Dante Castro
Senadora Jeanine Áñez, autoproclamada presidenta de Bolivia, carga una enorme biblia. En ella se juntan racismo y extremismo religioso
Tanto en Bolivia como en Chile las sectas religiosas dependientes del imperialismo yanqui se alinean con las fuerzas más oscuras y reaccionarias. El imperio ha apostado por el fundamentalismo religioso como reclutador de fuerzas de choque locales, para no tener que gastar millones en traslados de tropas invasoras.
El Oriente sigue sacudido, secuestrado o extorsionado por el fundamentalismo islámico, el mismo que, por ejemplo, le sirvió al imperio para movilizar mercenarios y derrocar a Gadafi. Desde Alqaeda y los talibanes hasta el Estado Islámico, siguen el bastón de mando del gran capital monopólico que ambiciona el control total del petróleo. Como no pueden introducir el islamismo aquí en América Latina, invirtieron millones en sectas religiosas evangélicas, mormonas y similares: el fundamentalismo cristiano a órdenes de la CIA.
Esto, porque la Iglesia católica le jugó una deslealtad peligrosa con la Teología de la Liberación, a la cual el imperio le opuso un Papa polaco en plena Guerra Fría que oficializó al Opus Dei en oposición a los “curas comunistas”. Lo peor que le pudo pasar al imperio fue que el mismo Papa polaco, reaccionario y anticomunista, se rebelase en sus últimos años y pidiese la condonación de la deuda externa a países pobres (Jubileo 2000), además de dialogar con Fidel Castro y oponerse al embargo contra Cuba.
Los servicios de inteligencia del imperio tenían un as bajo la manga: informes, grabaciones y audios de la corrupción e inmoralidad de los curas pederastas. Así se bajaron la campaña del milenio contra la deuda externa. Domesticada nuevamente la casa católica, no ofrecía tantas garantías como la expansión evangélica.
En nuestro país las sectas evangélicas más poderosas toman posesión de grandes locales, usan estadios, como el de San Marcos, eligen sitios estratégicos para edificar sus casas de oración y sobre todo visitan domicilios puerta por puerta como llevando la cuenta donde es bien o mal recibido su mensaje. Antes lo hicieron los mormones caminando calles, tocando puertas y construyendo mega-propiedades en zonas urbanas estratégicas. La grosera abundancia de recursos no se debe al diezmo, obviamente.
Pero, ¿cuándo empezaron a involucrarse en política nacional? En 1990 dieron su respaldo a la candidatura de Fujimori, causando seria inquietud en el monseñor católico Augusto Vargas Alzamora. Esa preocupación llevó al purpurado a ocultarse en la maletera de un auto para visitar al candidato contrario: Mario Vargas Llosa. Y sacó la imagen del Señor de los Milagros, la Virgen María y Santa Rosa de Lima a pasear por la ciudad en pleno periodo electoral, como quien siente amenazado su espacio. En 1992 las vírgenes lloraron, solo en casas de familias fujimoristas. ¿Qué pasa que ya no lloran? Recuérdese que los evangélicos no creen en la santidad de María, tampoco en ídolos de barro.
El parlamentario conservador evangélico Lay, a fines de los 90’, no pudo convocar a una masificación de fieles: compiten aún con un catolicismo idólatra y pecador muy fuerte. Aquí en nuestro Parlamento las declaraciones más desafortunadas respecto al enfoque de género, proceden de voces evangélicas de analfabetas funcionales como ciertas damas parlamentarias.
Poca fortuna tienen los evangélicos en la batalla congresal y no llegan a ser una fuerza. ¿Qué dan a cambio? Una auténtica organización de la vida personal, cero alcohol y drogas, cero adulterio y una cultura del trabajo que culmina en la teología del éxito personal.
Serás exitoso por la gracia de Dios y fruto de tus esfuerzos, de tu abstinencia y sacrificios. La condena a la idolatría indígena se convierte en un nuevo capítulo de la conquista y del santo oficio. El sionismo, increíblemente, se hace presente en todas las iglesias evangélicas donde destaca la bandera del Estado de Israel.
Y ahora los evangélicos chilenos respaldan a Piñera, como también están totalmente involucrados en el golpe contra Evo Morales en Bolivia y gozan de la presidencia en Brasil: el infame Bolsonaro. Hace algunos años los fatuos progres nos consideraban “conspiranoicos” cuando denunciábamos la penetración ideológica del imperialismo a través de sectas religiosas. Esperamos que con estas muestras nadie vuelva a dudarlo. Salute.
Diario Uno, 19.11.2019