Por Raúl Allain
Ciudadano Kane (Citizen Kane, 1941) del cineasta estadounidense Orson Welles —considerada como una de las películas más importantes en la historia de la cinematografía— ha sido interpretada como una metáfora de la condición humana, de la sociedad moderna y del poder, donde el dinero y la manipulación de los demás son parte de la vida cotidiana.
Aunque el director jamás confirmó absolutamente quién fue la persona de la vida real que inspiró al personaje principal del film —el millonario Charles Foster Kane—, los estudiosos de la cinematografía y la historia contemporánea coinciden en señalar que la película se inspira en la vida del magnate norteamericano de los medios de comunicación William Randolph Hearst.
En efecto, Ciudadano Kane, usando de manera magistral todas las técnicas cinematográficas y combinándolas con un guión notable, muestra la vida, el ascenso a la fama y el poder, la soledad y la miseria de un ser humano que llegó a tener todo el poder y el dinero que nadie puede imaginar, pero que termina su vida lejos los flashes y aplausos de aquel mundo fastuoso, encerrado en su cubil, en medio de la bancarrota y la pobreza total, añorando quizás los días y los juegos de su infancia.
La trama de la película muestra la biografía de Charles Foster Kane, un personaje interpretado en el filme por el propio Orson Welles, Se sabe que durante su estreno, el empresario William Randolph Hearst prohibió mencionar la película en sus periódicos, mostrando que para entonces ya era común dicha práctica por parte de los empresarios para intervenir o influenciar en el contenido de los periódicos que maneja y, por ende, en la opinión pública.
El personaje de la película, también usa su cadena de periódicos para influenciar en los electores de su candidatura a la presidencia de los Estados Unidos. Lo vemos ahora en el Perú, donde grandes grupos que manejan periódicos y canales de radio, televisión e internet, colocan a sus candidatos preferidos e intentan hundir a los que no son de su entorno.
Es una práctica muy presente en medios de comunicación, especialmente la prensa escrita en el Perú, ligada a la desinformación y la manipulación de la información, donde los empresarios deciden qué se publica y qué no se publica en un periódico, de acuerdo a sus intereses personales, olvidando inclusive que un medio de comunicación tiene el deber de informar con veracidad, objetividad e imparcialidad, y que su principal destinatario, el público (los lectores) tienen el derecho a leer noticias y opiniones veraces, trascendentes.
Más allá de la ficción de Orson Welles, observo semejanzas con la realidad peruana, donde los dueños de los medios de comunicación utilizan su poder sobre estos para elegir cuáles contenidos son “noticia”, qué enfoque deben tener las informaciones, qué informaciones serán omitidas o manipuladas, qué “campañas” periodísticas hay que hacer para favorecer o desprestigiar a alguna persona o algún sector de la sociedad.
En este caso, cualquier parecido con la realidad no es una simple coincidencia.
Expreso, Lima 22-03-2021
(*) Escritor y sociólogo. Presidente de IPJ y director de Editorial Río Negro.
Raúl Alfonso Allain Vega. Escritor, poeta, editor y sociólogo. Presidente del Instituto Peruano de la Juventud y director del sello independiente Río Negro.