Crónicas Corovirales 12
Por Jorge Smith Maguiña*
Fuera de los ámbitos de la salud (por razones evidentes) y el ámbito de la economía, por el confinamiento casi universal de por lo menos dos o tres meses que ha sido, total en algunos países y parcial en otros, las consecuencias del COVID- 19, a nivel universal ha tenido un impacto en un sector importantísimo, vital para nuestro país, como lo es el de la educación escolar. Hoy día incluso en los Estados Unidos hay una lucha frontal entre la intransigencia del presidente Trump para que abra los colegios de primaria y secundaria y la resistencia de los gobernadores de muchos estados para no querer abrirlos por el momento, por la peligrosa y casi incontrolable persistencia y crecimiento de contagios en dicho país. Daría la impresión que los temerosos gobernadores se oponen a que se ejerza la libertad de dar el total derecho a la educación que tienen los niños y adolescentes, pero lo que es evidente, es el miserable interés político que hay detrás de esto por parte del presidente Trump. El que los colegios abran y se reanuden las clases por insistencia del mismo, daría en apariencia la impresión que ya todo volvió a la normalidad, cuando es evidente que el derecho a preservar la salud es más importante en estos momentos que cualquier educación.
La pandemia, en los hechos, ha significado la paralización en seco de las actividades escolares presenciales en la mayor parte de los países. Luego del impacto paralizante inicial, si bien se sabía que la situación era grave pero no cuánto podía durar, el sector educativo sobre todo de la educación escolar, de los 6 hasta 17 ó 18 años según el sistema escolar utilizado, o sea la escuela primaria y secundaria.
Los colegios en todo el mundo, algunos con lentitud y otros con suma rapidez, han reaccionado frente a la pandemia pues no podían quedarse indefinidamente teniendo sus locales cerrados para la educación presencial. Algunos ya tenían modalidades de enseñanza a distancia para algunos cursos, con lo que se denomina aulas virtuales, que le dan mucha continuidad al aprendizaje, tanto escolar como universitario. Sobre todo los colegios del sector privado han reaccionado con prontitud.
El sector estatal, que maneja la educación pública, en muchos países como el Perú, tenían diversos proyectos encarpetados, que alguna vez habían sido encargados a una consultora, pero no se esperaba algo como la pandemia. Algo tan repentino, tan masivo y grave y que no tuviese fecha final y que continúa después de casi cinco meses de haberse decretado la pandemia. Fue el momento ideal de desempolvar dichos proyectos. Hubo que ver las condiciones para implementarlo. Era urgente y además no quedaba otra alternativa.
Algo como la enseñanza virtual, digital o a distancia, que en realidad era una herramienta complementaria a la educación presencial, es algo que existe desde hace algún tiempo. Es algo que conocían muy bien, sobre todo aquellos que enseñan o aprenden idiomas, y tal modalidad de aprendizaje se volvió de un día a otro, algo esencial. La enseñanza remota, era por lo demás, la única manera de poder reiniciar las labores escolares, cuando ya se tomó conciencia clara de la gravedad de la pandemia y el repentino cese de la mayor parte de las actividades laborales, del paro obligado del transporte con lo cual los alumnos no podían ir al colegio y también de todas aquellas actividades que significaban agrupación de personas, como lo son las actividades escolares o universitarias. El asumir la obligada distancia social para disminuir la posibilidad de contagio, hacía inviable que las clases presenciales pudiesen darse.
En países como el Perú, muchos de los colegios privados tenían plataformas digitales que hicieron que prácticamente sus escolares no perdiesen una sola semana de su escolaridad. En esos casos lo único que aparentemente se perdió fue la socialización positiva que implica la vida escolar, socialización que es tan importante en la vida del niño o del adolescente.
Algunas materias de enseñanza como física o química, difícilmente pueden darse a distancia, pues habría que tener laboratorios en casa y las condiciones de seguridad requeridas. Tampoco en física o en biología. Muchas materias eran o son difícilmente transferibles en una plataforma digital para lograr una enseñanza eficaz. Algunas de ellas precisan necesariamente la presencia. Hay no solo que ver, sino también tocar. No es solo el “videre per credere” (ver para creer) de San Agustín que cuenta, sino el “videre et tanger” (ver y tocar) que son esenciales.
Nada reemplaza, sin embargo, la enseñanza presencial, pues la relación profesor alumno, es algo que estimula el aprendizaje más de lo que se piensa. El aprendizaje presencial, no es una mera actividad cognitiva, de transmisión, recolección y procesamiento de datos. El aprendizaje presencial es también de una forma de relación. También el compartir un espacio de enseñanza, con otras personas de tu misma edad, intercambiar dudas y certitudes crecientes sobre lo que se va aprendiendo es una experiencia irremplazable, estimulante y perdurable en nuestras vidas. En nuestras vidas muchos hemos tenido compañeros de colegio que nos inspiraban y a quienes imitábamos, nos sorprendía su capacidad y precocidad para aprender muchas cosas, resolver problemas de matemática, física o química o aprender idiomas.
Sobre la enseñanza de los contenidos , la enseñanza a distancia, por Zoom u otras modalidade, cumple a cabalidad su objetivo o sea es algo más que una herramienta de sustitución, además bien manejada dicha forma de enseñar, nos permite dar ejemplos visuales extraídos de cualquier banco de datos u otras formas de utilizar la imagen digital, pero las gratificaciones subjetivas que nos da la experiencia misma de aprender presencialmente, no están presentes, o por lo menos no en forma óptima. Ahora que es posible dar clases virtuales a través Zoom con todos los alumnos de una clase real presentes, situación que con una pantalla grande puede sin duda equiparar lo que sería una clase presencial. Eso es muy posible, pero no hay todavía estudios al respecto.
Por otro lado, en el sector de la educación pública en países como Perú, los colegios -menos aún los públicos- no tienen sino en una proporción limitada plataformas para dar enseñanza a distancia a los alumnos o si las hay es solo para un determinado número de materias y no siempre en condiciones técnicas impecables. Por otro lado, por sus limitados ingresos las familias de pocos ingresos o no poseen laptops o computadoras en sus casa, si las hay , no todos tienen un sistema de wifi que les permita acceder a las redes de internet. En todos los lugares, por último, la llegada del internet incluso la satelital, es muy deficiente y hemos visto penosas situaciones en que los niños en muchos lugares de la Sierra del Perú, tienen que caminar a veces horas para llegar a algún lugar donde puedan captar la señal wifi en forma fluida e impecable para poder acceder a alguna forma de enseñanza a distancia. En otros casos han tenido por así decirlo de colgarse del whatsapp de sus padres para seguir una clase.
Otra opción muy buena que inmediatamente pudo implementarse por una acción meritoria y decidida que el sector privado llevo a cabo, fue la generosa oferta de la emisoras, sobre todo aquellas emisoras locales que llegan o existen en los lugares más apartados del Perú, de poner en línea durante algunas horas, todos los días, las materias principales, para vehicular una escolaridad limitada pero real. Los impactos por las estadísticas que hemos revisado son muy buenas y el nivel de satisfacción aunque no total es muy aceptable. Lo mismo cuando lo mismo se ha hecho a través la televisión.
El problema en realidad no es solo brindar el producto sino evaluar que el aprendizaje real se haya producido en el niño. Enseñar es una cosa y aprender es otra. Además tener el ojo vigilante del profesor en la educación presencial, la intervención del profesor para que todos tengan una participación activa en la clase, no es algo que se pueda lograr en la educación a distancia y la evaluación misma de lo aprendido en la educación a distancia, más aún si esta no es interactiva como las clases que se están dando por radio o televisión plantea problemas no resueltos aún.
Lo bueno, como dijimos, de esta pandemia ha sido que cadenas de radio grandes y chicas, como también de televisión, apoyen en que la escolaridad de niños y adolescentes no se interrumpa en forma complementaria a lo que el Estado ha podido hacer en sus respectivos canales. Esto ha ayudado también a que el Estado mismo se actualice, como también los privados sobre las posibilidades y ciertas limitaciones que tiene el aprendizaje a distancia.
El Estado peruano en su típica reacción bomberil, de actuar recién cuando un problema aparece, decidió “de inmediato” comprar tablets por un monto cercano a los 800 millones con un sistema que permita acceso a clases virtuales a las cuales puedan acceder todos los niños de Perú desde cualquier lugar. Lo que iba a ser de ejecución inmediata, vimos que poco a poco perdió viada en el caótico proceder del Estado absorbido por las urgencias de la pandemia. La urgencia de adquirir las tablets ya no era para mañana, sino no se sabe para cuándo y si se tienen la tablets antes de fin de año debidamente entregadas a quienes corresponde y el sistema de wifi o satelital, implementado e impecable para diciembre, ya será un milagro de navidad. Que haya voluntad de hacerlo, no dudamos que la hay, pero la lentitud paquidérmica de un Estado fallido, que necesita gastar 8 soles en burocracia para utilizar dos soles que realmente beneficien y lleguen a los usuarios finales nos hace tener el beneficio de la duda. Ya el plan Huascarán para el uso de tablets con fines educativos en lugares remotos y que quiso ser implementado por un prófugo presidente, se perdió en el camino de las buenas intenciones. Esta vez, sin embargo, la urgencia es mayor, la educación virtual no es una alternativa, es una necesidad urgente.
Esperamos que la ineficacia caótica con consecuencias pavorosas que hemos visto en el sector salud, no se continúe produciendo también en el sector educativo. La difícil situación económica por la parálisis del aparato productivo, invocando la urgencia sanitaria, pero que se dio sin madurar durante meses un plan de recuperación y no simplemente “reanudación “ de la actividad económica, ha hecho de que como consecuencia de dicha parálisis, se gasten increíbles cantidades de dinero en forma desordenada, caótica y regalona en el peor sentido de la palabra, con marchas y contramarchas, y cuyas consecuencias en lo económico serán tan fatales o peores peor que las que ha tenido la pandemia en lo sanitario. Lamentablemente en este caso ambas cosas van juntas. La pandemia y las medidas populistas ejecutadas en forma improvisada, más bien en muchos casos desnudado la incompetencia increíble a todo nivel del aparato estatal.
Por muy costosa que sea darle viabilidad a las nuevas modalidades a la educación es algo que no puede regatear el Estado. Todavía hay dinero suficiente para hacer un gasto significativo en vistas al próximo año en el sector de la educación pública. Se pueden introducir en el nuevo presupuesto de educación debidamente cuantificados, diversos proyectos que mejoren la educación pública en contenido, infraestructura y nuevas formas de enseñanza.
En Perú el sector privado se ha mostrado llano a colaborar en este ámbito con el estado, quizás no tanto como hubiese sido esperable, pero con la prontitud del caso.
Si las consecuencias de la pandemia en la educación, han generado que en los hechos los niños de los colegios públicos, que ya prácticamente en los hechos han perdido los contenidos del aprendizaje de un año escolar, el próximo año, que es nuestro Bicentenario, esperamos llegar con las bases y el diseño de una educación moderna y renovada. La pandemia ha permitido acelerar las urgencias en ese sentido. Si una de las herramientas para lograr esta “nueva educación” será el de implementar en forma óptima las herramientas de la educación a distancia, ya no es necesario de nombrar nuevas comisiones de sabiondos para inventar la pólvora al respecto. En el portal de la UNESCO, hay por lo menos 100 propuestas, repito no menos de 100 modelos de cómo implementar de forma exitosa la educación no presencial. Además son gratuitas. La UNESCO pertenece a las Naciones Unidas y nosotros a las Naciones Unidas. El problema quizás es que es algo gratuito y al gobierno, y esto no es solo característico del actual, le pican las manos para contratar nuevos consultores sobre lo que sea. Esa es nuestra desgracia.
No cometamos con la educación los errores que ya se han cometido con la salud de los peruanos.
17.07.2020
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