Herbert Mujica Rojas
Pocas dudas hay, si existen, que tenemos en Perú un gobierno autoritario con formas democráticas como Congreso, Ministerio Público, MEF, etc. Pero desde que inició esta administración no puede evitar la responsabilidad por los más de 60 muertos luego del 7-12-2022.
Gruesos sectores ciudadanos están hartos de la alianza Ejecutivo-parlamento que administra el país y dice gobernar. El descontento no es un tema fantástico, sino real y comprobable.
Una de las guerras a librar, para desalojar a los mandones, pasa por la vía electoral. ¿Está preparada la ciudadanía para asumir semejante reto? Una mirada simple arrojará resultados archisabidos.
Los que se llaman partidos políticos no son tales. Actúan como agencias de empleos para sus esbirros y se arriman al recodo gubernamental que pueda otorgarles sinecuras, ventajismos, algunos recursos.
La desorganización de los clubes electorales, alias partidos políticos, se muestra todo el tiempo y a cada momento. Carecen de mandato legítimo de sus integrantes, profesan multitud de creencias y por sobre todo, está la superchería de creer que el gobierno es el fin supremo de la lucha.
El ex presidente Castillo fue elegido por un porcentaje muy bajo y no pertenecía a algún movimiento político en singular. Fueron innumerables alianzas y circunstancias las que lograron esa victoria impugnada taimadamente luego por sectores reaccionarios.
La bisagra gobierno-congreso hace lo que le viene en gana. Los legiferantes son odiados y despreciados pero allí están porque su agenda conjunta no suelta privilegios hasta el 2026. Tropas de secretarias, divisiones de asesores, escuadrones de choferes, 14 o más sueldos al año, pasajes gratis dentro y fuera del país y un montón más de vergonzantes privilegios.
¿Creerá la oposición que los mandones se van a ir solos de esas curules y sillones proveedores de cobranzas fijas, seguras que son lo formal. ¿Y qué hay de lo que viene en tráfico de influencias?
Es probable que la consolidación de las metas, represente un camino realista, raigal, efectivo para las oposiciones que deben manejar la opción unitaria con un programa mínimo en todo el país.
¿En qué consiste un gobierno? La provisión de fuentes de trabajo, vía el Estado y la empresa privada. Que la salud sea un servicio eficiente y no ostentemos la degradación de pésimas instalaciones y muertes por decenas de miles. La educación debe dejar de ser un negocio con exoneraciones múltiples, para preparar al peruano con eficiencia y modernidad.
Todo lo anterior conlleva a que los rateros que infestan la administración pública, pierdan influencia y que se los capture, sancione y elimine vitaliciamente de cualquier puesto en el Estado.
También que la policía, la diplomacia, las fuerzas armadas y el resto de ministerios y portafolios pase por auditoría exhaustiva para separar la paja del trigo. ¡No interesa de qué partido son los bandidos, si lo son, ¡de patitas a la cárcel!
Y el tradicional reciclaje o sombreo que adoptan como norma de vida, muchos sinverguenzas, debe eliminarse. ¡Quien le robó al Estado, enajenó dinero del pueblo, por tanto nunca más en puestos del Estado!
Eso presupone que el pueblo conozca de estas propuestas simples y a las que nadie pueda oponerse por la sólida y maciza contextura de su definición. Cuanto más sencilla la idea, más probable que la adentre muy bien el ciudadano simple.
Por ejemplo, ¿qué emisión de bonos soberanos ha realizado el gobierno de Dina Boluarte?, ¿tienen sustento esas operaciones? Los contratos de estabilidad jurídica ¿son beneficiosos al Estado peruano o engañifas bien maquilladas contra el país?
¿Qué hay del Mar de Grau, los cielos de Quiñones, nuestra proyección al Atlántico y nuestro ejercicio de presencia e investigación en la Antártida? Más la Costa, Sierra y Selva, configuran estos espacios, nuevas acciones y determinaciones ineludibles para cualquier gobierno.
Los mandones no se van a ir solos. Aprovechando su episódica estancia en Congreso y gobierno, podrían estar incurriendo en acciones cuestionables que, por ahora, nadie conoce.
En buen castellano, los dicharracheros que ocupan su tiempo en la emisión de cuentos y análisis pseudo sociológicos, deben descansar por unos 20 años, y los estudiosos genuinos y amantes del Perú, reemplazarlos con ciencia y conciencia.
Querer al Perú y pavimentar la andadura de sus generaciones venideras no es un juego. Es la fe esforzada, el tesón invencible, las ganas indómitas de ser dueños de lo que es nuestro, hoy en manos ajenas y desleales.
¿Se irán solos los mandones?
03.01.2024
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