Abimael Guzmán y el lucro o difusión del delito

Tras la noticia de la publicación del libro del jefe de la banda terrorista Sendero Luminoso, Abimael Guzmán, muchos se escandalizan y cuestionan al gobierno por permitir tal publicación; como se sabe, Guzmán lanzó el libro De puño y letra, que trata sobre su vida.


Unos piden mayor control sobre los presos por terrorismo, para evitar que difundan sus ideas, otros alegan que cualquier persona puede escribir y publicar un libro, si éste no realiza apología de un delito, si no, sería ilegal y podría prohibirse su circulación.

Inclusive se señala el estado de aislamiento de Guzmán, condición que no le permite publicar ni pasar copias o se indica que son los abogados de los reclusos quienes sirven de intermediarios para estas publicaciones.

En este caso, en su libro, el terrorista Abimael Guzmán niega haber sido juzgado como parte de una organización criminal. Su atrevimiento llega al punto de promover una “amnistía general” para los senderistas que todavía se encuentran presos.

El lucro o la difusión del delito

En algunos países se prohíbe que un delincuente lucre con la publicación de la historia de su delito. El Perú debería hacer lo mismo, no sólo con los delitos de terrorismo, sino con los delitos comunes.

Por ejemplo, en el 2008, un monstruo violó y estranguló a una niña de nueve años en La Victoria y al ser detenido anunció que publicaría un libro sobre su crimen.

El Congreso debería ya legislar para prohibir que los delincuentes difundan sus delitos publicándolos en cualquier medio (mediante libro o medio audiovisual), obtengan ganancias o no, pues la prueba de haber obtenido una ganancia por la publicación complicaría el control de la difusión de sus historias y la norma no serviría de nada, pues sería fácilmente burlada.

Si un delincuente realiza o no apología de su delito, la comprobación de la apología podría estar sujeta a criterios subjetivos, la línea divisoria entre lo que es y no es apología siempre será discutible o debatible, por tanto, lo más seguro es la prohibición de la difusión para evitar la impunidad de quienes alegarían no haber apología y persistirían en su afán de difundir el delito.

Tendríamos que de nada serviría encarcelar a los delincuentes si éstos podrían dedicarse a la promoción de sus delitos, cuando el deber del gobierno y de la sociedad es precisamente combatir el delito.

Esperemos entonces que se realicen los cambios pertinentes en la legislación penal, de modo que también se sancione la difusión de las historias de un delito por parte de un delincuente y se sancione a todos sus colaboradores en la publicación, ya sean imprentas, abogados u otros.