Carlos Enrique Delgado Guerrero
La confusión, desinformación, convulsión, incoherencias y perversión aparecen como fantasmas a través de los diferentes medios de comunicación y redes, generando terror, miedo, desconcierto, tensión, estrés, depresión, ansiedad y en algunos casos se ha registrado hasta el suicidio, me solidarizo con la combativa pobreza extrema, hogares donde no llega ni el agua potable ni las cisternas donde sólo se llega caminando, mientras les dicen que se laven las manos varias veces al día, una de las incoherencias más saltantes como la sobrevaloración del alcohol cuando hasta hoy se sigue produciendo alcohol en el país, las filas por cerveza en el norte del país, estas aglomeraciones se tradujeron en más contagios, los bonos son insuficientes mientras que el gobierno exige el cumplimiento de sus directivas en esta ya “sesentena” sin dar las medidas para que las personas sobrevivan a la situación, es natural que se sienta el descontento pero ojo, el malestar en las mentes es el tiro de gracia de esta “plandemia” pronosticada hace varios años atrás por sus presuntos promotores.
Aún me resulta increíble la oscuridad de su origen (pero ese será motivó de un próximo artículo), gracias a Dios día a día sale más información a la luz y no se puede tapar el sol con un dedo, pronto se sabrá toda la mera verdad, que hay muchos, muchísimos intereses detrás de esta situación que, a cada minuto es más evidente. Pero “que no cunda el pánico” (parafraseando a Roberto Gómez Bolaños) siempre hay una solución.
Resulta irónico qué en plena crisis económica, recesión y desempleo post COVID-19 veamos desalojos intempestivos, arrendatarios cerrados al diálogo centrados solo en sus intereses, considerando que la deuda se adquirió como consecuencia de la pandemia. Te entiendo a un deudor reiterativo, pero a un fiel inquilino dejarlo de un día al otro en la fría calle es algo psicopático. El diálogo entre las partes a través de la empatía es fundamental para una solución real.
Todas estas situaciones hoy son cotidianas, desde que empezó el coronavirus, se está expandiendo en simultáneo y progresivamente, otro verdugo más conocido el estrés y su ejército de cortisol, perturban nuestra vida así nos pongamos mascarilla, haciéndonos más vulnerables al virus y otras enfermedades ya que el estrés nos baja las defensas. “El sufrimiento acumulativo del estrés psicológico puede aumentar el riesgo de mortalidad en pacientes con enfermedad cardíaca” precisó el Dr. Ralph Stewart en la edición en línea de la revista “Heart”.
Hay muchos temas que superan la ficción. Sin embargo, toda crisis es una oportunidad de reinventarse, adaptarse al cambió hacer de la resiliencia un arte y mejorar. La meditación es una herramienta ancestral fundamental para situaciones duras, elimina la ansiedad, estrés, mejora el sueño y refuerza el sistema inmunológico. Los deportes, las artes marciales, calistenia, desde las memorables planchas hasta los enérgicos “burpees” es un despegue de endorfinas, fundamental para mejorar el ánimo y eliminar estrés. La alimentación saludable es parte del kit para que dejemos atrás al coronavirus y sus consecuencias. Tendremos que explorar nuevos horizontes, guiados por la intuición y la razón, revolucionar antiguos conceptos para el bien de la humanidad. Es el fin de un estilo de vida individualista para avanzar en conciencia hacia la evolución o viceversa, cada quien crea su propia realidad tú eliges sumar o restar.