Resulta fácil el ejercicio de balance y crítica sobre lo que ha sido el primer año de gestión municipal del alcalde Rafael López Aliaga si este recuento se limita a revisar las promesas electorales incumplidas. Son muchas. Desde la construcción de tanques de agua para los asentamientos humanos ubicados en las partes más altas de los cerros que bordean la capital peruana, hasta la compra de diez mil motocicletas para el patrullaje contra la delincuencia callejera. En la lista hay que incluir la eliminación de peajes, la construcción de un teleférico en Lima Norte, la instalación de doce mil cámaras de videovigilancia, la eliminación de la contratación de consultorías en el municipio y varias otras más.
Por ello, no es aconsejable, con perspectiva de futuro, solazarse con el decepcionante desempeño que significa para quienes votaron por el alcalde López Aliaga, líder del ultraderechista Partido Renovación Nacional; alguien con obras para el olvido, como la ridícula construcción de una supuesta playa artificial llenando de arena el entorno de la piscina de un parque zonal. Por ello, nuestra somera lectura sobre este primer año de la actual administración municipal, apunta a compartir nuestra preocupación respecto a lo que vemos como una gestión sin rumbo en la que se toman decisiones de manera harto irresponsable. Así, pese a los avances técnicos en la formulación del Plan de Desarrollo Urbano de la metrópoli, es prácticamente nula la coordinación interdistrital y se carece de una visión integral y sostenible en la práctica de gobierno. La iniciativa de endeudamiento, por más de 1200 millones de soles para la construcción de 60 intercambios viales que no figuran en el plan y tampoco han sido consensuados con la Autoridad de Transporte Urbano (ATU), con tasas de interés sumamente elevadas, es un buen ejemplo del mal proceder del alcalde López Aliaga.
Otra muestra del desatino es el nuevo intento de progresiva privatización de los parques zonales para convertirlos en clubes, diferenciando a los usuarios de estas áreas verdes con servicios de recreación entre socios y no socios, en lugar de propiciar el acceso de ciudadanos iguales, para su uso y disfrute.
Por lo dicho, basta con revisar la propia documentación municipal en cuanto a los objetivos y acciones estratégicas territoriales priorizadas en el Plan de Desarrollo Concertado de Lima al año 2035 para comprobar las graves limitaciones que caracterizan a la actual gestión municipal. No se trata entonces únicamente de una situación de incumplimiento de ofertas electorales, sino principalmente, de un desvío desordenado de rumbo para atender las urgencias de una ciudad necesitada de una atención cuidadosa de sus graves problemas que mantienen en pésimas condiciones de vida a varios millones de personas.
Estamos ante una gestión municipal para el olvido, que ofreció hacer de Lima una potencia mundial, y cuyos resultados, en el primer año de gobierno, lo que evidencian es más bien un grave retroceso que ahonda las dificultades y agrava los preocupantes retos de cómo mejorar la convivencia entre más de12 millones de personas, muchas de las cuales constatan la segregación en la que viven cuando se comparan con unos cuantos puñados de ciudadanos con calidad de vida razonable o buena. Por donde se investigue, los datos y las estadísticas nos muestran una creciente pobreza, escasez de servicios, aumento de la inseguridad y del crimen callejero, disminución de las áreas verdes por ciudadano y una pésima calidad de vida que finalmente termina afectando a todos los habitantes de la metrópoli.
Salvo el discurso oficial del alcalde Rafael López Aliaga, no es posible encontrar ningún comentario o balance que exprese satisfacción o mínimamente esperanza sobre el rumbo y el recorrido que ha significado su primer año de gestión. Al contrario, son muchos los críticos y desesperanzados ante lo que sabe a estafa al comprobar que las promesas de tener una ciudad cada vez mejor, contrasta de manera cruda con la creciente desorganización y el caos que la ignorancia y soberbia del alcalde y sus asesores empujan y alientan. El parecido de su gestión con el de la señora Boluarte, ambos amigos de la realidad paralela, explican quizá las relaciones cordiales entre las dos gestiones vecinas.
desco Opina - Regional / 19 de enero de 2024