Por: Tullio Bermeo Turchi

Uno de los derechos humanos que tenemos como ciudadanos, es el ejercicio a la “libertad de conciencia”, el cual consiste en la facultad de manifestar las convicciones interiores que fundamentan los actos personales, esto es, el obrar o no obrar, ejecutar por sí mismo acciones deliberadas, de acuerdo con el juicio de la propia razón por el que se reconoce la cualidad moral de tales acciones, sin ser molestado por los demás o por la autoridad pública.

 

Tullio Bermeo Turchi

Tullio Bermeo Turchi

Sin embargo, hubo un tiempo donde ese derecho fue conculcado. Uno de los casos icónicos, quizá el más conocido es el que protagonizó el famoso boxeador Cassuis Clay.

Clay desde pequeño se identificó en la búsqueda de justicia. Por eso, a los 12 años se inscribió en el gimnasio de Joe Martin, para vengarse de quien le había robado meses antes su bicicleta.

Seis años más tarde ganó la medalla dorada de los semipesados en los Juegos Olímpicos de Roma al imponerse por puntos al polaco Zbigniew Pietrzykowski. 

El 25 de febrero de 1964, en Miami Beach, y para sorpresa del mundo del boxeo, le arrebató el campeonato del mundo al imbatible Sonny Liston. Comenzaba la leyenda.

Con solo 22 años, dijo ante las cámaras de televisión: "¡Soy el rey del mundo! ¡Soy el rey del mundo! América, ve acostumbrándote a mí

Su advertencia no tardó en ponerse a prueba. Su segundo campeonato lo peleó con la identidad que lo convertiría en un símbolo de lucha contra el racismo y a favor de los derechos civiles de las minorías: Muhammad Alí.

Ali, el gobierno estadounidense lo llamó a combatir en la guerra de Vietnam. En ese momento Ali ya era un boxeador reconocido, y en 1967 dio un discurso a la prensa que resultó ser emblemático hasta nuestros días. En aquella ocasión al ser llamado a enlistarse en las fuerzas armadas dijo entre otras cosas:

“Mi conciencia no me dejará ir a matar a mis hermanos o a pobres personas hambrientas en el barro por la grande y poderosa América”.

Las expresiones de Alí generaron conflictos con el Gobierno. En abril de 1967 le quitaron su licencia de boxeador, por el cual perdió el título. En junio del mismo año fue acusado de desertor de las fuerzas armadas, por el cual fue condenado a 5 años de cárcel y al pago de US$ 10 000 de multa.

En junio de 1968, el recordado boxeador obtuvo la libertad provisional bajo fianza, mientras sus abogados presentaban recursos de apelación. Tanto un tribunal de Houston como otro de Nueva Orleans ratificaron la sentencia. Ali entonces acudió hasta la Corte Suprema de los Estados Unidos. En septiembre de 1970, un juez federal de Texas consideró que la suspensión contra Ali era “arbitraria e irrazonable”. Muhammad Ali regresaría al cuadrilátero el 26 de octubre de 1970.

 

(*) Presidente de la Corte Superior de Justicia de Ucayali