Herbert Mujica Rojas
¿Qué conserva un conservador en el Perú? se preguntaba años atrás Andrés Townsend Ezcurra y agregaba a modo de respuesta: “¿la situación actual de atraso, pobreza, subdesarrollo?”.
El ingeniero Roque Benavides tiene derecho a tentar cualquier puesto. ¿Quién puede disputar semejante ambición a un hombre con mucho dinero, capacidad de compra material y de conciencias útiles a su determinación?
Que se sepa en su vida universitaria en la PUCP, Roque Benavides jamás militó o defendió o esgrimió las tesis apristas de antimperialismo, frente único de clases explotadas, Congreso Económico, cooperativismo o de pan con libertad. Que fuera pariente, hecho que no es ningún mérito y es de vulgar inercia, de Haya de la Torre, no le obsequia ni orla presea para erigirse como candidato aprista, grupo político del que no comparte la más mínima idea.
¿En qué piensa el señor Benavides? Bastaría con recordar que como presidente de la Confiep, ese grupo de señorones devotos del cholo barato y el azúcar caro, fue uno de los más caracterizados partidarios de la reelección de Alberto Fujimori cuya Constitución, la de 1993, consagra el capitalismo salvaje, el saqueo del Estado al que inmovilizan en nombre de la piedra filosofal llamada hoy empresa privada.
Pocos días atrás el respaldo de Benavides a la presidente de Confiep cuando “criticaba” al gobierno de Vizcarra se tradujo en que esta administración otorgó ventajas al gran empresariado (que de grande tiene el autobombo alquilado en los miedos de comunicación).
En Embestida de la derecha, José de Echave ha escrito:
“El señor Roque Benavides ha querido darnos una clase magistral de cómo se hace noticia, incluso en tiempos de pandemia. El último domingo soltó unas declaraciones de antología en un programa de televisión, con el mensaje de que en el Gobierno “hay un claro sesgo antiempresa privada………. Queda claro que los sectores que representa Roque Benavides han decidido desplegar todas sus fuerzas y van por más en medio de la pandemia. El objetivo parece traerse abajo a todo el gabinete, golpeando sobre todo a las figuras que les son más incómodas, como el ministro Víctor Zamora y el propio Vicente Zeballos. Roque Benavides, desatado, llegó a soltar frases como estas: “en cualquier parte del mundo, el Congreso interpelaría a todo el Gabinete”, “hay gente que tiene otras ideologías, es evidente que hay sesgos y hay ministros del Frente Amplio”, “hay gente que su posición ideológica es contraria a la economía de mercado”. Hildebrandt en sus trece, p. 12, 23-6-2020
Es fácil deducir que el señor de marras sólo cree en el dios mercado como asignador de recursos, en el cholo barato y el azúcar caro, en el imperio del capitalismo salvaje y le importa ¡un pepino! la suerte de las mayorías nacionales aquellas que al salir de casa no saben ¡siquiera! si volverán a sus hogares o con algún dinero para alimentar a las familias.
Causa risa e indignación ver a mercenarios y funcionales apristas al servicio de una aspiración que aún no tiene la oficialidad del gremio empresarial y que es un balón de ensayo habiloso y que aprovecha el hambre y la ingenuidad estúpida de quienes basan un supuesto “aprismo” en una fotografía. ¿O hemos llegado al oprobio del derecho de sangre como legítimo diploma en la política?
El señor Benavides representa a uno o varios sectores económicos: los que tienen el poder desde sus fortalezas enclavadas en el aparato del Estado que controlan de cabo a rabo, sin excepciones aunque sucedan guerras episódicas en que hay reyertas intestinas aunque no se maten entre ellos los mandones.
No está mal que los conservadores en Perú decidan hacer política. Lo ideal sería que lo hagan con sus propios rostros y que no usen a intonsos y bobos y ¡mucho menos! una agrupación política, cuyos ideales y cartas ideológicas pregonan cosas muy distintas. Aunque la organización de la avenida Alfonso Ugarte acaso esté in artículo mortis.
06.07.2020