenas 2,35% del PBI, el 2015 podríamos estar en 2,7%, pero para el 2016, los más optimistas señalan que se crecerá no más del 1% y los pesimistas que se “crecerá negativamente” hasta el -3%. La caída de la economía china afecta frontalmente nuestras exportaciones de materias primas, la elevación de las tasas de interés en EEUU aleja la inversión de nuestros países, y la mala gestión de la economía por parte del gobierno actual, establece un escenario económico difícil para lo que resta del año y sobre todo, para el 2016. Esto afecta directo a los presupuestos regionales y municipales, que desde ya vienen sufriendo los ajustes en este ejercicio presupuestal, en medio de un retorno al centralismo por parte del actual Poder Ejecutivo, y del que hablaremos en otra oportunidad. Conclusión: no habrá mucha plata para obras y proyectos de inversión.
Puede llegar un “Niño” extraordinario. Casi la totalidad de los especialistas nacionales e internacionales hablan de un “Niño” entre fuerte a extraordinario, dependiendo si en diciembre el mar peruano no supera o sí supera los 26 grados. Tampoco es que un “Niño” extraordinario signifique mega-inundaciones o que la costa desaparezca ni mucho menos, pero solo viendo las experiencias pasadas que hemos vivido (en 1983 y 1997 fueron “fuertes”), se avizora un fenómeno que afectará de todas maneras muchos hogares y la economía nacional. La particularidad del “Niño” que viene es que afectará casi todo el litoral peruano y el departamento de Lima sí se verá afectado por fuertes lluvias, crecidas de los ríos, deslizamientos, etc. Conclusión: las autoridades regionales y locales, y la población deben actuar en concierto para reducir el impacto de este fenómeno climático.
Elecciones 2016: nada está dicho. Como si los dos temas anteriores no fueran suficientes, se avecina un proceso electoral que, todo parece indicar, será uno de los más turbulentos de los últimos años. Por definición un proceso electoral divide y enfrenta a los votantes, y hoy en día es tal el hartazgo y la decepción popular que nada asegura que no aparezca en el escenario político alguna suerte de “outsider” de cualquier signo o condición (un cómico ganó la primera vuelta en Guatemala el domingo pasado). Es probable además que el gobierno gaste con criterio electoral antes que con un criterio de desarrollo regional. Asimismo, se atisba una inclinación de las mayorías nacionales hacia posiciones distantes de un modelo económico que vía exoneraciones tributarias y enormes beneficios financieros ha optado abiertamente en favor del gran poder económico. El detalle es que los principales candidatos no la tienen segura, y además, que el proceso electoral paralizará por varios meses al Estado en medio de una situación tanto económica como climática que necesita una amplia unidad entre gobierno y sociedad. Conclusión: el próximo proceso electoral recaba más incertidumbre que esperanza en el futuro cercano sobre la solución de los principales problemas que aquejan a los peruanos.
“Chapa tu choro” y el fermento de la cólera social. No puede dejar de mencionarse que lejos de amainar, la inseguridad parece recorrer y agravarse en todos los departamentos del Perú y en todos los niveles sociales. Y definitivamente ya no hay esperanza de liderazgo en el tema por parte de la principal autoridad nacional, tanto porque no lo tuvo en cuatro años como porque no parece que quiera asumirlo en lo que le queda de gestión. Por lo tanto, es la propia sociedad la que reacciona con campañas como “Chapa tu choro”, expresión inequívoca de que el Estado parece incapaz de enfrentar a la criminalidad y la delincuencia, menos por las leyes que por la venalidad y la corrupción de las autoridades policiales, fiscales y judiciales (a tal punto que en las redes sociales salió la campaña “Chapa tu Juez”). Pero hay otras experiencias ciudadanas que sí son ejemplo de enfrentamiento exitoso a la delincuencia que si contaran con el respaldo decidido de las autoridades serían un ejemplo para otras comunidades o vecindarios. Tal es el caso del Centro Poblado “Montejato” en Cañete, cuyas rondas vecinales no solo disminuyeron los actos delictivos en la zona sino que lograron que las autoridades regionales y locales las apoyaran inicialmente, aunque aún falta mucho para lograr una seguridad con desarrollo, que es su mayor anhelo. Conclusión: la mejor estrategia para reducir la inseguridad ciudadana es el trabajo en equipo entre las autoridades y la comunidad denunciando y combatiendo la corrupción pública.
¿QUÉ HACER? Frente a este panorama de riesgos multisectoriales en los próximos meses, las autoridades regionales y municipales deben tener en cuenta lo siguiente:
- La eficacia y calidad del gasto público. En épocas de crisis, las necesidades aumentan y los presupuestos disminuyen. Se necesitan autoridades proactivas con capacidad de gestionar nuevos recursos, que sepan “tocar no una sino varias puertas”, y que sepan ejecutar obras de calidad sabiendo priorizar el gasto. Es esencial respetar el presupuesto participativo. Algunas autoridades se empecinan en ser ellas las que quieren ejecutar las obras: lo más importante es que se construya, no quien las construye. Y tiene que haber la sabiduría, el criterio o simplemente el sentido común para determinar qué priorizar: la obra física, el desarrollo humano o el proyecto productivo.
- Prevención y respuesta inmediata a la emergencia. Ante cualquier emergencia, toda autoridad elegida debe saber qué tan importante como el apoyo material es la presencia personal de la autoridad, que tan fundamental como la acción de respuesta es la prevención y la planificación, y que tan indispensable como el criterio técnico es el elemento humano, la defensa y cuidado de la vida humana por encima de toda otra consideración.
- Orientar el debate político. Las elecciones nacionales son un escenario idóneo para el debate programático y en favor de la población, frente a la inevitable oferta fácil y demagógica. Se necesita un gobierno que ponga la economía al servicio de las personas, que profundice el proceso de descentralización en vez de retraerlo, que nuestros recursos naturales beneficien más a quienes somos sus propietarios: todos los peruanos, que salgamos de esa esclavitud de ser un simple productor de materias primas para ser un país con una economía pujante con tecnología y más valor agregado, y que aprendamos a vivir orgullosos de nuestras raíces y nuestra historia con una visión global de futuro y un sentido humanista de la modernidad.
- Cualidades de las autoridades políticas y administrativas. No es ocioso insistir que en épocas de crisis tiene mucho valor la austeridad de los funcionarios, que la ostentación y los signos exteriores de riqueza irritan a la sociedad. Asimismo, que la probidad e integridad de las autoridades es garantía de confianza de la ciudadanía, y que debe sancionarse todo acto contrario o ilícito. Y por último, propiciar la cercanía del gobernante con los gobernados es la mejor manera de preservar la legitimidad política del primero. Existe la tendencia errónea por parte de algunas autoridades de alejarse de la población “porque no hay plata para obras”: al contrario, hay que explicar y liderar los procesos reivindicativos.
- La Gestión de la Calidad en la administración pública. Otros estados nacionales vecinos como Ecuador y Bolivia nos llevan la delantera en la Gestión de la Calidad en el sector público en general. Le corresponde a cada organismo público mejorar sus sistemas de toma de decisiones, simplificar sus trámites y procesos administrativos, desburocratizar su estructura orgánica, capacitar a sus servidores, mejorar su sistema de transparencia y acceso a la información pública, y propiciar la participación ciudadana en la gestión. El peor enemigo del cambio es el funcionario que se cree intocable, imprescindible, que cree que todo lo sabe o que gobierna su oficina como una isla ajena al resto de la institución. Mejorar el Estado y acercarlo al ciudadano no es solo un tema presupuestal, es una decisión política y es una estrategia institucional técnica y racional, plenamente medible y comprobable.