Noemi Portela Prol*
Neil Harbisson fue la primera persona reconocida como ciborg por un gobierno. Su foto de pasaporte, donde aparece con su antena cibernética, lo corrobora. Pero no es el único. Manos biónicas, marcapasos, implantes cocleares y otras innovaciones médicas convierten la tecnología en el mejor amigo del hombre. Y a las personas portadoras de estos productos, en una especie que ha dejado de ser cinematográfica para convertirse en una realidad cada vez más habitual.
Se llama Neil Harbisson y nació con acromatopsia, una dolencia que impide apreciar los colores a la persona que lo sufre. Pero la vida en escala de gris no le gustaba a Harbisson y por ello creó el eyeborg, un ojo electrónico conectado a un chip situado en la parte trasera de su cabeza. Ahora escucha colores. Porque su tercer ojo no le ha devuelto la capacidad de distinguir visualmente tonalidades pero sí los capta y envía señales auditivas que Harbisson ha memorizado para distinguir el color que tiene delante. El artista reconoce que para él es mucho más atractivo un supermercado que un bosque, pues la gran variedad de colores que se encuentran en el establecimiento se traducen para él en una variada melodía. Ahora, según sus propias palabras, se define como sonocromático y ciborg, condición que le ha concedido el gobierno convirtiéndolo en la primera persona en alcanzarla, y lucha por los derechos de su comunidad.
Magnus, un camionero sueco, percibe cómo su cerebro controla los actos de su mano. Algo común si no fuera porque su mano es biónica. Unos tornillos unen el implante al hueso y unos conectores permiten una comunicación bidireccional entre el cerebro y la mano a través de impulsos eléctricos. La forma de implantación permite además que el amputado perciba el contacto y la presión ejercida algo que facilita la percepción de la prótesis como algo propio evitando así el extrañamiento, una de las principales causas de rechazo de los implantes. Una década ha pasado desde el accidente y desde hace unos meses Magnus, gracias a su nueva mano, ha podido volver al trabajo, jugar con sus hijos y llevar una vida completamente normal.
Los implantes cocleares son otra de las innovaciones médicas destacadas. Implantados en España desde los años 80, estos dispositivos permiten oír a aquellas personas que padecen sordera aguda o profunda y cuyo tratamiento con audífonos ya haya sido descartado. En el caso de las personas que han nacido sordas la rehabilitación es mucho más larga ya que, además de la intervención, han de aprender a identificar los sonidos y a hablar mediante rehabilitación. Aquellos cuya sordera es posterior, deben aprender a identificar los nuevos sonidos que reciben a través de impulsos eléctricos. Volver a oír u oír por primera vez es una sensación única de la que son conscientes todos aquellos que disponen del implante coclear, aunque algunos reconocen que el exceso de ruido o un día demasiado ajetreado pronto les hace apagar el dispositivo para desconectar. Silencio absoluto. Saben que ahora la audición volverá cuando ellos quieran.
Aunque algo más habituales y con más recorrido en la medicina, los marcapasos también forman parte de ese mundo de innovaciones tecnológicas que pretenden mejorar la calidad de vida de aquellos que los usan. Desde la década de los 60 ha ido creciendo su uso y los numerosos avances relacionados con ellos permiten una gran fiabilidad en el control de dolencias cardíacas.
A medida que aparecen nuevas dolencias e impedimentos físicos debido a accidentes o anomalías genéticas inducidas por factores externos como radiaciones, fármacos… la mecánica, informática y tecnología se rinden a la medicina. Pero son muchos los que no sienten sus implantes como dispositivos ajenos a ellos sino como partes de su propio cuerpo. “No llevo incorporada tecnología, soy tecnología”, confirma Neil Harbisson, orgulloso de su condición y de las posibilidades que su dispositivo le ofrece. Y es que, según la propia definición de la Real Academia Española (RAE), ciborg es aquel “ser formado por materia viva y dispositivos electrónicos”. No es la tecnología al servicio del hombre, son tecnología y hombre unidos en un mismo cuerpo. Son mitad humanos, mitad robots. Son, todos ellos, ciborgs.
*Periodista
Twitter: NoemiPortela
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