selva arboles aereaArizete Miranda, Fernando López y Mauricio López

Cuando sobrevolamos en avioneta la Amazonia tenemos una “vista de pájaro”, impresionante y magnífica, una “visión de conjunto” de la región.  En muchos pueblos amazónicos, los chamanes, en sus procesos de trance para curar, discernir y tomar decisiones sobre asuntos importantes de la comunidad, incorporan el espíritu de una majestuosa águila harpía para tener una visión de pájaro, “desde dentro” y, al mismo tiempo, de conjunto sobre la realidad amazónica.

Amazonia: un “órgano vital” del Planeta

En el cuerpo humano hay órganos que son vitales: corazón, pulmones, riñones, cerebro, etc. Cuidar estos órganos y mantenerlos en buen estado es fundamental para la vida de todo el cuerpo. De igual modo hay regiones en la Tierra que son “órganos vitales”, fundamentales para el equilibrio sistémico, para la “salud global” del Planeta y todas las formas de vida de la “casa común”.

Los obispos del CELAM, reunidos en Aparecida en 2007, reconocen que el continente Latinoamericano es una de esas regiones vitales y fundamentales para el Planeta: “América Latina es el Continente que posee una de las mayores biodiversidades del planeta y una rica socio-diversidad, representada por sus pueblos y culturas. Éstos poseen un gran acervo de conocimientos tradicionales sobre la utilización sostenible de los recursos naturales, así como sobre el valor medicinal de plantas y otros organismos vivos, muchos de los cuales forman la base de su economía” (DA 83).

Dentro del continente suramericano, la Amazonia es hoy uno de esos “órganos vitales” del Planeta Tierra.  Muchos hablan de la Amazonia como los “pulmones” del mundo, un órgano vital prioritario para la vida y el futuro de la humanidad y del Planeta.  Esta visión, asumida por la Red Eclesial Pan-Amazónica (REPAM), es expresada claramente por los Obispos Latinoamericanos en el Documento de Aparecida (2007): “Crear en las Américas consciencia sobre la importancia de la Amazonia para toda la humanidad”  (DA 475).

Esta visión es reiterada por el Papa Francisco en la Encíclica Laudato Si’ (2015): “Mencionemos, por ejemplo, esos pulmones del planeta repletos de biodiversidad que son la Amazonia y la cuenca fluvial del Congo, o los grandes acuíferos y los glaciares.  No se ignora la importancia de esos lugares para la totalidad del planeta y para el futuro de la humanidad”  (LS 38).  Las selvas tropicales como la Amazonia y el Congo, junto con acuíferos, arrecifes de coral, glaciares y los casquetes polares son “órganos vitales”, fundamentales para la vida del Planeta Tierra, para su futuro y el de la humanidad.  Hay que cuidarlos de un modo especial.

 “Frontera Amazonia”:

¡De “patio trasero” a “plaza central”

Vivimos tiempos de “frontera”.  Más que una época de cambios, estamos en un cambio de época, de paradigma global y vida planetaria.  Nunca antes la humanidad se deparó con el desequilibrio ecológico planetario ni con un cambio climático producido por los impactos destructores del propio ser humano, última especie en llegar a la Tierra (hace apenas 150 mil años).  El modelo económico de desarrollo capitalista y depredador implantado en los últimos 250 años, con un estilo de vida consumista desenfrenado, está rompiendo el frágil y delicado equilibrio sistémico de la Madre Tierra, colocando en peligro el futuro de toda forma de vida en el Planeta.

La Amazonia es hoy la mayor selva húmeda tropical del mundo; una de las regiones geológicas, biológicas y culturales más ricas del planeta.  La Amazonia es el mayor y más complejo bioma planetario.  Su diversidad socio-ambiental es enorme: contiene 1/3 de la biodiversidad y del stock genético del mundo y muchas especies y principios activos (importantes para la ingeniería genética) son todavía desconocidas.  Tiene una superficie de 7,8 millones de Km2(¡15 veces España!), que se extiende por 9 países sudamericanos.  Concentra recursos forestales inmensos, el 34% de los bosques primarios del planeta, fundamentales para la captación del carbono y el ciclo del agua; 20% del agua dulce no congelada; el río Amazonas es el más largo del mundo con casi 7 mil Km. y desagua en el Atlántico 220 mil m3/s.  El Amazonas es la red fluvial navegable más extensa de la Tierra (50 mil Km.).  También es el nombre de uno de los estados con mayores recursos minerales del planeta.

En este contexto histórico de “frontera global”, la Amazonia y sus pueblos tradicionales defienden y cuidan el ecosistema amazónico, ofreciendo así un servicio fundamental para el futuro de la humanidad y del planeta.  La Amazonia dejó de ser “patio trasero” para convertirse en “plaza central”.  Una región prioritaria de alto interés geopolítico y estratégico, disputada por las grandes potencias que ambicionan su biodiversidad y el control de sus recursos naturales, ignorando por completo a los habitantes ancestrales, verdaderos dueños de la región.  Vertiginosamente crece la presión, violencia y muerte sobre toda la biodiversidad regional.  En medio de este “fuego cruzado de gigantes” están los más pobres y vulnerables.  En la última década ha crecido exponencialmente el número de indígenas y campesinos asesinados.  La selva Amazónica y sus pueblos son exterminados por empresas poderosas que responden al modelo económico capitalista, que satisface el consumismo depredador “de las selvas de asfalto y hormigón” de los países ricos y de las naciones (no tan ricas) que imitan ese modelo de desarrollo.

Así lo reconocen los Obispos en Aparecida (2007): “En las decisiones sobre las riquezas de la biodiversidad y de la naturaleza, las poblaciones tradicionales han sido prácticamente excluidas.  La naturaleza ha sido y continúa siendo agredida.  La tierra fue depredada.  Las aguas están siendo tratadas como si fueran una mercancía negociable por las empresas…  Un ejemplo muy importante en esta situación es la Amazonia” (DA 84).

3. Los más vulnerables…

La presencia humana en la Amazonia tiene más de 11 mil años.  La población actual de la región es de unos 40 millones, formada por: migrantes, comunidades ribereñas, mestizos o “caboclos”, y solamente unos 3 millones de indígenas distribuidos en unos 400 pueblos que hablan más de 300 lenguas.  El 70% de la población actual vive en las ciudades amazónicas.  En el año 1500, las estimativas apuntaban unos 5 millones de indígenas en la región.  Muchos pueblos fueron exterminados por las enfermedades y la violencia que trajeron los invasores europeos.

A pesar de todo, los pueblos indígenas resistieron y hoy son el movimiento más insurgente de toda América Latina.

Particular atención merecen los “indígenas aislados”.  Ellos son uno de los grupos humanos más vulnerables de la Amazonia y del planeta.  El aislamiento de estos pueblos es debido, mayoritariamente, a procesos históricos de contacto violento.  Son resultado de una larga historia de enfrentamiento y exterminio vinculada con la explotación desenfrenada y depredadora de los recursos naturales de sus territorios.  En el pasado, muchos de estos pueblos fueron completamente exterminados, en otros casos, una parte fue exterminada, otra forzada a contactar y un “resto” escapó huyendo y refugiándose en lugares remotos, en el centro de la selva y en las cabeceras de los ríos, lejos de la “civilización” y de los “civilizados”.  En la actualidad se tiene noticia de más de 160 grupos indígenas en situación de aislamiento en el mundo.  De ellos, unos 140 en América Latina, concentrándose mayoritariamente en la Pan-Amazonia y cada día aparecen más...  En la Amazonia brasileña son más de 100 referencias (Funai, Oct/2014), siendo Brasil el país del mundo con mayor número de grupos indígenas aislados.

Afirma el sabio Bernardo Sateré-Mawé: “Cada vez que un pueblo indígena desaparece, un rostro de Dios muere, la humanidad, la tierra y el cosmos se empobrecen”.  Hoy, el futuro de los pueblos indígenas aislados no depende de ellos, depende de nosotros.  El Obispo Alejandro Labaka y la Hna. Inés Arango, horas antes de morir inmolados por defender la vida de los Tagaéri (Coca, Amazonia, Ecuador, 21/07/1987), declararon: “¡Si nosotros no vamos, los matan a ellos!”.

Grandes proyectos en la Pan-Amazonia e impactos socio-ambientales

Hoy, la depredación amazónica y la violencia contra los pueblos indígenas y tradicionales de la región continúan con los nuevos ciclos extractivistas y, sobre todo, con los grandes proyectos de “desarrollo” que se están imponiendo en la región (IIRSA).  La IIRSA (Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Suramericana) nació en una reunión de los Presidentes de América Latina realizada en Brasilia en el año 2000.  Acordaron generar un proceso de integración política, social y económica desarrollando la infraestructura de transporte, energía y comunicación en todo el continente; crear nuevos corredores de exportación para reducir los costos de transporte y así alcanzar una mayor competitividad en los mercados mundiales.  El compromiso entre los gobiernos prevé un conjunto de 510 proyectos, organizados en 47 planes para articular 10 ejes nodales de integración latinoamericana.  El costo estimado en 2009 fue de US$ 74.500 millones, financiados por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Corporación Andina de Fomento (CAF), Fondo Financiero de Desarrollo de la Cuenca del Rio de la Plata (FONPLATA), Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES), Banco Europeo de Inversiones (BEI) y Banco Mundial.

La región que será (ya es), más afectada por la IIRSA es la Pan-Amazonia: de los diez ejes IIRSA, cinco la afectan directamente.  En la región amazónica los intereses económicos internacionales son mayores a causa de las riquezas del suelo y sub-suelo, de la biodiversidad, del agua dulce, etc.  Y para sacar las riquezas de la región y traspasar mercancías a bajo costo de un océano al otro (Atlántico-Pacífico-Caribe) son implementadas carreteras transoceánicas e hidrovías asociadas a hidroeléctricas que cortan la Pan-Amazonia tanto en los sentidos este-oeste como norte-sur.  Los impactos socio-ambientales en la región serán (ya son) gravísimos, así como la presión sobre los marcos legales de la reglamentación ambiental y, sobre todo, la presión sobre los derechos territoriales de los pueblos tradicionales (indígenas, ribereños, afro-descendientes, etc.) conquistados con mucha lucha y sufrimiento en las últimas décadas.

Los grandes proyectos en la Pan-Amazonia provocan dos impactos fuertísimos de “movilidad humana”.  Por un lado, las grandes obras requieren y atraen rápidamente un enorme número de migrantes trabajadores que llegan, en su mayoría, de otras regiones no amazónicas, y que traen consigo otra cosmovisión de mundo y de relación con la Madre Tierra.  Muchas veces, esta población entra en choque con los pueblos tradicionales de la región, que tienen otra cosmovisión y modos de relación con la Madre Tierra.  Por otro lado, los grandes proyectos también generan enormes impactos socio-ambientales que desplazan los pueblos tradicionales, haciendo de ellos “refugiados ambientales”.  Todos estos procesos colocan en riesgo el equilibrio sistémico socio-ambiental del bioma amazónico con sus implicaciones y consecuencias para todo el planeta y la humanidad.

Con la IIRSA, la historia se repite: la Amazonia continúa siendo pensada a partir de los intereses “de fuera” y no a partir de los intereses “de dentro”, de los pueblos amazónicos.  Los que detentan el poder económico y político (nacional e internacional) son los que deciden buscando solo su propio beneficio. Resultado de esta visión externa y de todo este “desarrollo foráneo”: la Pan-Amazonia es devorada por empresas madereras y papeleras, por compañías petroleras y mineras, por farmacéuticas y empresas del agro-negocio, por hidroeléctricas, por hidrovías y grandes carreteras que cortan la selva y los territorios de los pueblos tradicionales que en ella habitan.  A todo esto hay que sumar las mafias del narcotráfico que se adueñan de la región y controlan un ejército de pistoleros y mercenarios dispuestos a cualquier cosa.  Lamentablemente, la respuesta inmediata de los estados es la militarización de la Amazonia.

Es importante destacar que esta lógica desarrollista sobre la región tiene como imaginario social considerar la Pan-Amazonia como una “tierra vacía” o “tierra de nadie”. Los problemas y conflictos sociales de otras regiones del continente se solucionan empujando a los pobres para la amazonia.  La lógica es perversa porque acaba enfrentando “pobres contra pobres”, pobres migrantes, colonos y asentados (foráneos) contra indígenas, ribereños y pueblos tradicionales de la región.  Enfrentar “pobres contra pobres” para ver si entre ellos se eliminan y acaban todos…  ¡Es terrible esta sutil politiquería de exterminio!

 “Todo está conectado” (LS, 2):

¡Una “selva” sin la otra no tiene solución!

El Papa Francisco, en la Encíclica Laudato Si’, llama la atención reiteradamente sobre el hecho ineludible de que todo y todos estamos conectados: “En el mundo todo está conectado” (LS 16); “Todas las criaturas están conectadas (LS 42); “Todo está conectado” (LS 91); “No está de más insistir de que todo está conectado” (LS 138); “Todo está conectado, y eso nos invita a madurar una espiritualidad de la solidaridad global que brota del misterio de la Trinidad” (LS 240).  También aparecen otros conceptos que apuntan en esta misma dirección como: interacción (LS 139, 141), interrelación (LS 150), interdependencia (LS 86).  “La interdependencia nos obliga a pensar en un solo mundo, en un proyecto común” (LS 164).  La REPAM asume esta visión interconectada de la Amazonia y del mundo.

Esta conexión profunda y espiritual de toda la realidad la viven y formulan los pueblos indígenas hasta nuestros días.  Y así se lo expresó de forma bellísima el Jefe Seattle al Presidente de los EE.UU. Franklin Pierce en 1854: “Todas las cosas están ligadas.  De una cosa estamos bien seguros: la tierra no pertenece al hombre.  Es el hombre el que pertenece a la tierra.  Todo va enlazado, como la sangre en una familia.  Todo lo que le ocurra a la tierra, le ocurrirá al hombre.”

Así también lo afirman una multitud de científicos occidentales: si la Amazonia se destruye, todo el sistema planetario se desequilibrará.  Por eso, “una selva sin la otra no tiene solución”.  En ambas “selvas” hay que dar la batalla contra el actual sistema económico de desarrollo “ecocida”, que mata la vida.  Hay que establecer una gran alianza solidaria entre todos los pueblos de la Tierra a favor de la vida del planeta y de todos sus seres, incluida la humanidad.

En las dos “selvas”, en la amazónica y en la de asfalto y hormigón, hay que tener una gran fortaleza interior para enfrentar los grandes desafíos.  Hay que cultivar un gran corazón para “endurecerse sin perder la ternura jamás”, para “corazonar” la vida, para no tirar la toalla ni dejar que el sistema nos agrie el corazón perdiendo la alegría de vivir y nos arranque la esperanza de que “otros mundos son posibles y necesarios”.

Los pueblos indígenas han demostrado, a lo largo de milenios de existencia, que saben cuidar y relacionarse recíprocamente con el medio ambiente, de un modo sustentable.  Green Peaceha probado, con estudios satelitales, que las regiones mejor preservadas en la Amazonia son aquellas que han sido demarcadas a favor de los pueblos indígenas; más que los parques nacionales u otras áreas con algún tipo de protección ambiental.  Los pueblos indígenas saben cuidar y defender sus territorios.  Por otro lado, en los últimos 500 años, los pueblos indígenas también han demostrado que tienen un gran corazón, y que están dispuestos a “luchar hasta el último indio” por defender la vida y sus territorios.  Y en esta selva de asfalto y hormigón, ¿se está dispuesto a “luchar hasta el último indio”? Porque una selva sin la otra no tiene solución; hay que luchar en las dos selvas con un gran corazón.

En este contexto histórico de “conexión global”, tomamos consciencia de que todo y todos estamos profundamente interrelacionados.  La Amazonia y sus pueblos tradicionales juegan un rol fundamental para el futuro de la humanidad y del planeta.  La Amazonia dejó de ser “patio trasero” para convertirse en “plaza central”.  Una región prioritaria de alto interés geopolítico y estratégico, disputada por las grandes potencias que codician su biodiversidad y recursos naturales, ignorando a los habitantes de la región.

- Mauricio Lópezes el Secretario Ejecutivo de la Red Eclesial Pan-Amazónica (REPAM), Secretario de Caritas Ecuador y Presidente Mundial de las Comunidades de Vida Cristiana (CVX).

- Arizete Miranda DinellyCNS-CSA es miembro del Consejo Indigenista Misionero (CIMI) y de la Red Itinerante de la REPAM. Su servicio itinerante lo presta desde la triple frontera amazónica de Brasil-Colombia-Perú (BraCoPe), con base en las ciudades de Tabatinga, Santa Rosa y Leticia.

- Fernando López Pérez sj es miembro del Consejo Indigenista Misionero (CIMI - Equipo de Apoyo a los Indios Aislados) y de la Red Itinerante de la REPAM. Su servicio itinerante lo presta desde la triple frontera amazónica de Bolivia-Perú-Brasil (BolPeBra), con base en las ciudades de San Pedro de Bolpebra, Iñapari e Assis Brasil.

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