por Herbert Mujica Rojas

Todas las sociedades tienen el derecho a estar plenamente informadas, mucho más, como es obvio, en los días que corren y bajo el imperio de un mundo comunicado en cuotas soberbias. Internet es una herramienta poderosa aunque, hay que decirlo, no opaca, por ratos, al archiconocido Radio Bemba. Por lo menos en Perú, ésa es una verdad innegable. ¿Qué ocurre cuando los hampones, delincuentes transnacionales y nativos cómplices encuentran escollos a sus trapacerías a vista y paciencia de todo el mundo? Si se trata de la prensa, querellan a los periodistas; si se trata de gobernantes, los ponen en la lista de pagos o gratificaciones, si el asunto se refiere a burócratas, basta con llenarles el buche y también las faltriqueras, el escalafón da para todo. Pero en ningún otro ámbito, se define con más certeza cuánto y de qué manera se recorta el derecho a la información vía el silenciamiento de sus vectores.


No compete el derecho a la información a un grupo social en singular ni distingo de raza, credo o proveniencia. Todos tienen el deber de recibirla cuanto que de ejercer su difusión sin torceduras ni enmiendas mañosas. Noticia al vuelo, es irresponsable comentario en una sociedad altamente proclive a las verdades a medias. Las famosas bolas, correntadas acríticas que circulan con velocidad inverosímil, no pocas veces han ocasionado disturbios y accidentes, hasta los más cómicos y, en otras ocasiones, circunstancias trágicas. Pero sí es una obligación cívica rescatar impecablemente la información como un insumo fundamental en la forja de la patria. Es de todos y a todos compele custodiar su idoneidad y honra cristalinas.

¿Amenazan las querellas el derecho a la información? Ciertamente que sí. Las más de las veces no son más que maromas para aterrorizar, infundir miedo, perseguir e intranquilizar a los hombres y mujeres de prensa cuya pasión consiste en el tratamiento de los sucesos con ojo crítico y con lecturas de alto poder de exégesis. Los poderosos saben
que eso sí constituye dificultad para sus negocios, siempre buenos para ellos y sempiternamente malos al cuerpo nacional de la sociedad. Por tanto, no hay que hacerse ilusiones. Lo legal no garantiza la equidad o el debido proceso ni la defensa del inocente. A esta altura del horizonte es preciso denunciar que también la justicia se compra en Perú.

Esta tarde, en la universidad decana de América Latina, San Marcos, se llevará a cabo el primer foro público anticorrupción denominado "Periodismo en peligro: cuando las querellas amenazan el derecho a la información", organizado por el Grupo de Trabajo contra la Corrupción, colectivo institucional que agrupa a doce organizaciones no gubernamentales. Participan del convite, Manuel Dammert, Raúl Wiener, Roberto Pereira, Angel Páez y este cronista.

No deja de ser un hecho subrayable el que los jóvenes universitarios empiecen a reconquistar su sitial protagónico en la construcción del Perú. Jóvenes fueron los que de San Marcos participaron peleando en el conflicto de rapiña que Chile fabricó y que sucedió entre 1879-1883 y en el cual muchos estudiantes murieron heroicamente. Jóvenes fueron los aludidos por Rubén Darío cuando, con sentimiento profundo, les recitó:

“Juventud, Divino Tesoro,
¡ya te vas para no volver!....
Cuando quiero llorar, no lloro
Y a veces lloro sin querer.”

De juvenilia imbatible fue el Himno de los Estudiantes Americanos que compusieran el argentino Manuel Gálvez y el chileno Enrique Soro, en setiembre de 1922 y cuyas primeras letras dicen así:

“Juventud, juventud, Torbellino,
soplo eterno de eterna ilusión;
fulge el sol en el largo camino,
que ha nacido la nueva canción”.

Sirva pues nuestra voz en la cita como espoleo a estas almas nuevas en su indeclinable cuanto que irrenunciable deber de sacar al país de las tinieblas cotidianas en que vive. Impulso y dinamismo, agilidad y brillantez en la acrobacia de vencer en buena lid, inteligencia y peruanidad, a eso sí tenemos que retar a los muchachos. Y estar informados es una buena forma de estar absolutamente alertas y firmes en las trincheras para que ellos conquisten las mejores respuestas.

¡Atentos a la historia, las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder, el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Rompamos el pacto infame y tácito de hablar a media voz!

¡Sólo el talento salvará al Perú!

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