Por Alonso Mujica Troncoso*

Días atrás cuando la policía y miembros de la Fiscalía se apersonaron a su casa para allanarla y detenerlo, el ex presidente Alan García tomó la trágica decisión de dispararse y acabar con su vida. De esta forma, y acorde con lo que dijo en su última carta de despedida, dejar su cadáver como una muestra de desprecio a sus adversarios políticos por lo que él consideraba una injusta persecución judicial y política.

Se pueden hablar horas de horas sobre la trayectoria política de García, un personaje que generó y generará pasiones tanto positivas como negativas pues hay mucha gente que lo tiene en un lugar muy idealizado y hay otros que por el contrario lo detestan, ambos extremos son bastante peligrosos porque debe primar la objetividad por sobre el apasionamiento, el respeto sobre la animadversión y la reflexión ante la cólera.

Me limitaré a reflexionar sobre la trágica y extrema decisión final de García y sus consecuencias.

Para empezar, considero que este disclaimer es fundamental, el suicidio no debe ser romantizado e idealizado por nadie. El suicidio es una decisión extrema, muy personal y que no debe ser calificado como valiente o cobarde. Solo la persona que cometió este acto fatal está dentro de su mente y puede saber exactamente qué lo llevó a tomar dicha decisión.

Los medios de comunicación han sido excesivamente irresponsables en dar una tribuna, sin ninguna clase de filtro, a personajes que no solo idealizan el suicidio sino que están responsabilizando abiertamente a otras personas e instituciones de la decisión del señor García. Debía de haber responsabilidad de los medios de comunicación, dejar de dar micrófono abierto para que se hable con desparpajo sobre un tema tan sensible y considero que los educadores, padres y madres de familia necesitarán estar preparados para el centenar de preguntas que los chicos harán. El tratamiento del suicidio que se haga será muy importante para el imaginario popular peruano.

Considero que García se equivocó profundamente. Cuando uno lee la carta que dejó, puede concluir que esa carta es consecuente con su vida política y la historia, en muchos casos, romántica del APRA. Habla de la historia, del desprecio a los adversarios y de persecución. Esa carta tiene una línea discursiva que quiere llevarnos a entender que su decisión fatal es un sacrificio por la Patria y por la democracia dada una coyuntura injusta perpetrada, según el ex presidente, durante muchos años.

¿Por qué considero que se equivocó?

Porque las razones expresadas en la carta de García no indican un desprecio por sus adversarios políticos, indican un profundo desprecio por todos los peruanos. El pueblo peruano, en dos ocasiones, le dio el honor de encarnar a la Nación con la máxima responsabilidad del sistema político y democrático: la Presidencia de la República. ¿García murió inocente frente a la justicia? Sí, pero vale la acotar que nunca se enfrentó a la justicia. Esta vez finalmente se vio frente a ella, se le venía una prisión preliminar, una probable preventiva y luego una acusación y juicio. Él no los consideró justos, no consideró que tuviera que enfrentarlos y terminó con su vida. El sistema democrático tiene sus fallas, muchas sí, pero es el sistema que tenemos. Es el mismo sistema bajo el cual el pueblo le dio tamaña responsabilidad en dos ocasiones. Yo jamás hubiera querido un final como éste y estoy seguro que la gran mayoría de peruanos tampoco. Lo que queríamos era que el ex presidente enfrentara a la justicia y que en un debido proceso demostrara su inocencia. Y eso jamás ocurrió.

Y él como ex gobernante que encarnó a la Nación, tenía que responder no solo por sus aciertos (que tuvo en su segundo gobierno) sino también por sus presuntos casos de corrupción (los del primer gobierno prescribieron). Él no lo hizo. Se equivocó. Si el sistema tiene fallas, le tocaba enfrentarlas dentro del orden democrático. Debía exhibir su inocencia en un debido proceso. Se equivocó seriamente y por encima de todo procuró ubicarse como un inimputable. Y eso no es admisible para nosotros y lo considero profundamente irrespetuoso, a él correspondía rendir cuentas al pueblo. Siempre dijo que el que “no la debe, no la teme”, entonces: ¿por qué no exhibir su inocencia frente al sistema judicial? Es el mismo sistema judicial que condenó a Alberto Fujimori y que dictó prisión preventiva a Ollanta Humala y Nadine Heredia, a Keiko Fujimori, a PPK y que está en proceso de extraditar a Alejandro Toledo.

Por ello, hay algo que nunca va a cuadrar dentro de esta narrativa. Ni la de su carta de despedida ni de la que pretenden darle ahora sus allegados y colaboradores más cercanos que lo quieren poner al nivel de Alfonso Ugarte o de los mártires apristas de Trujillo. Ellos pretenden darnos lecciones de moral, dignidad o heroísmo.

Sus colaboradores y allegados más estrechos, hoy pretenden inculcarnos lecciones de historia y de amor por la Patria. Ellos, que desde la función pública, estuvieron coludidos o se hicieron de la vista gorda de los casos más grandes de latrocinios y corrupción contra el Estado peruano. ¿Ellos nos van a enseñar quienes son héroes o mártires? ¿Ellos nos van a dar clases de dignidad o moral? Todavía quedan muchas cosas en juego sobre los casos de Odebrecht y esto no puede ser motivo para que se detengan.

¡Por favor! ¡No nos insulten más! Ya lo han hecho durante muchos años, el pueblo peruano no se los va a permitir más.

En los últimos días, el aprovechamiento político de la situación en el que han caído los apristas, y sus fuerzas políticas más cercanas, es francamente deplorable y ronda el fanatismo. Faltan profundamente el respeto al pueblo y al trágico final de su difunto líder. Las investigaciones deben continuar, nuestro apoyo a los fiscales y jueces deben continuar.

Alan Gabriel Ludwig García Pérez ha marcado historia, para bien o para mal, en el Perú. Ha marcado un antes y un después para todos. ¿Fue un hombre con mucho talento? Sí lo fue. Fue el último gran animal político del Perú contemporáneo, no podemos ser mezquinos y no reconocerle eso. En mi opinión personal, es un ejemplo a no seguir para todos los que aspiramos a servir a nuestra Nación y pueblo. ¿Por qué?

¿Estuvo el talento de García al servicio de la Patria y de los intereses de los peruanos? A la historia, como él tanto quería, le tocará juzgar eso.

En mi opinión, la historia y el pueblo, no lo vamos a absolver.

 

* Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
22.04.2019