Quien nos observe desde lejos, y debe haber —aparte de los connacionales— a quienes interese esta inmensa confusión de territorio enorme que se llama Perú y constate que en el corto período laboral de 5 días, dos de ellos, son feriados, podría asombrarse.
No es solo que aquí llueva para arriba sino que el asunto no es del todo transparente.
Según una definición estatal, los feriados son los días señalados por la ley (artículo 6 del D.L. N° 713), en donde el trabajador tiene derecho a descansar y que dicho descanso sea remunerado.
Pero hay que separar la paja del trigo. Hay millones de peruanos que trabajan y ganan ese día y no otro, para llevar a sus casas, por la razón de sus negocios, comercios, emprendimientos. La minoría está en planilla y recibe en quincena o a fin de mes, salario o sueldo.
También hay cientos de miles de burócratas haraganes que mal atienden las exigencias públicas, complican el funcionamiento del Estado y promueven la corrupción a través de sistemáticos asaltos al dinero del contribuyente.
¿En qué puede beneficiar al Perú dos feriados en una misma semana previa a las fiestas patrias?
¿O es precisamente ese el mar de fondo?
Doña Dina, el Congreso y el oficialismo todo, saben muy bien que la simpatía que concitan en la ciudadanía se acerca peligrosamente a niveles bajo cero. El descontento es amplio, la falta de explicación por el abaleamiento de más de 50 ciudadanos por fuerzas militares, un crimen sin atenuantes y que el Parlamento cubra a la presidenta, no inhibe el disgusto de la sociedad.
¿Entonces, se interrumpe toda la dinámica comercial, bancaria, económica del país por respetables celebraciones de una institución de guerra?
Cuando los japoneses empezaron la reconstrucción de su país, luego de dos injustificadas bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki, en 1945, debieron trabajar más horas, dormir menos, cicatrizar heridas, llorar a sus muertos. ¡Era eso o la desaparición de lo poco que quedaba!
“La bomba destruyó por completo un área de aproximadamente seis kilómetros de diámetro. Al ver desaparecer la ciudad ante sus ojos, la tripulación del Enola Gay se quedó horrorizada. El piloto, Paul Tibbets, que había bautizado el avión con el nombre de su madre, describió la escena que transcurría a sus pies: “El hongo gigante de color púrpura se había elevado ya hasta una altura de unos quince mil metros, cinco mil por encima de nuestra propia altitud, y seguía subiendo como un horrible ser vivo en ebullición. Más espantoso aún era mirar a tierra”, p. 266-267, La historia silenciada de Estados Unidos, Oliver Stone, Peter Kuznick.
Aquí en Perú no hemos tenido la catástrofe de alguna bomba atómica, pero mucho antes, desde los inicios fundacionales de la República, el flagelo de la corrupción, falta de institucionalidad y confusión permanente, superan al tiempo y están presentes en los días actuales.
¿Se le habrá ocurrido al gobierno el adiestramiento de sectores juveniles de la sociedad para casos de emergencia sísmica, lucha y prevención contra el delito, cooperación con la policía, en todas las ciudades del país?
O ¿ante marchas o concentraciones, dispararán a matar contra lo que llaman “amenazas contra la democracia”?
El terrorismo violentista sólo pudo ser vencido con la participación de los ronderos con la Fuerza Armada, demostración objetiva que la unión hace la fuerza.
La absoluta desorganización y falta de legitimidad de los clubes electorales, alias partidos políticos, evita y sabotea frentes o esquemas que hagan frente a los extremismos conservadores que podrían alzarse con el triunfo el 2026 con menos del 10%.
La imaginación debe ir al poder pero con absoluta convicción que las victorias deben ser la norma y no la excepción. En más de 200 años, los fracasos signan el devenir histórico del Perú.
Un país, una nación, la colectividad, no puede parar.
¿Cómo participará una sociedad pensante en el diseño por construir de una geopolítica audaz, firme, valiente soberana en el Pacífico?
¿De qué modo involucrarse en las dinámicas que traigan las exportaciones brasileras al Asia y su salida por puertos peruanos hacia China? ¡He allí un reto y no una quimera!
Ignoro si es posible exigir a nuestros “políticos” esta clase de formulaciones a alto nivel. Y hasta que lleguen las nuevas promociones, hay que trabajar con lo más rescatable que se tenga.
Los feriados no deben ser excesivos ni concesivos a coyunturas políticas. Requieren imperiosamente convertirse en usinas de pensamiento y acción.
24.07.2024
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