Foto: Spaceweather |
Esta erupción, aunque no fue de las más grandes, fue una de las más extrañas, por haber confluido una eyección de masa coronal con un filamento. Estas erupciones expulsan unos 10 mil millones de toneladas de plasma, que es un gas supercaliente, a una velocidad aproximada de 1,6 millones de kilómetros por hora.
La masa de plasma solar debe recorrer una distancia de unos 150 millones de kilómetros para llegar a la Tierra, por lo cual toma tres días y medio. Esta erupción fue clasificada como de clase C3 y es la más fuerte después del periodo irregularmente largo de letargo del Sol. Las más grandes son de clase X y M.
Las auroras, que se produjeron en ambos polos, contaron con mucho más puntos de observación en el hemisferio norte y ya se difunden las primeras imágenes de este fenómeno.
La luminosidad de las auroras boreales es causada por el choque de la masa de plasma solar tras las erupciones, mientras choca con el campo magnético natural que protege la atmósfera terrestre y se produce una reacción de los electrones del plasma con los átomos de oxígeno y nitrógeno de la atmósfera.
Tras esta última erupción se pudo apreciar las auroras en Dinamarca, Groenlandia, Noruega, Alemania y a través de los Estados Unidos y Canadá. No hay todavía imágenes disponibles del Polo Sur, donde hay estaciones científicas.
Una erupción de clase C3 produce auroras, pero no daños. En 1989, una fuerte erupción averió estaciones generadoras de energía eléctrica en Quebec y causó millones de dólares en pérdidas.
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El sitio Spaceweather abrió una galería de fotos desde varios lugares. Ver aquí.