Reflexión histórica y geopolítica

Hoy se cumple un luctuoso aniversario de la declaratoria de guerra de Chile al Perú, el 5 de abril de 1879. En esa ocasión, culminando una perversa maniobra tramada décadas atrás y con los preparativos bélicos correspondientes, Chile declaró la guerra al Perú aludiendo un tratado de defensa Perú-Bolivia.

 

rateros chilenos lima

Hampones chilenos saqueando Lima. Etna Velarde

 

Pero la verdad era que Perú-Bolivia constituían una presa apetecible para Chile, que ya venía estudiando la situación para encontrar el mejor momento para atacar y proceder al despojo de territorios de ambas naciones.

Algunos desinformados, ignorantes o vendidos a Chile dicen que no debió firmarse el tratado que sirvió de pretexto al enemigo sureño, que en vano el Perú intentó defender a Bolivia y que mejor hubiese sido dejar que Bolivia enfrentara como sea la agresión chilena, lo cual —afirman esas personas— nos hubiera puesto al margen de una guerra con Chile.

No es así. La historia enfocada en perspectiva amplia demuestra que los hechos de 1879 no se definieron o motivaron de un momento a otro, cuando Chile reaccionó al “descubrir” el mencionado tratado y decidió atacar adelantándose, antes de que los “poderosos” ejércitos de Bolivia y Perú invadiesen Chile (fantasía que formó parte del pretexto de los chilenos). En su libro Armas de persuasión masiva. Retórica y ritual en la Guerra del Pacífico (2010), la historiadora Carmen McEvoy, analizando en archivos documentación de Perú y Chile, expone claramente que en Chile, desde décadas atrás antes de la guerra, los gobernantes, intelectuales, medios de prensa y hasta el clero se embarcaron en una sostenida campaña de calumnias y demonización contra el Perú, presentándolo como un país peligroso y corrupto al que Chile —pese a no tener frontera con el Perú— debía purificar con el fuego de la guerra.

¿Era todo aquello solo un mal deseo de los chilenos contra su vecino, algo irrealizable? No. El investigador chileno Guillermo Parvex, en su libro Servicio secreto chileno en la Guerra del Pacífico (2017), explica que con años de anticipación a la guerra Chile desarrolló una red de espionaje en las principales ciudades del Perú, en la que participaban chilenos y extranjeros e incluso personal militar de ese país. El objetivo no era conocer la peligrosidad de la fuerza armada del Perú sino su grado de debilidad, evidente en un Perú que pese a disponer de las riquezas del guano y el salitre no solo no resolvía sus graves problemas económicos y pobreza en grandes capas de la sociedad, sino que, por el contrario, se veía envuelto en turbulencia política y crisis económica permanentes.

Con la información debidamente analizada, los jefes políticos y militares de Chile solo esperaron el momento y pretexto oportunos, tomando en cuenta todas las eventualidades o contingencias y, para subir la moral de las tropas, garantizándoles que el mejor armamento y la correcta planificación aseguraban la victoria contra el Perú, lo cual era muy importante porque la reconocida cobardía del militar chileno se compensaba con la evidenciada fragilidad y antiguo armamento de la fuerza armada del Perú.

En cuanto a Bolivia, solo fue una parada, un alto, en el camino al verdadero y codiciado objetivo de Chile: el territorio peruano. El estado boliviano, por las distancias y el agreste medio geográfico, nunca pudo consolidar su presencia en la provincia litoral de Antofagasta porque las comunicaciones eran muy difíciles entre La Paz, el centro del poder político, y Antofagasta (por lo menos 16 días de camino). Allí la guarnición militar boliviana no llegaba a los 200 hombres que ni con la participación de civiles armados pudieron resistir el embate de los invasores chilenos, que contaban con artillería moderna. El héroe nacional boliviano de la Guerra del Pacífico es Eduardo Abaroa, un civil, que participó en la resistencia a la invasión y murió en combate.

Como todo lo hace con antelación, en el caso de Bolivia, Chile envió como avanzadilla a sus empresarios, que Bolivia consideró eran inofensivos, que se instalaron en la costa boliviana listos para, en el momento oportuno, quejarse y alegar abusos y violación de sus derechos1, lo cual es una amarga y grave lección para el Perú, que en vez de expulsar a las empresas chilenas les consiente que sigan operando abusivamente.

 

Chile y su política exterior tramposa

El comportamiento de la política internacional de Chile, respecto al Perú, se caracteriza por una cadena ininterrumpida de incumplimiento de tratados. Tenemos:

—Tratado de Paucarpata de 17 de noviembre de 1837, firmado cuando las tropas chilenas enviadas a Paucarpata (en Arequipa) a combatir la Confederación Perú-Boliviana se acobardaron y rindieron. Mediante ese instrumento, Chile se comprometió a no enviar tropas invasoras. Por supuesto que no cumplió, y en 1839 invaden nuevamente e imponen condiciones en la batalla de Yungay.

—Tratado de Ancón, firmado el 20 de octubre de 1883, en el que para finalizar la guerra Chile prometió que en Tacna y Arica se organizaría plebiscito para que la población decidiera a qué país pertenecer. Tal cosa nunca ocurrió y más bien los chilenos procedieron a hostilizar, asesinar o expulsar a los pobladores peruanos de dichos territorios; al final solo dejaron Tacna al Perú (y de Arica al sur todo el territorio peruano quedó en manos de Chile).

—Tratado de Lima, de 3 de junio de 1929, al que se llegó para subsanar el incumplimiento chileno del Tratado de Ancón. En este instrumento se decidió la devolución de Tacna al Perú y se fijó la línea fronteriza Chile-Perú desde la orilla del mar (punto Concordia ) hasta el altiplano. Por supuesto que Chile tampoco respeta este tratado y niega que la línea de frontera empieza en la orilla del mar, lo que ante el inmovilismo militar del Perú, le permite alegar control de las cuatro hectáreas del triángulo terrestre, territorio peruano al que no pueden ingresar los militares peruanos, que en esto acatan disciplinadamente las órdenes del ejército chileno.

Lo primero que salta a la vista es que cualquier cosa que se firme con Chile es perjudicial para el Perú; Chile nunca cumple y solo acata lo que le conviene. Parece mentira que frente a esta realidad, haya diplomáticos, políticos y militares peruanos que confíen en la palabra del insaciable enemigo chileno. Además, algunos corruptos, traidores y rateros dicen que Perú y Chile son dos “pueblos hermanos” que deben integrarse más (¿para que continúen los robos y abusos que perpetra Chile?).

 

Consecuencias de la derrota peruana

A diferencia de los peruanos, los chilenos, especialmente para los robos territoriales, no son cortoplacistas; planifican a largo plazo.

Un ejemplo inicial es Diego Portales, que vivió largos años en el Perú y a su regreso a Chile proclamó que ese país, pese a estar en el extremo sur del continente, debía tener el dominio del mar peruano y, consecuentemente, de todo el Pacífico Sur. En los violentos vaivenes de la política chilena, Portales fue asesinado, pero Chile nunca perdió de vista el objetivo ya planteado. Y si se lograba dicho dominio con usurpación de territorios peruanos, mejor.

Concluida la Guerra del Pacífico, la planificación chilena se reajustó para perpetuar no solo el dominio chileno del mar sino la subordinación política, económica y militar del Perú. Así, viendo cercano el triunfo y marcando la pauta de lo que después ha ido sucediendo, el ministro de Guerra y Marina de Chile, José Francisco Vergara Etchevers, en la Cámara de Diputados de Chile, sesión del 6 de agosto de 1881, dijo2:

“La política del Gobierno de Chile es la más cuerda: es la ocupación prolongada hasta reducir al Perú al estado de decadencia más insalvable”.

Ese pensamiento fue reforzado por el ratero chileno Isidoro Errázuriz Errázuriz, quien en sesión del 9 de agosto de 1881 de la Cámara de Diputados de Chile manifestó abiertamente3:

[…] instalarnos en el Perú con más regularidad; sacar de él la mayor ventaja posible, debilitándolo hasta donde fuera dado [...] hasta conseguir lo que deseamos.

                                                 […]

En las conferencias de Arica [los chilenos] pedimos territorio, indemnización en dinero y ruptura de la alianza [...] ¿No podemos pensar ahora en establecer en el Perú un mercado para nuestras producciones? [...] Pero allí no encontramos Gobierno, sino una Nación rebelde a las leyes del progreso, con una raza abatida, y tan ignorante como durante el coloniaje...

 

Inagotable ansia chilena de robo territorial

Concluida la guerra desatada por Chile, se firmaron tratados que este enemigo nunca cumplió y así continúa usurpando nuestros irrenunciables territorios. Algunos despistados, ingenuos o rateros pueden decir: “Bueno, la guerra ya acabó, Chile se quedó con nuestros territorios y eso ya es cosa del pasado”. Los más sinvergüenzas y traidores dicen “´Perú y Chile somos pueblos hermanos”.

En esto, como en todo orden de cosas, manda la realidad, la cual nos muestra claramente que Chile jamás renuncia a seguir apoderándose de territorio peruano. Pruebas:

—El triángulo terrestre de Tacna, que ya mencionamos y explicamos, donde los militares peruanos solo pueden mirar de lejos.

—El desconocimiento o negación de que la línea de frontera empieza en el Punto Concordia, a orillas del mar.

—La apropiación de decenas de miles de hectáreas de las mejores y escasas tierras agrícolas del Perú, con lo que se pone en riesgo un activo estratégico del Perú4 y se deja fuera a agricultores y empresarios peruanos. No perdamos de vista Olmos y Majes, allí asoma la sombra de Chile que pone a su “vanguardia” (ver Nota 1).

—Afán irrenunciable chileno de apropiarse de tierra dentro de la franja de 50 km en que el artículo 71 de la Constitución excluye a extranjeros. Ya fracasó un intento en el gobierno de Kuczynski, pero con la ayuda de la ministra de Defensa peruana (?) Nuria Esparch, van a volver a intentarlo sobornando a todos los que tengan que firmar (diplomáticos, militares, ministros, presidente)5.

Por esta razón, en el sistema educativo se debe seguir enseñando que Chile es robo territorial y asesinato de peruanos, para que todos estemos en guardia y avisados. Consecuentemente, debemos desconfiar de candidatos con nexos familiares con Chile, como George Forsyth6 y Yonhy Lescano7.

________________

 

1 Chile ve a sus empresarios y ciudadanos emigrantes como una vanguardia estratégica: “Por más que se invoque principios del derecho internacional, la emigración de un país es su vanguardia en pueblo extranjero, y nosotros teníamos, sólo en Tarapacá, tres mil hermanos de vanguardia…” Palabras de Isidoro Errázuriz en 1881, refiriéndose a la gente que Chile había ido colocando en el litoral de Perú y Bolivia (ver fuente en Nota 3). A confesión de parte, relevo de pruebas.

2 Leer “La política de Chile es la ocupación prolongada hasta reducir al Perú a la decadencia más insalvable” (Ministro chileno de Guerra José Francisco Vergara)

3 Leer "Aprovechemos del Perú, saquemos de él la mayor ventaja posible, debilitándolo hasta donde fuera dado hasta conseguir lo que deseamos" (diputado chileno Isidoro Errázuriz)

4 Leer El Peón de Sipán: Irrigación Olmos es para los chilenos

5 Como preparación para intentar de nuevo regalar frontera a Chile, el gobierno de Sagasti (que tuvo esposa chilena) ha permitido una concesión minera en la frontera norte (leer Gobierno morado viola la Constitución al autorizar inversión extranjera dentro de los 50km de la frontera). Leer Traición: Gobierno peruano entrega frontera a Chile y Comunicado de la SPDI sobre el Dictamen de Ley que interpreta el artículo 71.° de la Constitución

6 Militares peruanos en retiro frecuentan el local de campaña de George Forsyth. ¿Saben lo que están haciendo?, ¿tienen sentido del honor militar? Se informa de esto en el artículo “Sombras de Forsyth” en las pp. 26 y 27 del semanario limeño Hildebrandt en sus trece… del 02-04-2021.

7 Para quienes no creen en la influencia de una mujer chilena (madre o esposa) en el hogar de un político peruano, deben reflexionar sobre cómo la esposa chilena de Yonhy Lescano impuso condiciones y los hijos de la pareja están inscritos en Chile. Ver Yonhy Lescano ocultó residencia chilena y La otra residencia de Lescano: Miguel Rodríguez Mackay afirma que «son evidentes sus vínculos con Chile». En estos casos los hijos se forman creyendo en la versión chilena de la guerra que les da su madre y subestiman la patria peruana que los acoge.