Alfredo Palacios Dongo
Con ocasión del 136.° aniversario del glorioso Combate Naval de Angamos y el 194.° aniversario de la creación de la Marina de Guerra del Perú, es importante recordar la figura de nuestro gran Almirante Miguel Grau Seminario, no sólo como el héroe que a los 45 años, en la plenitud de su vida, se inmoló a bordo del monitor “Huáscar”, dando muestras de indiscutible heroísmo y dejando un legado de sacrificio y patriotismo para todos los peruanos, sino también como un profesional íntegro, político digno, superior justo, subalterno respetuoso, vencedor magnánimo y vencido glorioso.
Todos los peruanos deberíamos seguir su ejemplo
A los 9 años de edad inició su carrera de marino como respondiendo a un incesante llamado del mar. A los 19 años consigue el título de piloto y completa su aprendizaje fundamental en los buques a vela de la marina mercante. Su dominio de las actividades marineras se manifestó también en la brillante carrera que desarrolló en la Marina de Guerra a la que ingresó como Guardiamarina en 1854 llegando a ocupar el cargo de Comandante General en 1878.
Su ética esencial con noción y actitud frente al deber, nunca constituyó para él el cumplimiento de una obligación, sino la realización de una exigencia de su propio espíritu. El deber para el Almirante Grau fue una íntima obediencia de sus propias responsabilidades y una profunda convicción enraizada en su conciencia moral. Asumió el deber con entera libertad, y esa consecuencia lo llevó a los límites superiores del heroísmo y del holocausto supremo.
Fue un demócrata a carta cabal. En 1872, a raíz del golpe de estado de los hermanos Gutiérrez, se pronunció en contra de esta inconstitucional actitud liderando un movimiento a favor de la estabilidad democrática y del orden constitucional. Como político, entre 1876 y marzo de 1879, fue diputado con una foja impecable, análoga a la desplegada en la escuadra, brindando al Congreso una de las actuaciones públicas más dignas que tenga memoria la vida republicana, demostró una actuación pública digna, gran responsabilidad y entrega, motivo por el cual en el Hemiciclo de la Cámara de Diputados existe una curul permanente con su nombre.
En su calidad de Comandante General de la Marina, un año antes de la guerra con Chile presentó un informe denominado “Memoria de Marina” donde advirtió la deplorable situación en que se encontraban las unidades de la Marina para enfrentar un conflicto armado. En dicho informe concluye que “De algún tiempo atrás la Marina no ha hecho adelanto material alguno. Su importancia ha desmerecido mucho, pues siendo nuestros principales buques construidos en una época en que el blindaje y gruesa artillería hacían sus principales ensayos, ya han quedado muy atrás de las poderosas naves de guerra que se construyen en el día”.
Poco más de dos años después de asumir el mando de la Marina, el 5 de abril de 1879, Chile nos declaró la guerra, Grau asumió el mando del “Huáscar” y aunque el Perú no estaba preparado para la contienda procuró ponerse en forma de inmediato con los escasos medios con que se contaba. Es muy importante que este episodio de nuestra historia nos obligue a reflexionar que a 136 años transcurridos desde esta guerra muchas unidades de combate de nuestra FF AA presentan problemas de obsolescencia del material y limitaciones severas de repuestos y mantenimiento, y en el corto plazo ya no será posible la reparación o el repotenciamento debiendo ser dadas de baja por su límite de tiempo de uso, por lo que se requiere mayor planificación y presupuesto para el recorrido y reemplazo de muchas de ellas.
El Almirante Grau fue ejemplo de liderazgo para la tripulación del Huáscar de 1879, demostró impulso personal, integridad personal y transparencia, responsabilidad, moral y ética esencial y actitud frente al deber, el que nunca constituyó para él el cumplimiento de una obligación, sino la realización de una exigencia de su propio espíritu, mantuvo en zozobra a toda la flota chilena más numerosa y de características técnicas superiores, demostrando su gran valor y entereza de espíritu.
Desde el inicio de la Guerra del Pacífico el 5 de abril y después de realizarse siete incursiones al sur, hasta el 8 de octubre en el Glorioso Combate de Angamos, nuestro mayor héroe naval se inmoló por la patria legándonos una lección de sacrificio y patriotismo. Su gran acto de heroísmo se basa en la convicción profunda que tenía sobre el deber y la entrega para con su patria. Aunque sabía que iba a enfrentarse solo contra una escuadra de 8 acorazados y que probablemente le esperaba la muerte a él y a su tripulación, así y todo salió a combatir con heroísmo y entrega total.
Antes de la guerra, Miguel Grau expresaba: “La Patria debe esperar todo del Huáscar. Aunque es un buque fuerte, no puede compararse a los acorazados enemigos. Morirá combatiendo. La Marina de Guerra presentará combate aunque no haya otra alternativa que la muerte. Os puedo asegurar que si el Huáscar no regresa victorioso, yo tampoco he de regresar”. Su objetivo fue la defensa del honor nacional, demostró su valor, que constituye una actitud mental que procede con calma y firmeza cuando se encuentra frente a un enemigo muy superior.
Fue un hombre trabajador, honesto, respetuoso y solidario, que amaba al Perú. La vigencia de su trayectoria, los valores que su vida refleja, son un conjunto de principios que dan consistencia y coherencia a las acciones de un grupo humano en el tiempo. Miguel Grau forja su personalidad al pie de firmes convicciones éticas, entre las cuales, la fidelidad al deber y el servicio a la nación, además de su valor, destreza y humildad, son expresiones naturales, son las raíces profundas que el Perú debe reforzar.
Por su heroísmo y sus ejemplos de valores, la figura del gran Almirante convoca a los peruanos de todas las generaciones, es por eso que en 1984 al escenario de sus hazañas se le denomina, por Ley 23856, “Mar de Grau” y en el 2000 todo el Perú lo eligió, en forma espontánea, como el ”Peruano del Milenio”.
El historiador peruano Jorge Basadre Grohmann nos brinda un certero resumen sobre la personalidad y firmes convicciones éticas del Almirante Miguel Grau: “Fue un hombre comprometido con su tiempo, con su país y sus valores. Fue honesto y leal con sus principios, defendió el orden constitucional y fue enemigo de las dictaduras. El héroe de Angamos siempre estuvo en la línea de afirmación de las normas morales y las tradiciones de la República”.
El heroísmo y los valores que nos legara el gran Almirante Miguel Grau, por su profundo significado, son una lección que perdurará en la memoria de los peruanos de todas las generaciones y que superará el devenir de los siglos.
Como líder político y militar y como nuestro héroe máximo más admirado, es y seguirá siendo un ejemplo para el país y para el mundo entero, por ello, en justo reconocimiento de lo que hizo por nuestra patria ha sido distinguido como “El peruano del milenio”.
Nuestra población requiere seguir su ejemplo —particularmente los gobernantes y actores políticos que guían los destinos de nuestro país— deben seguir su testimonio de vida e imitar permanentemente su liderazgo, integridad, rectitud, honestidad, desprendimiento y su amor a la patria.
Artículo de Alfredo Palacios Dongo publicado en el diario EXPRESO, fecha 8 de octubre de 2015