El fetichismo del «Perú avanza»
Por Desco
El Perú necesita dejar de lado la miopía en la evaluación de resultados de su progreso económico y social. Por un lado tenemos al gobierno de turno y a sus defensores, que plantean una mirada triunfalista y obsesiva de los indicadores del crecimiento económico, la posición de inversión, las exportaciones mineras, la reducción de la pobreza y la fortaleza monetaria. “El Perú avanza” es su slogan mediático. Mientras que de otro lado, encontramos un conjunto de opiniones críticas, más amplias y globales, que muestran que en el caso peruano, el tren del desarrollo nos está dejando muy atrás, debido a que el crecimiento que ha experimentado el país, carece de calidad. Todas ellas, seguramente descalificadas bajo el manto piadoso del perro del hortelano.
El Perú necesita dejar de lado la miopía en la evaluación de resultados de su progreso económico y social. Por un lado tenemos al gobierno de turno y a sus defensores, que plantean una mirada triunfalista y obsesiva de los indicadores del crecimiento económico, la posición de inversión, las exportaciones mineras, la reducción de la pobreza y la fortaleza monetaria. “El Perú avanza” es su slogan mediático. Mientras que de otro lado, encontramos un conjunto de opiniones críticas, más amplias y globales, que muestran que en el caso peruano, el tren del desarrollo nos está dejando muy atrás, debido a que el crecimiento que ha experimentado el país, carece de calidad. Todas ellas, seguramente descalificadas bajo el manto piadoso del perro del hortelano.
Las nuevas lecturas internacionales que circulan, alimentando esas opiniones, se ubican en un contexto animado por un conjunto relativamente significativo de reformas institucionales globales, surgidas en el marco de la actual crisis económica internacional. Ello se debe a que la desigualdad, hasta antes de la crisis, aumentó tanto en el mundo, de manera tal que la sola mirada centrada en el indicador del crecimiento del PBI, que era predominante, hizo que las políticas públicas de desarrollo de las naciones ya no tengan como objetivo el bienestar de sus ciudadanos. Se generó pues un fetichismo extremo en el contenido informativo del PBI sobre los niveles de vida de una población, cuando éste indicador solamente recoge el dinamismo del mercado agregado y no del bienestar de las familias propiamente dicho. Así lo expresa el informe de la Comisión Internacional para la Medición del Desempeño Económico y el Progreso Social, elaborado por Joseph E. Stiglitz, Amartya Sen y JP. Fitoussi. Este trabajo que fuera solicitado por el presidente francés Sarkozy, ya fue concluido y sus resultados definitivos fueron entregados a mediados del mes pasado.
A ellos, se suman los resultados que aparecen en dos informes recientes, demoledores ambos del supuesto progreso de nuestro país. El primero es el Latinobarómetro 2008, mientras el segundo es el Informe de Competitividad Global 2009-2010, preparado por el World Economic Forum (WEF). En el primer caso, es dramático observar que el Perú sigue liderando la tabla de los países de la región que piensan que su democracia funciona peor (40%). Somos, asimismo, la segunda nación, luego de República Dominicana, cuya población opina mayoritariamente que el país está gobernado por unos cuantos grupos poderosos en su propio beneficio (88%). Adicionalmente, dicho informe reporta que el Perú es el país de América Latina con la menor evaluación positiva de su gobierno (14%), sólo un 15% confía en él, apenas un 25% cree que los que conducen el curso del país harán las cosas correctamente y únicamente un 15% considera que hay igualdad ante la ley.
En el segundo caso, el informe del WEF revela que de los 120 indicadores de competitividad global analizados, sólo 25 pueden ser considerados una ventaja competitiva para el Perú, estando éstos centrados básicamente en la estabilidad macroeconómica, el clima favorable para la competencia de capitales extranjeros, la eficiencia del mercado financiero, y la cobertura del sistema educativo. El mismo informe revela que el país ocupa los últimos lugares en el ranking mundial de los factores de no competitividad, en indicadores clave como la capacidad de innovación (puesto 109 de 133 países contemplados), la institucionalidad (96 de 133), la infraestructura (97 de 133) y la calidad de la educación (131 de 133)!!.
Entonces, ¿de qué clase de avance estamos hablando? Todo indica que el nuestro, en el mejor de los casos, no tiene sólidos fundamentos sociales. Sólo explota materias primas para pintar de azul las cuentas macroeconómicas, pero no puede responder a las necesidades y demandas básicas de vastos sectores de la población. En otras palabras, quienes se alegran lo hacen por los resultados y los beneficios de un modelo de desarrollo excluyente e incapaz de integrar a todos los ciudadanos del país. Así, todo parece indicar que el Perú Avanza, apenas para algunos.
http://desco-opina.blogspot.com
A ellos, se suman los resultados que aparecen en dos informes recientes, demoledores ambos del supuesto progreso de nuestro país. El primero es el Latinobarómetro 2008, mientras el segundo es el Informe de Competitividad Global 2009-2010, preparado por el World Economic Forum (WEF). En el primer caso, es dramático observar que el Perú sigue liderando la tabla de los países de la región que piensan que su democracia funciona peor (40%). Somos, asimismo, la segunda nación, luego de República Dominicana, cuya población opina mayoritariamente que el país está gobernado por unos cuantos grupos poderosos en su propio beneficio (88%). Adicionalmente, dicho informe reporta que el Perú es el país de América Latina con la menor evaluación positiva de su gobierno (14%), sólo un 15% confía en él, apenas un 25% cree que los que conducen el curso del país harán las cosas correctamente y únicamente un 15% considera que hay igualdad ante la ley.
En el segundo caso, el informe del WEF revela que de los 120 indicadores de competitividad global analizados, sólo 25 pueden ser considerados una ventaja competitiva para el Perú, estando éstos centrados básicamente en la estabilidad macroeconómica, el clima favorable para la competencia de capitales extranjeros, la eficiencia del mercado financiero, y la cobertura del sistema educativo. El mismo informe revela que el país ocupa los últimos lugares en el ranking mundial de los factores de no competitividad, en indicadores clave como la capacidad de innovación (puesto 109 de 133 países contemplados), la institucionalidad (96 de 133), la infraestructura (97 de 133) y la calidad de la educación (131 de 133)!!.
Entonces, ¿de qué clase de avance estamos hablando? Todo indica que el nuestro, en el mejor de los casos, no tiene sólidos fundamentos sociales. Sólo explota materias primas para pintar de azul las cuentas macroeconómicas, pero no puede responder a las necesidades y demandas básicas de vastos sectores de la población. En otras palabras, quienes se alegran lo hacen por los resultados y los beneficios de un modelo de desarrollo excluyente e incapaz de integrar a todos los ciudadanos del país. Así, todo parece indicar que el Perú Avanza, apenas para algunos.
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