wwwLa ciudad digital podría concebirse como un lugar errante, descentrado y polimórfico. Una arquitectura volátil; múltiples Walking Cities como las proyectadas por el grupo Archigram. La atraviesan infinitos vectores de comunicaciones distantes e instantáneas que empequeñecen el mundo y lo convierten, a su vez, en una ciudad más compacta e interdependiente, sin fronteras y sin límites.

 

Desde diferentes campos del pensamiento, los ensayos contenidos en el libro “La ciudad digital. Esperanzas, riesgos y desilusiones en las redes” tratan de abrir interrogantes esenciales acerca de las transformaciones ocasionadas por el espacio digital. Podría decirse que la interconexión en redes supone un grado más, si cabe, en la expansión del modo de ser del ciudadano moderno, como lo retrató Baudelaire en “El pintor de la vida moderna”, según la obra de la Universidad de Castilla-La Mancha.

La ciudad, hoy inconcebible sin el concurso de las redes digitales, representa, sin lugar a dudas, el laboratorio social por antonomasia. Al observarla, advertimos las corrientes políticas, los cambios en la psicología social y las mutaciones culturales de todo cuño.

Desde perspectivas complementarias tales como la filosofía, la geografía histórica, la política, el arte, la sociología y la antropología, la mirada transdisciplinar ofrece así un caleidoscopio que cuestiona las promesas libertarias e intenta, al mismo tiempo, desvelar las realidades y esperanzas depositadas en los nuevos modos de ser.

Quizás una sociedad global de individuos aislados, incomunicados a pesar de las comunicaciones virtuales. Quizás micro sociedades atomistas de arraigos localistas y dinámicos, donde las redes funden en ocasiones el aquí y ahora con lo planetario.

Centro de Colaboraciones Solidarias