Reflexiones a 130 años del Combate de Angamos


Por Alfredo Palacios Dongo


Nuestro máximo héroe y “peruano del milenio”, el Gran Almirante Miguel Grau, cuando aún ostentaba el grado de Capitán de Navío, el 30 de mayo de 1877 fue nombrado Comandante General de la Marina. Una de sus primeras acciones fue presentar su “Memoria de Marina” exponiendo la real situación de operatividad de nuestras unidades navales. En ella informó que de seis buques de combate con que contaba la escuadra, únicamente se encontraban operativos el Monitor “Huáscar” y la Corbeta “Unión”.


El resto, la Fragata “Independencia”, la Cañonera “Pilcomayo” y los Monitores “Manco Cápac” y “Atahualpa” estaban fuera de servicio por falta de materiales y repuestos para reparar sus calderas, máquinas y cascos. La conclusión de su Memoria fue la siguiente: “De algún tiempo atrás la Marina no ha hecho adelanto material alguno. Su importancia ha desmerecido mucho, pues siendo nuestros principales buques construidos en una época en que el blindaje y gruesa artillería hacían sus principales ensayos, ya han quedado muy atrás de las poderosas naves de guerra que se construyen en el día”.

En sesión del Congreso del 11 de setiembre de 1877, la cámara de diputados tomó conocimiento del informe e inexplicablemente lo archivó. Dos años después, el 5 de abril de 1879, Chile nos declaró la guerra. Grau asumió el mando del “Huáscar” y aunque no estábamos preparados para la contienda, procuró hacerlo de inmediato con los escasos recursos disponibles. Desde el inicio de la Guerra del pacífico y después de seis meses de combates y siete incursiones al sur, el 8 de octubre en el Glorioso Combate de Angamos, nuestro héroe se inmoló por la patria legándonos una profunda e imperecedera lección de sacrificio y patriotismo.

Este episodio de nuestra historia nos debe obligar a reflexionar que después de 130 años, las actuales unidades de combate de nuestras FF AA presentan serias limitaciones en su operatividad, debido a su tiempo de servicio —la mayoría sobrepasa los 30 años—, poco tiempo de vida útil disponible, obsolescencia del material, limitaciones en conseguir repuestos por la antigüedad de sus equipos y sistemas, y la falta de presupuesto que no permite efectuarles adecuadas reparaciones ni mantenimiento.

Inexorablemente durante los próximos años, esta situación no permitirá la reparación o repotenciación de muchas de ellas obligando a darles de baja y debilitando aún más nuestro sistema de seguridad y defensa nacional.

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Expreso, 08.10.09